A muchos de nosotros, el encierro de la pandemia nos puso creativos. Sacando lo negativo que fue en muchos aspectos, el tiempo libre en casa dio a luz a muchos aprendices de cocina, músicos amateurs y creadores de contenido en TikTok. Mientras algunas personas hacían panes de masa madre o aprendían a tocar un instrumento, yo me puse al día con mis series de anime.
Mi adolescencia estuvo marcada por los dibujitos animados. De esa marea de animación que ocupaba mi pantalla entre Jetix, Cartoon Network y Disney XD (y que lo sigue haciendo hoy en día, pero en las plataformas de streaming), había algunas producciones japonesas que me atraían mucho.
Pokémon, Yu-Gi-Oh!, Naruto y algunas películas de Studio Ghibli como Mi vecino Totoro, eran materia de debate entre mis amigas con quienes ocupaba tardes enteras de largas charlas, investigaciones e imitaciones que daban algo de vergüenza ajena, pero que nos superdivertían.
Sin embargo, considero que mi entrada al mundo otaku fue oficialmente con la serie Mirai Nikki, un manga escrito e ilustrado por Sakae Esuno y convertido en serie en 2011. Ese manojo de ciencia ficción, sangre y dudoso romance que me atrapó por años quedará para otro momento porque amerita un análisis mayor y quizás con una mirada más actual de algunas cuestiones.
Agradecimiento especial a la joven marea otaku
Pero lo traigo a colación porque esa adrenalina de acción en el anime fue la que marcó mis preferencias al momento de elegir los posteriores consumos televisivos que tuve durante la pandemia y que me regalaron el honor de toparme con Demons Slayer: Kimetsu no Yaiba.
Debo reconocer que hubo un tiempo en el que dejé de consumir el género y me volqué a otros tanques estadounidenses más mainstream en Argentina porque, inconscientemente, quería impedir que mis pares populares del colegio tuvieran material de sobra para hacerme bullying por mis gustos.
Por suerte, cuando crecí, la marea otaku latinoamericana hizo que el anime dejara de arrastrarse por las sombras y ganó una popularidad inmensa que muchos jóvenes adultos como yo agradeceremos por siempre. Debido a ella, hoy estoy haciendo del buen gusto, un hermoso trabajo.
La semilla de ficción japonesa estuvo plantada en mí por años hasta que volvió a florecer con Demon Slayer. Vi la primera temporada por Netflix y quedé maravillada con su alta calidad de su animación. Amé cada detalle de sus ilustraciones y estoy encantada con el trabajo que hicieron en el estudio Ufotable al encarar una trama que al principio parece sencilla, pero como toda producción nipona de alta envergadura, eso es solo un espejismo.
Demon Slayer y una cuarta temporada muy esperada
Para quienes no la conocen, Demon Slayer cuenta la historia de Tanjiro, un joven que se gana la vida vendiendo carbón y que un día descubre que su familia fue asesinada por un demonio. La única sobreviviente es su hermana menor Nezuko, pero al haber sido mordida por el ser oscuro, comienza a sufrir una transformación demoníaca.
Un cazador de demonios aparece en escena para matarla, pero en el fondo Tanjiro sentía que Nezuko aún era humana a pesar de su espeluznante apariencia y la defiende a capa y espada. Tras enterrar a su mamá y al resto de sus hermanitos, el joven decide convertirse en un cazador de demonios para salvar a otros del horror vivido, poder devolver a su hermana a la normalidad y matar al demonio que masacró a su familia.
Mientras más avanza la historia, las cosas se complican, se descubren nuevos (e increíbles) personajes, aparecen relatos novedosos y Tanjiro reconoce que su misión original va mucho más allá de un interés personal y peleará hasta llegar a tener la cabeza del progenitor de los demonios, Muzan Kibutsuji. Es increíble la capacidad que demuestran los productores para dar vuelta el relato en dos minutos y reventarle la cabeza al espectador que termina llorando de emoción frente a la pantalla.
Ahora que finalmente terminé de ver lo que sería la tercera parte de la serie por Crunchyroll, sentí un vacío impotente. De haber adquirido la habilidad de mis amigas para leer mangas, allí hubiera obtenido todas las respuestas que me faltaban, pero por ahora quiero ser paciente y esperar la próxima entrega.
Si bien muchos fanáticos y especialistas en el tema aseguran que será menos épica que la temporada anterior, yo solo ansío poder deslumbrarme una vez más con la belleza de los movimientos de la katana sobre la naturaleza, los colores vivos que parecen acariciarte el rostro y el nuevo entrenamiento especializado del Cuerpo de Exterminio de Demonios con el que se espera que afronten la batalla final más esperada del último tiempo. Entonces, ¿quién más ansía esta cuarta temporada?
