El domingo pasado, Facundo Figueroa audicionó en Got Talent Argentina con una coreografía improvisada sobre el Himno Nacional Argentino. El tucumano se llevó el botón dorado de Emir Abdul y pasó directamente a la semifinal del certamen.
Durante toda esta semana, la cuenta de Instagram del programa se llenó de un sin fin de comentarios de usuarios que manifestaron una profunda indignación con la decisión del coreógrafo y aseguraron que el bailarín “le faltó el respeto” al símbolo patrio.
También muchos compararon el baile con otras presentaciones que no fueron destacadas con el botón dorado y cuestionaron la legitimidad del jurado. A partir de este suceso, vale diferenciar lo siguiente: una cosa es no estar de acuerdo con el baile del artista y otra muy diferente es señalarlo con odio por “ridiculizar” un símbolo totalmente impoluto.
La canción patria tiene más de 200 años de historia. Durante todo ese tiempo, pasó por cambios y reinterpretaciones artísticas que incluso llegaron a la Justicia por los mismos señalamientos que enfrenta hoy Facundo (sólo que con el agregado de esa suerte de impunidad que se apropiaron algunos en las redes sociales).
Charly García y Los Sultanes: dos enjuiciados por tocar el Himno
En 1990, Charly García lanzó su sexto álbum de estudio Filosofía barata y zapatos de goma donde incluyó su propia versión del Himno Nacional Argentino. La polémica escaló tan alto que lo prohibieron en las radios y el músico llegó a enfrentar un juicio por “ofensa a los símbolos patrios” que se resolvió 10 años más tarde.
Dos décadas después de ese icónico suceso, nadie se atreve a poner en tela de juicio semejante “temazo”. Es tan icónico que con el tiempo pasó de ser una vergüenza nacional a un emblema mundial.
A principios de los 2000, el ciudadano Roberto Albín denunció al grupo Los Sultanes por hacer “una parodia bailantera repudiable” y “en tono festivo e inapropiado” del Himno Nacional en el programa Intrusos (que en ese momento estaba bajo la conducción de Jorge Rial). El fiscal federal Luis Comparatore desestimó la causa y pidió archivarla porque aseguró que no se trataba de un delito.
Si bien el fiscal entendió que la conducta del grupo era “atípica”, consideró que no se realizaron “gestos de menosprecio sobre algún símbolo nacional” ni que tampoco se pudo confirmar que “el orgullo de nuestra Nación haya sido denostado” con el tema.
Comparatore se preguntó si “varios jóvenes no habrán tomado con mayor simpatía nuestro Himno luego de oír esta versión” y aclaró que “no se trata de esbozar teorías sociológicas”, sino de “dejar en claro que la mera modificación de algunas estrofas no resulta suficiente para considerar vulnerado el interés jurídico”.
El Himno se canta y se corea
Ningún argentino lleva la cuenta de cuántas veces “se coreó, silbó y abucheó” el Himno Nacional en los estadios más grandes del país y del mundo mientras desfilaba radiante la camiseta albiceleste.
La versión de Ciro Martínez en la armónica fue viralizada en cientos de oportunidades e incluso volvió locos a los tripulantes de un avión rumbo a Qatar. ¿Es eso una ofensa? No, claro que no.
Quienes estudian y estudiaron el arte de la danza, pueden tener sus propias opiniones formadas acerca de la presentación de Facundo y el resto puede valorar en función de sus propios gustos.
Sin entrar en las peripecias de las competencias televisivas (entre teorías de arreglos internos y demás conspiraciones), habría que preguntarse: ¿cuál es la supuesta falta de respeto que provocó Facundo Figueroa? ¿Acaso los ejemplos de reversiones anteriores no podrían ser catalogados de la misma manera? ¿Qué vara mide lo que es aplaudido de lo que es repudiado?
Por supuesto que en determinados ámbitos académicos o institucionales, hay que seguir un protocolo y utilizar versiones del Himno más formales. Pese a quien le pese, los actos escolares tienen que seguir una serie de reglamentaciones y la música a utilizar debe ser la correcta.
Por ejemplo, las personas que portan la bandera deben estar bien arregladas y no hacer muecas de ningún tipo cuando suena alguna canción patria. Aún así, en TikTok hay cientos de videos “graciosos” de abanderados moviéndose al ritmo del redoblante.
¿Por qué causó tanto furor el baile de Facundo Figueroa?
Entonces, ¿qué es lo que molesta tanto con Facundo? ¿Su propia versión improvisada del Himno o que su talento se haya ganado el botón dorado? Si todas estas versiones son artísticas, producto de la interpretación subjetiva del artista, que rompen con lo estatuido y se viralizan en Internet, ¿quién tiene la potestad de levantar el dedo y decir que está bien y qué está mal?
Los “abanderados de la patria en las redes sociales” condenan al otro que es extraño, diferente, raro e impredecible, aquel que según su juicio no debe ser premiado, sino ridiculizado hasta el olvido.
Ojalá que personas como Facundo sigan cumpliendo sus sueños y abrazando la diversidad, el respeto y la valentía junto a aquellos que se levatan a aplaudir y acompañar su libertad de expresión, a pesar de aquellos moralistas.
“Naciste para ser artista. Si pasa, él va a hacer cosas que los va a dejar a todos de boca abierta”, expresó Emir Abdul tras la presentación del tucumano. Y luego agregó: “Él acá dijo que iba a improvisar y se hizo un freestyle con el Himno. Prepárense, es lo único que les puedo decir. Felicitaciones por tu talento”.
La investigadora Lisa Di Cione analizó el caso de la versión del Himno Nacional hecha por Charly García y dijo que “representa la afirmación de una identidad nacional y popular contemporánea despojada de todo el acartonamiento de la academia y la sociedad patricia de comienzos del siglo XIX”.
Al final, como dijo el mismísimo músico en diálogo con el periodista Eduardo Berti, “el Himno es una canción”: “Ese libertad, libertad, libertad…no me excluyan más de las libertades. Soy parte de una generación que es libertad y que se la tiene bien ganada. Sé qué es perderla. Por eso creo que el Himno, a pesar de las polémicas, une más de lo que desune”, expresó.
