Después de que se dio a conocer la noticia de que Silvina Luna se encuentra internada en la terapia intensiva del hospital Italiano de Buenos Aires, luchando por su vida, muchas cosas se hablaron en las redes.
Como era de esperarse, gran parte de los usuarios expresaron su preocupación por la modelo y le desearon una pronta recuperación, pero otros, ni siquiera teniendo piedad por lo delicado de la situación, decidieron señalarla y culparla por su situación.
Silvina, al igual que otras personas que han hablado públicamente del tema, fue víctima de mala praxis a manos del doctor Anibal Lotocki, quien en algún momento gozó de la fama de ser el “cirujano de los famosos”.
El médico, que hoy enfrenta varias causas judiciales por el mismo tema, le colocó en los glúteos una sustancia llamada “metacrilato”. Esa sustancia, nociva para la salud, ingresó a su torrente sanguíneo, lo que provocó una intoxicación que resultó en una hipercalcemia (alto nivel de calcio) y una insuficiencia renal. Este diagnóstico puso a la modelo en lista de espera para un trasplante de riñón, y es ahora el motivo por el que lucha por su vida.
Doblemente víctima
Silvina es doblemente víctima porque, como todas las mujeres, sufrió la violencia de esta sociedad patriarcal que impone cánones de belleza imposibles y objetiviza y sexualiza a las mujeres desde edades tempranas.
Las mujeres pasamos nuestra vida sintiéndonos mal por cómo nos vemos, odiando nuestro cuerpo, influenciadas por lo que vemos en la televisión, en las calles, en las redes. Cuerpos perfectos que prometen el éxito, la abundancia, la plenitud y el bienestar absoluto, pero que siempre son inalcanzables.
Silvina, al igual que muchas otras modelos del medio, tuvieron que realizarse cientos de procedimientos estéticos invasivos para poder ser parte de una industria que nos quiere jóvenes, bellas, esbeltas, a cualquier precio.
Entonces, es necesario entender que, sí, probablemente no era necesario que Luna haya tenido que someterse a los experimentos de Lotocki, porque su versión natural es, fue y será, su mejor versión. Pero, señalarla por caer en los mandatos sociales, por querer satisfacer a una industria que le da de comer, por confiar en un médico que decía ser profesional y experimentado en la materia, jamás será el camino.
Silvina Luna es la víctima de esta cruel historia. La culpa de lo que le está sucediendo es pura y exclusivamente de Lotocki, un médico que se aprovechó de las inseguridades de una mujer y le prometió hacer realidad sus sueños, pero los convirtió en una terrible pesadilla.
Y para cerrar hay que destacar que, a pesar de la gran cantidad de denuncias en su contra, de haber sido procesado por “homicidio simple por dolo eventual” por la muerte de Cristian Zárate y de haber sido condenado a cuatro años de prisión y cinco de inhabilitación para ejercer la medicina en 2022, Lotocki sigue atendiendo en su clínica.
Además, recientemente se supo que la Justicia desestimó el pedido de suspensión de matrícula que solicitó Fernando Burlando, abogado de Luna.
