Después de volver a poner en agenda el caso de María Martha García Belsunce con una serie documental, ahora Netflix vuelve a ejercer su relectura de hechos recientes de la historia argentina, otra vez a medio camino entre el revisionismo y el true crime, con la película documental El fotógrafo y el cartero: el crimen de Cabezas.
Como en la serie sobre el caso García Belsunce, nuevamente están al mando el director Alejandro Hartmann y la productora Vanessa Ragone. Sin embargo, El fotógrafo y el cartero tiene más similitudes con la serie sobre Nisman que también presentó la plataforma hace un par de años, por las repercusiones políticas y sociales que tuvieron ambos crímenes. Y porque ambos se volvieron simbólicos.
El fotógrafo y el cartero comienza (no hay mucho spoiler posible aquí) con una voz que se imprime a las primeras imágenes del auto calcinado del reportero y del lugar del crimen, y que da testimonio de que al pasar por el lugar aquella mañana vio el auto quemado, y horas después se enteró de lo que había sucedido.
“Habían matado a un periodista. Inmediatamente, me di cuenta de la magnitud”, agrega. Minutos después, vemos que quien dice esas palabras es Eduardo Duhalde, gobernador de Buenos Aires en aquel momento y a quien el asesinato no sólo lo complicaba en su gestión, sino también en sus aspiraciones presidenciales.
El documental se plantea de manera convencional, narrado en orden cronológico, con una buena cantidad de material de archivo y con testimonios valiosos de funcionarios de la Justicia, políticos, colegas de Cabezas y empresarios. No trae a la discusión nueva información ni hipótesis. Lo que hace, fundamentalmente, es recapitular y ordenar la sucesión de los hechos.
Y si bien, por tratarse de un filme y no de relato seriado, pierde la posibilidad que tenían los otros productos de Netflix para trabajar con el misterio, el cliffhanger y demás elementos propios del policial, El fotógrafo y el cartero gana en la reconstrucción de un contexto y una época singulares.
La película hace una pintura de los años del menemismo que, a quienes no los vivieron, les puede resultar insólita: la “rosca” del jet set en los veranos de Pinamar; la corrupción; la ostentación del lujo, y las obscenas alianzas entre empresarios, hampa, funcionarios y la “maldita Policía”.
También ofrece otros momentos interesantes, como un retrato humano de José Luis Cabezas, con archivos en video y en fotos de su vida familiar, de su perfil más íntimo; o un zoom sobre cómo la investigación policial usó el sistema Excalibur para cruzar, por primera vez en la historia argentina, datos de llamadas telefónicas que resultaron claves para vincular a Alfredo Yabrán con el caso.
De cualquier manera, la propuesta de Netflix es un buen resumen para hacer lo que se viene pidiendo desde hace 25 años: “No se olviden de Cabezas”.
Para ver
El fotógrafo y el cartero: el crimen de Cabezas. Dirección: Alejandro Hartmann. Guion: Tatiana Mereñuk, Gabriel Bobillo y Alejandro Hartmann. Producción: Vanessa Ragone (Haddock Films). Producción ejecutiva: Vanessa Ragone, Mariela Besuievsky y Alejandro Hartmann. Duración: 105 minutos. En Netflix.
