OK, puede ser un gesto conservador revisitar de punta a punta un disco publicado hace 20 años. Pero cuando se trata de uno renacentista como Screamadelica, de los británicos Primal Scream, vale la pena ser concesivos. Sobre todo en una época como ésta, en la que el rock se ha estacionado al extremo de que carece de todos los valores que a ese disco le sobraban: hedonismo, experimentación y un carácter transversal en lo que refiere a su morfología. Porque hablamos de un álbum que fue mucho más que el puente definitivo entre rock & roll y música dance, construido sobre los pilares de la cultura éxtasis; fue, además, un ensayo sobre groove y texturas desde las músicas formativas del rock hasta el momento en que se concibió, 1991, cuando la música joven de Inglaterra ardía más en las pistas que en los escenarios.
Así las cosas, en ocasión de la llegada del "Screamadelica Tour" al Pepsi Music, que tuvo lugar el miércoles en el estadio Geba de Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sólo quedaba rendirse ante esa enciclopedia, ya que sus autores, con el frontman Bobby Gillespie al comando, se iban a dignar a interpretarla en su totalidad. Y a concierto visto vale confirmar que, efectivamente, todo está en Screamedelica, y que re-escucharlo tiene sentido porque podría haber salido ayer nomás y resultar igual de revolucionario que en su momento.
Apenas se vislumbró la ilustración de la tapa (esa ameba erizada con ojos desorbitados creada por el fallecido Paul Cannell) en el bombo de batería, entró en sintonía con el escaso público, que reprodujo esa imagen en miles de remeras. De todos modos, nunca imaginó que la recreación fuera tan exhaustiva y volada, con las canciones paseándose por todos los climas mientras Bobby Gillespie movió sus maracas lookeado como un crooner, cantó con sensual disfonía y le dedicó, como buen escocés que es, todo lo que hizo a Diego Maradona.
Más allá de que los temas zigzaguearon y del espíritu lúdico imperante, no hubo imprevisibles en este show. Se sabía que se tocaría Screamadelica y unos pocos hits de otros discos. Entonces era de esperar que se respetara el orden del track list del álbum del vigésimo aniversario, tal como sucedió. Movin\' on up largó con toda la furia y de movida marcó pautas: una coreuta para exaltar las partes "devocionales" del góspel, que abundan en el disco; el piano de Martin Duffy surca melodías entre la percusión digital con determinación, alimentando el sostén melódico del asunto; la guitarra de Andrew Innes cumple un rol rítmico para que el primer violero destelle; el baterista Darryn Mooney busca la sinergia perfecta con las bases disparadas y, atenti, el bajista Gary "Mani" Mounfield pone su sonido grueso para que lo hipnótico reduzca a cenizas a cualquier treta de Tony Kamo.
Slip inside this house afianzó el pulso bailable insinuado en la apertura y ya genera visuales psicodélicas a espaldas de los músicos, garantizando el mito ácido que rodea a Primal Scream. Ni hablar cuando entra el elocuente Don\'t fight it, feel it: pisterazo, con la coreuta cantando como si una iglesia baptista del Harlem neoyorquino fuera La Hacienda de Manchester. Algo así como el triunfo de lo secular (lo bailable e iconoclasta), pero con respeto hacia lo que vence (la invocación divina). Alucinante, pese a que serios problemas de sonido (como que en un momento sólo sonaran los monitores) hayan amenazado al hechizo.
Damaged, esa balada re Rolling Stones que bajaba cambios, nos recordó que Screamadelica también tenía mucho de pastoral y neo hippie. Y Higher than the sun, el grave asesino que todo dub necesita para hacer levitar al escucha y prepararlo para mantras como el que ordena Loaded, que además del manifiesto hedonista "we wanna be free, to do what we wanna do", tuvo en pantallas al mismísimo Peter Fonda surcando la tierra montado en su motocicleta.
I\'m coming down meció su parsimonia en variantes free jazz a partir de un saxo tenor, y el hímnico Come together anunció el cierre de la masterpiece a plena exclamación inclusiva que contrastó con cierta falta de clima. Porque fue así, el cierre del Pepsi Music tuvo poca gente y la sensación de que es imposible en el rock metropolitano armar un programa acorde a la vibración de un Primal Scream. Vale leer algunos de los artistas complementarios: BDT, Volador G, Jarabe de Palo... Complementariedad: 0.
Como sea, en el final, Rocks tuvo a la voz de Bobby enunciando un "We love you", que se procesó en un delay hasta convertirlo en una expresión robótica. Casi el anuncio de la llegada de un nuevo verano del amor en tiempos de automatización de las redes.
En el player de arriba, mirá videos de Primal Scream, Snow Patrol y Utopians en el Pepsi Music.
