Ulises Bueno cumplió finalmente una proeza que no se la había imaginado ni en sus sueños, y salió airoso de la parada. 60 mil personas en el estadio de River Plate, y millones siguiendo la transmisión por televisión, fue el público que el cordobés debió enfrentar interpretando ni más ni menos que el Himno Nacional Argentino.
El límite de tiempo que impone el reglamento de FIFA es de 90 segundos, y a eso se ajustó el cantante (aunque hubo otras oportunidades en las que se interpretaba el himno completo). Y dónde manda la televisación, ya se sabe, el tiempo es tirano.
Ulises apostó primero por una guitarra distorsionada y un piano en la extensa intro que insumió 1 minuto 08 segundos, más que los 40 segundos de canto, interpretando directamente la última estrofa. Pero su ejecución fue lograda: estuvo afinado y le confirió emoción y sentimiento a la situación. Fue raro escuchar el Himno Nacional sin el “Oíd mortales…”, y saber cómo le hubiera salido completo será una duda imposible ya de saldar.
Obviamente, si había polémica en la previa cuando se conoció la noticia de que él sería quien interpretaría la canción patria, una vez pasado el momento las redes se dividieron aún más (como si en este país no fueran suficientes los antagonismos por todo lo que sea posible). Nadie puede negarle a Bueno la chapa de cantante popular, y pocos escenarios más adecuados que un partido de la Selección para que haya sido una figura de su perfil la que interpretara el Himno. Eso no significa que le iba a gustar a todos, algo que además es imposible.
Repasando el calibre de la mayoría de los mensajes que lo criticaron despiadadamente, es posible pensar que aún si el cuartetero hubiera sonado con la voz de un tenor en La Scala de Milán, igual hubiera sido cuestionado: contra los prejuicios, los argentinos siempre perdemos por goleada.
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