Desde la mañana de este domingo, el paisaje de Santa María de Punilla, en cuyo aeródromo se desarrolla Cosquín Rock, se vio afectado por la presencia de Carlos “La Mona” Jiménez en el festival.
En los comercios, los sistemas de audio no sólo propalaban los éxitos de Los Redondos, La Renga, Viejas Locas o Callejeros sino también clásicos del tótem cuartetero como Agujita de Oro o Ramito de violetas.
Por supuesto, también ganó su lugar la histórica versión en vivo de ¿Quién se ha tomado todo el vino?, que a fines de los ‘90 fue releída por Divididos, la aplanadora del rock también programada en el festival.
Otro detalle sobresaliente bajo el penetrante sol de la tarde del sábado: los moneros tempraneros llevan con orgullo las remeras con la estampa de su ídolo, como si su presencia en el evento fuera de lo más natural.
En lo que respecta al funcionamiento de Cosquín Rock, José Palazzo admitió que la jornada inaugural, la del sábado, tuvo algunos inconvenientes que ya fueron superados.
Es probable que el productor se haya referido al dificultoso canje de entradas, que llevó a algunos espectadores a entrar al predio con cuatro horas de demora.
En el plano artístico, en tanto, se impusieron el carisma y la dulzura de Natalie Perez, quien asomó por el escenario Sur en la etapa más calurosa de la siesta.
La solista entregó versiones superadoras y encentadoras de sus hits (Algo tiene, Te quiero y nada más y Detox), que fueron acompañadas de pé a pa por sus seguidores.
“Me gustaría saber el nombre de todos los que están coreando para agradecerles”, dijo. Y agregó que era muy feliz haciendo música.
El público pidió una más, ella preguntó en técnica si la dejaban, pero le contestaron que no. Se despidió con ganas de seguir junto a su banda mayoritariamente femenina.
Tarde larga
El segundo y último día del festival había arrancado más temprano en los escenarios Norte, Sur, Boomerang y Córdoba, que fueron los que empezaron con su programación a las 14 y tal como estaba previsto.
Las buenas condiciones del tiempo (por un momento días atrás se había especulado con lluvia) facilitaron la organización, pero el calor pegó fuerte. El control del pase sanitario se dio sin complicaciones, ya que los asistentes al evento de fueron ingresando durante toda la tarde al predio del Aeródromo de Santa María de Punilla.
La mayor parte de los espectadores evitó el calor de la siesta y comenzó a llegar después de las 17.
En ese preciso momento, subía al escenario la banda soul y R&B NAFTA, que interpretó en plan exuberante temas exquisitos como Unos días más y Vos no. El sonido de esta formación hubiera sido ideal para vivir un atardecer cool, con las montañas de fondo. Pero tuvieron que subir a la tarde, con el sol en su máximo poderío. Como sea, sonó perfecto y elevó la vara del festival con su música.
NAFTA, incluso, atrajo público disperso en el campo y lo puso a bailar al son del groove con charme que emana.
Los Airbag, por su parte, fueron los primeros de la tarde en lograr una convocatoria multitudinaria. Pasadas las 18 el calor comenzaba a aflojar y la mayoría del público ya estaba en el campo colmando los escenarios.
La banda bonaerense se enfocó en el alarde guitarrero de Pato Sardelli, tocó el Himno Nacional y cerró con Solo aquí. Ante esa ofrenda, el público explotó.
En el otro extremo, Acru agitaba en simultáneo: “Somos hijos del rock y tenemos respeto de venir a pararnos a este escenario. Pobres lo que quieren separar lo que está pasando con la musica entre los jovenes. Viva la musica de nuestro país”.
Con ese textual, el rapero reaccionó sin mayores rodeos a la corriente de pensamiento que expresa que Cosquín Rock se ablandó al programar referentes de música urbana y géneros tangenciales.
Luego, La Vela Puerca arrancó al hueso con Va a escampar y, de repente, el Cosquín Rock volvió a ser lo que era antes de la pandemia: banderas y efervescencia pura. “Cada día más lindo este festival”, dijo Sebastián Teysera, el cantante de la banda uruguaya, que siguió su show con Sin avisar y una seguidilla de clásicos que siempre funcionan entre el público.
Antes de que subiera Fito Páez al escenario Sur, hubo tiempo para ver en vivo a una banda internacional.
“Volver a un escenario es muy importante para nosotros después de esta pandemia de los cojones. Es la primera vez que subimos a un escenario y lo agradecemos más que antes”, dijo Santi Balmes, el vocalista de Love of Lesbians, mítica banda española que desembarcó por primera vez en Cosquín. Mucha gente acompañó clásicos como Los irrompibles.
Pasaron dos segundos del final del show de los catalanes y el público comenzó a corear “Olé, olé, olé, olé, Fitooo, Fitooo...”. Páez subiría minutos después con temas de su último disco Los años salvajes y una ristra de hits infalibles (ver Cosquín Rock no da respiro: Fito Páez y Divididos, emociones en zigzag y listas imbatibles).
Una noche “redonda” en Santa María de Punilla
Con el sol ya escondido muchos grupos de amigos y familiares comenzaron a disgregarse entre la vasta cantidad de escenarios porque la grilla se ponía cada vez más convocante.
Mientras en el escenario Sur Páez daba paso a Juan Ingaramo, músico local que terminó de despegar con su último disco La batalla, en el escenario Norte volvían a sonar temas de Los Redondos (cabe recordar que el sábado allí mismo había tocado Skay y los fakires) pero esta vez con la Kermesse Redonda de la mano de Los decoradores con los ex Patricio Rey Sergio Dawi, Semilla Bucciarelli y Tito Fargo.
Fueron al hueso con los clásicos de los clásico de la banda que se completaba con Carlos Indio Solari. Largaron con La Bestia Pop, y siguieron Ñam fi frufi fali fru, Música para pastillas o Todo un palo. Grandes rocanroles en los que Dawi pudo lucirse y además contó con músicos invitados como Alejandro Kurz (El Bordo), Gonzo Palacios y Franco Ronchetti (4 al hilo).
Con Dawi a cargo de las presentaciones el show fue una especie de “autohomenaje” a aquel pasado brillante y creativo. Unos pocos peligrosos sensatos y Vamos las bandas fueron otras de las canciones que sonaron hasta que el saxofonista anunció una que iba a hacer bailar a todos.
Los acordes de Jijiji comenzaron y el público empezó a correr desde otros escenarios para participar del pogo furioso, algo que ocurre cada vez que algún ex Redondo toca ese tema.
Mientras temas con más de 30 años sonaban en el escenario Norte, en el espacio Paraguay Sara Hebe la rompía con su siempre cambiante y ecléctico show. Sonó México y la cantante dijo que después de componer ese tema y gritar por todos lados “me voy a México” nunca pudo viajar por la pandemia. Y luego llegaron canciones como Mándame tu luz, Jeni y Lujo popular. Casi sobre el final subió la banda banda Intendente a cantar con ella el tema que grabaron juntos FT2020. El cierre llegó con El marginal.
La estrella del momento
Este año el desembarco de María Becerra era todo un enigma para el festival. Esta artista subida a la cresta de la ola con millones de reproducciones en plataformas desembarcó en Cosquín Rock con un show corto de unos 45 minutos: diez temas, por supuesto los más ‘hiteros’.
Acompañada de una banda bastante potente que sonó impecable y seis bailarines que siguieron las coreografías al pie de la letra y con sincronicidad admirable, Becerra jugó sus cartas para ganarse al público local pero el sonido de su voz quedó algo opacado por la música.
En el tramo final Becerra tuvo que cortar el show justo cuando empezaba su “canción favorita” (ella misma lo reveló sobre el escenario).
Después de los primeros acordes de Cerquita vio que una persona del público necesitaba atención médica. Visiblemente preocupada, frenó el show y comenzó a pedir que un médico asistiera a alguien que parecía haberse desvanecido. La preocupación duró pocos minutos y ella anunció que ya estaba todo bien y largó nuevamente con la canción.
Como sea el público, mayoritariamente adolescente y preadolescente agradeció su paso por el festival y después de tocar Miénteme, tema que canta a dúo con Tini, le advirtió a sus seguidores que se venía la última canción. “Yo les aviso para que se la vivan con toda”, lanzó mientras todos seguían pidiendo más. Sonó Animal y no hubo bises.
Antes de abandonar el escenario les pidió a todos que levantaran las manos para una foto que seguramente irá a parar a sus redes repletas de seguidores.
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