Este sábado y en el Aeródromo de Santa María de Punilla, la apertura de Cosquín Rock 2022 mostró revitalizado al máximo festival de nuestra música joven, tras dos años de ausencia por una pandemia que aún sigue su curso.
Así fue tanto por la soberbia puesta en escena de su programa inabarcable y diverso como por la respuesta popular que consiguió. La convocatoria fue abrumadora: 45 mil personas, según cifras oficiales.
Al cierre del primer día, que se produjo en las primeras horas de este domingo, Los Auténticos Decadentes sumaron a Ricardo Enrique Bochini a su delirante troupe, casi abonando la idea de que todo vale en esta pista de despegue y aterrizaje. De que es más imprevisible desde que se elastizó en términos estilísticos. Casi como una gambeta del “Bocha”.
A su vez, por esa gran kermese rockera, popera, trapera y metalera se destacó otro recital de Babasónicos, un grupo que tiene su propia tradición de shows cordobeses y una obra que se corresponde con este espíritu iconoclasta que el evento intenta instituir.
Dárgelos y los suyos no escatimaron hits, que los tienen a montones (Los calientes, Pendejo, Irresponsables y Desfachatados, entre ellos), pero se permitieron desafiar el estándar festivalero con el sugerente Ingrediente.
A este momento del festival le quedaba perfecto el medio tiempo Bestia pequeña, que tiene un verso que bien podrían verbalizar los organizadores de Cosquín Rock.
“No soy todo eso que esperas de mí/ Tal vez sea algo mejor o algo peor”, es algo que podrían decir José Palazzo y Marcelo “Chueco” Oliva, vapuleados en redes por permitirse ofrecer una versión más permeable del “duende del rock”. Por darle lugar a la revulsiva movida de artistas urbanos.
Un verdadero encuentro multipalo
A decir verdad, esa grieta no se puso de manifiesto en la extensión del aeródromo, donde un público intergeneracional viboreó mientras pispeaba horarios en la señalética.
Claro que para llegar a esta situación antes tuvo que mostrar pase sanitario en un primer corte de los accesos, que certificara esquema de vacunación completo.
Lo intergeneracional de Cosquín Rock se pudo contrastar en situaciones muy puntuales.
En el escenario Boomerang, por caso, primero derrochó encanto folkie Paz Carrara, que tan sólo tenía tres años en 2001, cuando su tío Constantino fundó el festival junto a Palazzo y a Héctor “Perro” Emaides; y más tarde, por allí se mostró Manu Martínez, que era un bebé cuando su padre, Andrés Ciro Martínez, dirigía los movimientos imperiales de Los Piojos en la Plaza Próspero Molina.
Al desplazamiento de padres con sus hijos, de rockers intransigentes y de hipsters lo hicieron llevadero un fresquito agradable y un terreno que no acusó el impacto de la lluvia del viernes.
Finalmente se impuso la curiosidad por verlo todo, con la que conspiraron cierta superposición horaria y, claro, los casi 1.000 metros que separan los escenarios Norte y Sur. Y si a esas cuestiones les sumamos las distracciones que se encuentran a la derecha y la izquierda del camino (los escenarios alternativos curados con sapiencia y una oferta gastronómica algo salada y no precisamente por una cuestión de papilas gustativas), la posibilidad de ser omnipresente fue realmente utópica.
Porque al comenzar la tardecita sólo 10 minutos separaron el comienzo de Wos en el Norte del de Turf en el Sur. Entonces, había que optar. En el caso de este cronista, la balanza se inclinó por el excampeón de batallas de freestyler, quien ya convertido en solista formal es el rapero que más puentes tiende al mundo del rock.
No sólo por los pasajes de rap metal de sus conciertos en vivo y cómo interpela a los niños – jóvenes de hoy, sino porque en Oscuro éxtasis, su último disco, fue bendecido con la participación de Ricardo Mollo. No la necesitaba, pero le sumó.
Wos, demoledor
Al igual que en su paso por el festival en 2020, Valentín Oliva noqueó a la audiencia, y le cedió a los fotógrafos esa toma de él por los aires como poseído, que desde hace años tiene estatus de póster.
Si bien tiró sus certeras ráfagas de protesta, Wos también planteó el tono entre confesional y reflexivo perceptible en Oscuro éxtasis, para bajar el frenesí festivalero.
Luego de una irrupción shockeante sonorizada con el instrumental Introducción al éxtasis, Wos comenzó su show con golpes al mentón de la talla de Buitres y Culpa.
Acompañado por Tomás Sainz (baterista muy requerido como productor), Fran Azorai (teclados), Natasha Iurcovich (bajo) y Facundo Yalve (guitarra), el joven maravilla demostró que es un titán para disparar versos sobre canciones orgánicas. Tal el caso de Niño Gordo Flaco, que se construyó desde el sampleo del bailable Praise You, de Fatboy Slim.
Canguro, por supuesto, ofició de himno – patada contra el conservadurismo, mientras Melón Vino y Púrpura resonaron como clásicos “vieja escuela”. Y sí, desconcierta esa sensación si se tiene en cuenta que la carrera de Wos empezó en 2018.
El tiempo vuela, claramente. Pero en este presente Wos es el artista transversal que conecta a padres e hijos; el que capitaliza el riff de Luzbelito y las Sirenas, de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, con fines de rap social en Luz Delito.
En un ideal de amiguismo extremo de backstage, a ese motivo lo debería haberlo tocado el mismo Skay, el violero de Los Redondos que sucedió a Wos en la línea de tiempo del escenario Norte. Pero no, no pasó.
Estampa de rocker
Precedido por el cántico “es una noche especial/ no te la vas a perder/ toca el corazón de Patricio Rey”, Skay apareció con Los Fakires, sus compañeros de aventuras, en el horario indicado y con la estampa que se le conoce. Esta es la del demiurgo que hace de la discreción su arma más poderosa y que, en escena, agiganta su autoestima con esos riffs que airean exotismo arábigo, misterio o prepotencia imperial, según el caso.
Tras su paso por el Cosquín Rock 2022, Skay dejó en claro una vez más que es lo que canta su público y no un simple instrumentista como sugiere su excompañero Indio Solari. De cualquier manera, él siempre va a su aire, desentendido de todo bullicio controversial y apenas alude a su influyente exgrupo con pocos temas por show.
En esta oportunidad, los seleccionados fueron el oscuro Criminal Mambo, El pibe de los astilleros, Nuestro amo juega al esclavo y el despertador del pogo más grande del mundo. Ji ji ji, claro, en cuya interpretación podrían haber participado sus excompañeros Semilla Bucciarelli, Sergio Dawi, Tito Fargo y Hernán Aramberri, programados como Kermese Redonda en la grilla de este domingo. Tampoco pasó.
Mujeres al frente
Sujeta a derecho en lo que respecta al cumplimiento de la Ley de Cupo Femenino, la apertura del Cosquín Rock 2022 tuvo varias referentes empoderadas desde mucho antes de que la marea verde ganara las calles.
Temprano y en el Norte, se manifestaron Lula Bertoldi y Brenda Martin de Eruca Sativa, quienes tienen al baterista Gabriel Pedernera como aliade e intentaron plasmar una vibración de época en el aire de chacarera Creo.
Pero problemas técnicos no se lo permitieron.
Eruca vive un proceso de deconstrucción del sonido de power trío, y el comienzo de su show, en clave sexy funky, lo certificó. Luego, acaso por las aludidas complicaciones de sonido, todo redundó en algo avasallante.
Este power trío, que también sabe cómo mutar a flower trío, surgió de un garaje cordobés, dato que una vez más encenció la llama de cierto orgullo localista.
Horas más tarde en un demorado escenario Sur, en tanto, Julieta Venegas recordó que no hay tendencia musical que la borre del mapa en lo que respecta a pop hispanoamericano sutil, vibrante y dulce, muy dulce.
La tijuanense prendó ya fuera parada con su acústica o cargando su acordeón; y ya fuera para atender lo testimonial - filosófico (Los momentos) o para tirar pistas sobre el mapa de su amor.
Así lo hizo en Eres para mí, Limón y sal, El presente y Me voy. Fue muy sorprendente lo que pasó al momento de Lento, una composición que intenta sosegar cierta torpeza machista a la hora de la seducción: las chicas corearon con énfasis de marcha el estribillo que dice “sé delicado y esperá/ dame un tiempo para darte/ todo lo que tengo”.
Un acierto haber programado a Venegas en un tablado que un tiempito antes tuvo a Zoe Gotusso, nuestra carta brava para la conquista de Hispanoamérica. ¿Alguien duda de que lo logrará?
La exSalvantallas armó una banda especialmente para esta cita y dejó un repertorio de ocho canciones en el que sonaron con mayor amplitud de matices Ganas, Mi primer día triste y Monoambiente en capital.
Trueno y Nicki Nicole cantaron juntos
Hacia fines del año pasado, y en la antesala de su show en Quality, Nicki Nicole lamentaba no poder participar del show de Trueno, su novio, programado en el mismo espacio unos días antes.
Ambos se tomaron revancha en Cosquín Rock e interpretaron una versión del archiextrasúpermega hit Mamichula, sellando su final con un tierno beso.
Un momento antes, el indomable de La Boca había mostrado sus habilidades de freestyler a partir de la palabra Cosquín y desandado su obra “atrevida” que unta en hip hop de vieja escuela (eso lo dejó en claro el MC Peligro, padre de Trueno, en el mismo escenario) y que no para de crecer. En este sentido, vale contar que este solista ya se vale de una banda y no de lo que puede disparar un dee jay desde sus tablas.
Su obra se ha complejizado al tiempo que él ha crecido como entretenedor.
