Hacia la mitad de su show de este sábado en Plaza de la Música, Usted Señálemelo paró por un instante la máquina de flashear para que Juan Saieg, su cantante, hiciera una alocución breve ante una audiencia de aproximadamente 3.000 personas. “Estamos presentando Tripolar, un disco que ya nos llevó por muchos lugares y que no sabemos a qué otros nos llevará”, dijo el frontman larguirucho, con estampa y altivez de estrella de rock.
Y pese a que su intervención fue acomodaticia, de esas guionadas de antemano, la imagen de destino incierto viene como anillo al dedo para describir un vivo de la banda mendocina. Se trata (el vivo) de un viaje zigzagueante con postas de rock setentista, de desarrollos deformes que untan en el trip hop, de pulso bailable, de acusticazo psicodélico.
Un viaje que le pone al espectador un gesto de estupefacción que se creía olvidado en el contexto actual de la representación de obras discográficas en un escenario. Esta formación nos llama la atención por no atender ningún nicho específico (es demasiada grandilocuente para ser considerada indie y poco complaciente para sumarse a un mainstream maniatado) y nos devuelve la esperanza de tener a mano una súper banda que se regodee en singularidad.
Eso, eso, eso, Usted Señálemelo es la esperanza que creíamos perdida. Más cuando, hace unos años, la banda dispuso una separación desconcertante, de la que hoy, por pura prepotencia artística, nadie se acuerda.
Usted Señálemelo, música de big bang
Ahí estuvo el guitarrista Gabriel “Cocó” Orozco demostrando que hay alternativas al solo del guitar hero con matices, con interjecciones espásticas a lo Jack White, con responsos soul… Al cabo, lo más “a tierra” que tocó fue la introducción de Big Bang, cuyo arpegio introductorio remite al Skay más new wave.
“Cocó” también se cargó la voz principal de Salto al espacio, un tema pop – pop que exige verbalizar estas letras con toda la chispa.
El baterista Lucca Beguerie Petrich, por su parte, acompañó todo con gesto expansivo, pero con una ejemplar lectura de juego y una capacidad única para acoplarse a secuencias, a loops.
Arriba citamos a Big Bang. Bueno, en directo, la música de Usted Señálemelo se corresponde con lo que, suponemos, pasó en el arranque de todo. Cuando hacia el final llegó Láser 420, las pantallas tiraban imágenes sobresaturadas de lo que podría haber sido un glaciar en plena formación o lava volcánica preparando consistencia y ardor para llevarse todo lo que encuentre a su paso.
Así de polivalente resultó también la figura de los osos polares proyectadas al comienzo, para acompañar los respectivos estrenos de las canciones de Tripolar. Se veían cariñosos, aunque los manuales siempre recuerdan que son depredadores de primer orden cuando se sienten amenazados.
Usted Señálemelo, mediante esta música repleta de referencias a las fuerzas de la naturaleza (una montaña que los atraviesa de energía; el sol que promueve inmensos espejismos), se correspondió con ese movimiento entre ternura y furia.
Saieg fue magnético sólo ocupando el espacio y bailando los temas grooveros, y usó retórica de complicidad provinciana para fidelizar. “Hola, Cordobita”, dijo con regularidad. Pero su mano de nocaut llegó con el entramado acústico que formaron Melodía del viento y Nena, dime algo, interpretaciones que si los consumos culturales fueran los de antes, serían carne de bootleg, de obra pirata. Quizás en el 2060 se perciba así, quién sabe.
Saieg paseó entre el público a la hora de Agua marfil. Si lo hizo para desacralizar su estatus de deidad escénica, no resultó. De cerca, éste (ese estatus) y su aura se potencian. ¡¡¡Ahhhh!!! Ahí, está, quizás se haya bajado para disponer de nuestra energía y transmutarla. Bien ahí.
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