El presidente del Festival de Jesús María, Nicolás Tottis, está convencido de que la edición 2022 va a inscribirse en la historia como un mojón a partir del cual se escribirán las próximas. Porque fue un festival masivo en el que debutaron costumbres que pareciera llegaron para quedarse: barbijo y medidas de autocuidado, entre otras.
El gran mérito de esta comisión organizadora fue haberse animado, decirle que sí a una fiesta en el peor de los contextos de contagios por coronavirus, en una insólita e interminable ola de calor, y en un momento en que los bolsillos de los espectadores que habitualmente consumen este festival vienen golpeados por la inflación.
Pero, pese a todo ese marco desfavorable, el festival se aprestaba a superar con holgura las 120 mil entradas vendidas con la noche del lunes extra con Tini, Los Palmeras, y Luciano Pereyra. Y con un dato imposible de soslayar: fueron los adolescentes y jóvenes los que abrazaron la causa festivalera y concurrieron masivamente a noches como la de Chaqueño Palavecino/Ulises Bueno, Los Tekis, Sergio Galleguillo, Abel Pintos, o Soledad.
Quizás el festival perdió clientela entre las personas mayores y en las familias que eran, históricamente, las que le daban el espaldarazo principal. Pero esta edición se consumió en el segmento que va de los 15 a los 40 años, mayoritariamente. La franja por encima de esa edad fue minoría por primera vez en toda su trayectoria desde que arrancó en 1966.
Un show a la altura
En cuanto a la programación general, hubo destellos de genialidad y distinción en algunas presentaciones, más allá de las reacciones del público de este ruedo siempre tan propenso a lo festivo. Fue muy bueno lo de Raly Barrionuevo, Nahuel Pennisi, Jorge Rojas, Ahyre, u Horacio Banegas, en una enumeración seguramente mezquina.
Pero también conmovieron las fibras íntimas del público presente las actividades del campo de la doma, más allá del campeonato nacional de jineteadas. Las tropillas entabladas, el cuadro de despedida de Herencia criolla, las destrezas criollas, y los caballos de paso peruanos son una muestra de que rinde ver la mansedumbre y nobleza de los animales.
No hubo ni un artista que no le reconociera a Jesús María el coraje de haberse animado y de haberles devuelto a los cantores y músicos ese rencuentro tan necesario con su público después de tanto encierro. Hubo palabras emocionadas y sinceras a lo largo de las 12 noches.
Después de todo, el sars-cov-2 parece haber llegado para quedarse e irá mutando en variantes que ocuparán todas las letras del alfabeto griego en algún momento. Y nuestra vida tiene que seguir, con respeto al otro y autocuidado. Eso fue lo que propuso Jesús María 2022: un festival bajo protocolo que habrá que seguir puliendo de ahora en más como si todo arrancase de cero.
