En un teaser posteado en su cuenta de Instagram, Luis Miguel, la serie dejó en claro que el séptimo capítulo, el penúltimo de la segunda temporada, se referirá a la relación que el astro mejicano mantuvo con la vee jay cubana Daisy Fuentes.
Hablamos de un noviazgo fogoso, desarrollado en el meridiano de la década del ’90.
“¿Qué le traerá esa entrevista al Sol?”, se preguntan los community manager de la bioserie. Y conestan con una secuencia en la que Luis Miguel está en una sesión de Segundo Romance, a la que debe interrumpir porque el Doc, su asistente, se le acerca aconsejándole que empiece con una ronda de prensa pautada desde su oficina.
“Hay varios reporteros y una chava de MTV, Jessi” le indica su agente más confiable.
El astro capta el recorte del Doc y, sonriendo, le contesta que quiere empezar la ronda de entrevistas con ella.
Ella, por supuesto, es Jessi, el nombre que eligieron los autores para referirse a Daisy Fuentes, una modelo devenida en vee jay de la súper cadena de videos nacida en La Habana en 1966 y que emigró junto a su familia a Madrid como previa a su establecimiento definitivo en Nueva Jersey, Estados Unidos.
Antes de conocer a Luismi, Daisy tenía la vida resuelta, en el sentido de que tanto profesional como personalmente ya había realizado un recorrido tendiente al cierre.
Es que Fuentes no sólo era la vee jay latina de MTV. También había firmado contrato con Revlon y conducía programa propio en CNBC (cadena líder mundial en noticias de negocios), además de estar casada, desde 1991, con el modelo Tim Adams.
Pero esa ronda de entrevistas, tendiente a promocionar la participación de Luis Miguel en el disco Duets II, de Frank Sinatra, lo cambió todo al extremo de que el cantante y Daisy oficializaron un noviazgo que se extendió entre 1995 y 1998.
En ese período, Luismi le planteó a Fuentes un repliegue de trabajo y figuración, pero con el tiempo se comportó como un controlador que opacó el fulgor imparable de la cubana, actitud que, inevitablemente, llevó a la ruptura.
Y no de común acuerdo: fue Fuentes la que puso punto final, después de una aparición rutilante en unos premios Óscar y de una relación que se desarrolló entre hoteles, aviones y yates sin trascender cierto carácter claustrofóbico.
Apenas separada de Luis Miguel, Daisy Fuentes se asentó en Miami, agarró su agenda y empezó a llamar a productores para reimpulsar su carrera.
No tardó casi nada, ya que en el mediano plazo condujo America’s Funniest Home Videos (un programa de cámaras ocultas) y volvió a MTV para ponerse al frente de House of Style, un programa de modas.
El futuro la mostró como una creativa y hábil mujer de negocios, que llegó a diseñar su propia línea de fragancias, productos de belleza, moda, calzado, lentes de sol y accesorios para la cadena de almacenes Kohl’s.
Hablamos de una facturación anual (promedio) cercana a los 300 millones de dólares.
¿Y qué decir de su vida sentimental? Que la manejó con discreción cada vez que pudo, a excepción de la vez que confirmó que salía con el cantante Richard Marx, su actual esposo.
Es que cuando todo comenzó en 2014, el músico norteamericano abandonó a su esposa de más de 25 años y madre de tres hijos para empezar a salir con Daisy.
“Un día, para mi gran sorpresa, me pidió que me casara con él y en cuanto lo pude procesar en mi cabeza, le dije que sí”, fundamentó Fuentes a la revista Hola, obviando si todo se había producido en medio de un escándalo.
Lo concreto es que el matrimonio entre Daisy y Richard se mantiene hasta hoy y, a juzgar por el Instagram de la cubana, en un marco de absoluta felicidad.
