Saint Gallen, una de las últimas aperturas en barrio General Paz (a punto de cumplir un año), es antes que nada una gran inversión para el ámbito gastronómico local. Dispuesto en una casona con diversos ambientes, luce bello e imponente en cada uno de sus sectores.

Mobiliario de lujo en la barra, en los salones, en el jardín y en la terraza. Todo bien lustrado, limpio, cálido y brilloso, hasta en el más mínimo de los detalles. En esta noche de verano, por supuesto por más calor y mosquitos que haya, tomamos asiento al aire libre. Confort y Off es lo que sobra.

Saint Gallen, el nuevo restaurante irlandés en General Paz.

Afuera hay vegetación, hay cemento, hay un deck de madera, una especie de casa de árbol con espacio para un dee jay y una terraza. Todos estos espacios crean un ambiente ideal.

Cabe una mención especial para el mozo, de nacionalidad italobrasileña y con una hermosa historia acerca de su residencia en la ciudad. Realizó un servicio excepcional.

Entradita

De entrada, vamos a pedir un aperitivo de verano, hace calor y algo refrescante y líquido es lo que piden los cuerpos. Un Cucumber Collins será lo ideal ($ 1.100). Es como un gin tonic, pero con soda y un toque de pepino. Menos azúcar, más impacto vegetal, más frescura en la piel.

El appetizer de la casa es un alioli de pimientos rojos, que se acompaña con lo que mostró una correcta panera.

Luego sí, con la cabeza y el estómago listos para la acción, vamos a arrancar con los platos más fuertes. Primero, con una Ensalada César con salmón ($ 2.400). El gin y el pepino con limón abrieron el apetito y queremos seguir por la senda del verano. Y llega en un plato hondo y bien presentada.

Hay frescura en los verdes, el pescado no se pasó tanto de cocción en la plancha, hay croutones, hay toques (cubitos) de panceta para sumar sabor. La cuenta pendiente de esta ensalada fue una presencia más protagónica de algo que la identifica: el aderezo César, que define su sabor y completa la humedad y fluidez de cada bocado.

“Risotto”

La carta a la hora de picar tiene entradas con molleja, provoleta, langostinos, tofu y rabas. Hay sándwiches, bruschettas, tapas y luego también pastas. Nosotros nos tentamos con un plato que bien vale la pena recomendar. Un risotto de hongos y ternera braseada ($ 2.300).

Levanta temperatura, es cierto, pero también intensidad y sabores en la noche. La carne braseada es pura potencia. Está bien desmechada, condimentada y amalgamada con un arroz que luce bien cremoso, bien montado en su punto y en una combustión al menos erótica con los hongos.

No hicieron falta queso rallado ni aceite de oliva. El risotto cumplió las expectativas. Una más: es un plato abundante que se puede compartir perfectamente.

El vino

El vino acompañó de maravillas los dos platos principales y el postre también. Los blancos y los rosados son más fáciles de maridar con cualquier comida, más que los tintos, que generalmente piden platos más corpulentos como este (particular) risotto.

Disfrutamos de un Albariño de Las Perdices ($ 4.700) que, junto con el Riesling y el Gewürztraminer de la misma bodega, están entre los blancos más originales del mercado (todos de Luján de Cuyo).

Cepas españolas y alemanas. Son pálidos, pero aromáticos en nariz y boca, cada uno con sus descriptores, pero siempre untuosos y buenos compañeros de todas las comidas. En verano, comer con vinos blancos y rosados es una necesidad, pero también una virtud (saber elegir).

Baños y postre

Antes del postre, subimos las escaleras y llegamos al baño, bien equipado, bien ordenado, a tono con lo que la inversión inmobiliaria merece. Luego sí, un postre italiano para cerrar la noche con sabor a café, aroma a vainilla, crema de queso y cacao amargo.

El tiramisú ($ 1.100) se presenta generoso y equilibrado en su concepción, bien humedecido y con los resortes sensoriales bien activados. No hay cucharada que no responda bien a la expectativa. La porción también permite disfrutarlo de a dos.

Saint Gallen es entonces lo nuevo de General Paz. Un espacio ambicioso desde su concepción que ofrece una buena experiencia, con mucho potencial y también camino por recorrer por la senda de los lugares que buscan lo mejor: ser hitos en la historia de una ciudad.