Cuando alguien pasaba y veía el castillo San Possidonio de Villa Allende por primera vez, al segundo se daba vuelta y lo miraba de nuevo. Y sí, era una estructura que llamaba mucho la atención en el contexto de la villa.

Apelando a la memoria, sabemos que hace algunos años era un hotel, pero luego estuvo en desuso durante varios calendarios. Por suerte hoy está abierto y vigente como una cafetería y restaurante Croque Madame, parte de una cadena que ofrece sus servicios solamente en locaciones especiales como museos, clubes o edificios históricos.

Entonces tenemos una casona y un jardín hermosos en nuestras Sierras Chicas listos para que podamos disfrutar de la influencia francesa en los platos de esta cadena que nació y se desarrolló (hasta aquí) solamente en Buenos Aires.

Además, estamos en un edificio diseñado por el arquitecto Augusto Ferrari, el mismo de los Capuchinos o la misma iglesia Nuestra Señora del Carmen en Villa Allende. Un lujo total que da ganas de seguir aprendiendo sobre la historia de este creador que, desde aquí hasta la iglesia del Carmen, tiene varias construcciones diseñadas.

Un sándwich clásico

Tomamos asiento en la galería (divina) y pedimos cartas. Además de cafetería y tortas (hay muchas opciones sin tacc) vemos variedad para la hora del almuerzo o la cena: entradas, brunchs, croques, sándwiches, woks, ensaladas, carnes, pastas, risottos.

De beber pedimos Limonada de maracuyá ($ 850) y su acidez sumada al solcito calentito que pega en las arboladas a la vista, ya nos hace sentir la adorable proximidad de la primavera. Para acompañarla, tenemos un rico appetizer de hummus de berenjena ahumada.

De arranque vamos a pedir por supuesto un Croque Madame ($ 1.200). Este plato, que da nombre al restaurante, es un sándwich clásico francés que aquí tiene también reversiones con gravlax de salmón y con pollo. De todos modos fuimos por el tradicional, elaborado en pan de molde con manteca, queso gruyere, jamón cocido y huevo a la plancha. Simpleza pura.

Se acompaña con una ensaladita de verdes, tomates, choclo y cebollita morada (fundamental para aportar frescura), así que cada mordisco se puede comer con cuchillo y tenedor sin miramientos.

Hay que tener mucho cuidado con el punto de cocción de la yema (que se presente en su punto le suma untuosidad y sabor) y ya hablaremos también del aliño de la ensalada.

Ensalada de peras

Siguiendo con la línea de inspiración francesa, luego del primer paso ordenamos una Ensalada de peras caramelizadas con verdes, queso azul y nueces ($ 1.250). Se la ve bien voluminosa, colorida y equilibrada en sus sabores, con buenas materias primas.

El único punto a discutir aquí y allá será el de siempre que aparecen los alcuzas en la mesa: ¿no sería ideal que el chef proponga una vinagretta, limonetta o aliño de su preferencia que le aporte otro matiz a la ensalada? Seguramente sí y todos estaríamos agradecidos por habernos ampliado el paladar.

Ñoquis con pesto

Hay pastas y risotto, esas son buenas noticias. Y también hay pesto, una salsa que es dificilísima de encontrar en Córdoba y reinados circundantes. Entonces la vamos a aprovechar este momento de inspiración y vamos a pedir unos Ñoquis de espinaca con tomate y albahaca ($ 1.350).

Tienen una buena textura y mejor sabor con sus tomates asados y su albahaca omnipresente. Hay una deco de queso (algo fresco) que no es advertida en carta pero que tiene presencia suficiente en el plato.

Resulta tan perfumado e intenso el sabor del conjunto en sí, que hasta nos olvidamos de agregar el queso rallado extra que se había dispuesto sobre la mesa. Tal vez no era necesario.

Creme Brulée

En fin… muy bien todo hasta aquí, incluso la atención, siempre un paso adelante a lo que se necesite. Antes del postre como siempre hacemos la visita al baño (en este caso bajando una escalera) y nos encontramos con un espacio privado... ejemplar.

Volvemos (a la galería) y tenemos nuestra joyita cremosa y colorida sobre tablas: Creme Brulée ($ 650), con su caramelo crocante y una decoración con hojas de hierba buena y cerezas.

En el contacto con la cuchara, el azúcar quemado demuestra firmeza y, cuando por fin lo atravesamos, tomamos contacto con lo divino. Croque Madame es un muy buen lugar para pasar el rato, tanto en materia de cafetería como de almuerzos y cenas.

La casona tiene diversos espacios, al igual que el jardín. Aquí está todo dado para comer rico y pasarla bien, con un castillo histórico por detrás y una suave y bella melodía de aire serrano.