En el universo de la música cordobesa, Carlos Sada es una de esas figuras que aparecen "aquí, allá y en todas partes". El bajista y compositor de Sullivan personifica la referencia a la canción de Revolver, de The Beatles, con su habitual presencia –al menos hasta la llegada de la pandemia– en shows, en charlas y en actividades varias relacionadas con la cultura rock en nuestra ciudad.
Arquitecto de profesión, Sada cuenta con una trayectoria artística de más de un cuarto de siglo (con nominación a los premios Gardel 2017 incluida), pero es, ante todo, un fan de la música. De los cuatro de Liverpool o los Beach Boys de Brian Wilson, pero también de Hipnótica, de Rayos Láser o de Los Caligaris, todos grupos cordobeses a quienes ha homenajeado en su último disco junto con Sullivan, Alma mater (donde versiona algunas de sus canciones preferidas del rock local).
No obstante, en los últimos años, el músico también se ha destacado por otra cualidad en redes sociales: sus recetas culinarias, y en especial sus postres, que son pequeñas obras de arte que resaltan por sus formas, colores y texturas.
"La creatividad que uso para la música y para la arquitectura la uso en la cocina, y me es mucho más fácil todavía, los resultados son mucho más instantáneos. Se convierte en un laboratorio donde combinar cosas, probar. Es todo ensayo y error, me gusta mucho explorar", comenta Sada, quien se asume como fanático de la gastronomía 24x7: "Yo prendo la tele y pongo (el canal) El Gourmet, o veo Cocineros argentinos".
Precisamente, el programa de la TV Pública fue uno de los encargados de hacer notar aún más esta especial cualidad de Sada. "Durante 2018 y 2019, ellos usaban el hashtag #AsíLoHiceYo y todos los programas mostraban tres o cuatro recetas replicadas por los televidentes. Cuando mostraron un plato mío, la primera vez casi me infarto", recuerda entre risas, mientras asegura que fue seleccionado unas 16 veces como parte de la sección.
“Una semana habían hecho la torta alfajor y la torta suiza, así que yo les puse ‘hice un intento de torta alfajor pero con relleno de torta suiza, un Frankenstein riquísimo’, y les encantó”, rememora este arquitecto del sabor y la belleza en forma de torta. “Para mí es como si fuera una escultura”, agrega al señalar la meticulosidad y el nivel de obsesión por el detalle que imprime en sus postres.
De todos modos, el amor de Sada por sus creaciones está lejos de ser mero fetiche. De hecho, otra de sus cualidades como repostero "por pasión" es su pulsión casi instintiva a la hora de regalar (y compartir) buena parte de lo que produce. Desde llevar unos calzoni para degustar junto a los albañiles de algunas de las obras que lo involucran hasta experimentar con recetas para celíacos o para veganos en función de las necesidades y preferencias de amigos y de vecinos.
“Cuando veo las fotos de lo que voy haciendo, siento que son como pequeñas maquetas. La volumetría y la proporción son parecidas”, acota, marcando el vínculo entre la repostería y la arquitectura. Y, volviendo a la música, añade: “Una vez que hacés una receta, ya está, después entrás a clonar ese mismo proceso. Pero la primera vez es como enfrentar la hoja en blanco. Como diría Daniel Melero: el momento entre la nada y obtener algo”.
“Una vez el periodista José Heinz me dijo ‘vos no hubieras hecho los discos que hiciste si no fueras arquitecto’, y para mí fue una revelación”, recuerda Sada, que vive su múltiple vocación como una unidad tripartita en la que se repiten conceptos y términos que aplican tanto a la arquitectura como a la repostería o a la música: detalle, estructura, arreglo, método.
“En arquitectura lo que hay que aprender es el método. Una vez que lo incorporás, podés hacer lo que sea. Con la música y con la cocina es lo mismo. Están todo el tiempo relacionándose. O será que yo las relaciono, no sé, pero ya lo tomo como algo natural”, resume Carlos. ¿Cuál sería la receta entonces? Él mismo la sintetiza: “Trato de que todo sea como un juego”.
Ricuritas
Los sábados a la mañana, el programa radial Un abrazazo (que conduce Gabriela Estofan de 11 a 13 en la 102.3 FM) tiene como contenido ilustre las "ricuritas de Carlitos", que no son otra cosa que las propias creaciones culinarias de Sada.
“Yo he ido varias veces al programa como invitado y siempre le llevaba algo, Gabi ya conocía esa faceta mía. Cuando empezó la cuarentena, sin la posibilidad de llevar invitados a la radio, ella la empezó a remar en dulce de leche con el programa, así que le ofrecí llevarle un postre para sortear. Lo empezamos a hacer y explotó, es impresionante”, explica Sada, quien se encarga de coordinar con cada ganador para la entrega (con la condición de que los participantes estén medianamente cerca de su casa, en Alta Córdoba).
“La gente no puede creer que alguien regale algo y no lo comercialice”, acota Sada, que promociona en la radio a El Granero, el almacén natural donde se abastece. “Quién te dice si el día de mañana hago esto un poco más seriamente, ya voy a tener ese piso hecho. No voy a empezar de cero”.
