En sus instantes finales de vida tras el accidente en 1997 que la catapultó a mito trágico tardío del siglo 20, Lady Di llegó a preguntarse: “¿qué ocurrió?”. A ese amplio y misterioso interrogante intenta aproximarse Spencer, la película del chileno Pablo Larraín en la que una rubia Kristen Stewart (nominada al Oscar por su rol) interpreta a la princesa Diana en el umbral de esa última y fatídica década.
Encapsulada en el ámbito más íntimo y físicamente psicológico de la protagonista, la película transcurre durante los festejos de Navidad de 1991 en la casa real británica Sandringham, cuando entre rumores de infidelidad y rutinas de comida, caza y tiro Diana decide separarse del príncipe Carlos (Jack Farthing) y hacerse cargo de sus hijos William y Harry (Jack Nielen y Freddie Spry).
La contradicción entre una personalidad espontáneamente amada por la sociedad y el escrutinio asfixiante del entorno aristocrático forjan al personaje histórico de Spencer, que en ese breve lapso de tiempo atraviesa la traumática liberación de dejar de ser la princesa de Gales para devenir Diana Spencer.
Definido por Larraín como “un cuento de hadas invertido” e introducido como una “fábula de una tragedia verdadera”, el filme se toma licencias dramáticas y de comedia negra al imaginar acontecimientos privados arduos de comprobar, emulando la biopic poco convencional que el realizador ya abordó en Jackie (2016).
Aunque si allí Jacqueline Kennedy Onassis (otro ícono asociado al poder, la tragedia y la omnipresencia mediática, encarnado por Natalie Portman) se entregaba a un duelo brutal luego del asesinato de su marido, en Spencer la mirada apunta al futuro y al cambio de identidad como mujer y madre de Lady Di.
En efecto, fue la madre de Larraín quien inspiró la película: el director de No y Neruda dijo que imaginó Spencer al ver una foto de su madre en la que ella tenía la misma edad de Diana en esa álgida década de 1990. Y al mismo tiempo pensó que era una historia que tanto su madre como miles de personas quisieran contemplar: la popularidad de Diana excede por lejos a la de “Jackie” Kennedy.
Ese interés lo viene comprobando el alcance global de la serie The Crown, donde la princesa es interpretada por Emma Corrin; aunque el enfoque de Larraín y del guion de Steven Knight (Locke, Promesas del este) va por otro lado, focalizándose en la complejidad abstracta del personaje y la rareza de su exclusivo universo.
“La película está situada en un mundo desconocido para cualquiera -señaló Larraín a Deadline-. Además de que trata sobre la familia real es un filme de época, ya que si lo hubiéramos filmado en los ‘80s miraría a la década del ‘50. Treinta años de diferencia es mucho tiempo. Combinemos entonces esa distancia con la desconexión usual que tenemos con estas personas aisladas en sus propias tradiciones y lógicas e historias. Internarse allí y sentir empatía es muy difícil. Y tampoco es necesario… hasta el momento en que Kristen te abre la puerta. Ahí la película se eleva. Si eso no sucediera siempre habría un vidrio entre la audiencia y la pantalla, y el largometraje sería algo bien distinto. Sería mucho más frío”.
Y agrega: “Estuve viendo algunas de las entrevistas que hicieron nuestros jefes de departamento y es increíble cómo cada persona de las que participaron en la película entiende a Diana desde una perspectiva diferente. Todos guardan una opinión única. Claire (Mathon, directora de fotografía) es francesa, Guy (Hendrix Dyas, diseñador de producción) es inglés. También lo es Steve Knight, que confesó que concentrarse en un personaje como Diana le significó un alivio en un mundo endurecido y cruel. De repente mirás atrás y te das cuenta que esa persona tan relevante y famosa por múltiples razones era a fin de cuentas alguien muy humano. La necesitamos aquí y ahora. Sería increíble verla a nuestro alrededor. La gente encuentra en ella un reflejo de sus vidas comunes”.
Viaje extravagante
Kristen Stewart, convocada para el papel luego de que Larraín la observara en un papel de soledad semejante en Personal shopper (2017), concuerda con el aura especial de Di.
“Ella era una líder natural. Son las personas que una aspira a ser, y no en un sentido literal sino en la cercanía que produce con el hecho de ser humano. Cuando la ves decís: ‘me agrada la especie humana’. Ella es maravillosa, una fuerza alentadora. Es tan poderosa como extraña, pero esas personas llegan a lo alto por alguna razón”, dijo.
Stewart comparó el ajustado guion de Knight con la sensación de agarrar algo que se cae de una mesa justo antes de que se quiebre; y la interpretación inductiva de Di como una posesión tan luminosa como frenética.
“Lo más loco fue lo divertido que este papel terminó siendo para mí. Fue un viaje extravagante. Una total intoxicación. Una sensación feliz, exuberante y agitada, incluso en escenas excepcionalmente tristes y densas. Pablo describió la película como un meteoro, y estaba prendido fuego. Es de una naturaleza histérica. Pero a la vez Diana era tan maravillosa que percibimos su luz refractada en el set. Y aunque haya sido nuestra imaginación, fue por medio de ella que Diana nos unió a todos. Fue como tomar drogas. Fue unas sensación agradable y genial”, concluyó.
Spencer. Reino Unido, Alemania, EE.UU., Chile, 2021. Guion: Steven Knight. Dirección: Pablo Larraín. Con: Kristen Stewart, Timothy Spall y Jack Nielen. Duración: 116 minutos. Clasificación: Apta para mayores de 13 años. En cines.
