Cómo es Mariquita, mujer revolución, la película que protagoniza Zoe Gotusso: ícono de época

Sin dejar de lado su impronta pop, Zoe Gotusso se engalana con ropas de época para interpretar a Mariquita Sánchez de Thompson en Mariquita, mujer revolución, documental de Sabrina Farji que llega a las salas Incaa y a la plataforma Cine.ar este 25 de mayo.

Partiendo de conjeturas disparadas por la presencia equívoca de Sánchez de Thompson en el cuadro de Pedro Subercasseaux de 1909, donde se la ve cantar el Himno Nacional Argentino ante las miradas de San Martín y de Belgrano, Farji reconstruye la historia de un personaje pionero del siglo XIX en términos de emancipación de la mujer.

Sociólogos, escritores e investigadores barajan miradas sobre el mito, que dejó una correspondencia literaria de un valor tan íntimo como político, que participó de la agitada vida de su tiempo a la par del sexo dominante y que propugnó una existencia valiente de desprejuicio liberal.

Zoe Gotusso se pasea vestida de blanco, ya sea en idílicos prados de videoclip o escribiendo con pluma y tintero sobre una mesa antigua, compartiendo escena junto a pretendientes pasajeros o caminando por angostos pasillos de archivo histórico.

El abordaje de Farji es deliberadamente contemporáneo, y de esa forma introduce elementos del presente, como una lámpara con bombilla eléctrica a la vez que desdobla la encarnación de Sánchez de Thompson en un dúo de actrices ajenas al cine, la mencionada Gotusso y la performer y bailarina Mayra Bonard.

La película cierra con una austera versión del Himno cantada entre susurros por la artista pop cordobesa, versión que arregló Christian Basso y que ya había contado con voz de Elena Roger en un corto previo de la realizadora.

“Elegí a Zoe para el papel porque me parecía que Mariquita tenía que ser una actriz cantante o una cantante, en el guion siempre estuvo planteado que el personaje cantaba el himno y entonces quien la interpretara debía poder hacerlo”, dice Farji.

“Zoe tiene esa cosa contemporánea, esa frescura, y al mismo tiempo ese poder y ese encanto que la convierten en una Mariquita perfecta, sobre todo para esos primeros años en que el personaje iba contra viento y marea –añade–. Entre ellas no existe parecido físico, esa cuestión tiene más que ver con el vestuario. Me permití justamente trabajar el arte, la estética, y por eso dejé que se vieran los tatuajes de Zoe, le dejé su corte de pelo. Para mí, Mariquita es una mujer sin época”.

“La vocación musical de Zoe permitió hacer una versión del himno nueva y a capella. No suena la fanfarria militar y eso humaniza mucho al himno, a la vez me parece inquietante, una linda versión. Siempre la pensamos sin orquesta, aunque la grabamos en estudio antes del rodaje porque Zoe necesitaba poder entrar a tiempo en los momentos en que ella canta”, señala.

“El Himno va apareciendo de a poquito, pero Zoe no llega a cantarlo entero, es un rompecabezas, como si fuera inicialmente un suspiro, una inhalación, y luego al final detona. Zoe me había confesado que ella siempre quiso cantar el himno, que le encantaría cantarlo incluso en un estadio como el de los Super Bowl, entonces con la película se dieron las dos cosas que ella quería: actuar y cantar el himno”, completa.

Fuera de cuadro

¿Qué convocó a Farji a dedicarle un documental a la figura de Sánchez de Thompson? “Me interesó el contraste entre lo que me enseñaron en el colegio y lo que descubrí leyendo el libro de María Sáenz Quesada: Mariquita Sánchez: Vida política y sentimental”, contesta.

“Siempre me pareció raro que habiendo hecho tan poco se le dedicara a ella un cuadro pintado en homenaje al centenario. Por qué si sólo prestó la casa para cantar el himno, se ligó semejante honor, semejante cuadro. Ahí empiezan a surgir un montón de preguntas y a mí me interesa a su vez la historia de las mujeres, todo lo que tiene que ver con la perspectiva de género, el rol que ocupamos las mujeres en la historia, en la cultura”, señala la directora.

Y apunta que Sánchez de Thompson es de las primeras mujeres de la historia nacional que llevó a cabo una acción política emblemática, aunque el énfasis lo haya puesto en la escritura. Fue una cronista lúcida que llegó a vivir 84 años, edad inusual para entonces.

“Ella tiene una visión desde que éramos colonia, narra desde el virreinato y las invasiones inglesas hasta la construcción nacional. Todo lo que ella escribe, su pensamiento, su modo de vida, el amor, sus libertades, la forma de criar a sus hijos, la manera en que manejó su dinero y cómo se desempeñó en política son actuales. Ella habla de religión, de la importancia de educar a las mujeres, temas muy vigentes”, desarrolla Farji.

“Es interesante pensar que la historia de las mujeres argentinas revolucionarias no empieza en el siglo 20 sino en el XIX; y que su rol no fue sólo bordar, sino promover y financiar la revolución. El rol de Mariquita viene a ser hoy el de cualquier mujer que trabaja en cultura y en política, que trata de abrirse camino y de abrirles camino a otros, que se involucra con su realidad y que es capaz de darlo todo cuidando a la vez a sus hijos. Es una mujer como cualquiera de nosotras”, cierra.