Acotada de manera literal a unos pocos personajes y a una cuadra urbana donde sucede todo, Togo no puede minimizar la coherencia y la ambición que han marcado la trayectoria de Adrián Caetano.
El realizador uruguayo filma por primera vez en su Montevideo natal en el estreno de Netflix, que tiene como protagonista a un “naranjita” veterano y cojo interpretado por Diego Alonso (recordado por su rol del “Pollo” en la hace poco resurgida Okupas).
Instalado en su plácida jurisdicción callejera con un balde, con un bastón y con unas escasas pertenencias, Togo se dedica a las tareas rutinarias de cuidar y lavar autos y darle asistencia a algún que otro vecino. Siempre de lejos y en un plano estático, la cámara filma a los jóvenes narcos de la cuadra siguiente, representantes de un nuevo orden que viene a desestabilizar la paz conquistada por el noble y sedentario cuidacoches.
A pesar del tránsito que pasa y del murmullo nervioso de la ciudad, el filme se ampara en la aguerrida territorialidad del western, y el árbol de gigantes raíces bajo el que se guarece Togo le añade una capa oriental –y no por uruguaya– al combinado.
La mixtura acaba por concretarse en la aparición de Mercedes (Catalina Arrillaga), joven rebelde que escapa de su familia adinerada y se dispone a hacer de escolta de Togo en su quehacer de vereda. Ella establecerá a su vez un paralelismo con la hija del protagonista, internada en un psiquiátrico por un cuadro de depresión, lo que despierta la paternidad empática de Togo y se convierte así en su aprendiz.
Un sensei callejero
Imperturbable en su sentido moral, el “naranjita” imparte lecciones con la templanza de un señor Miyagi: “La calle es peligrosa”, “por algo se empieza”, “la gente se muere” son las máximas secas pronunciadas por la voz de Togo, que parece iniciado en un lejano templo.
Esa chispa cómplice es la clave de Togo, que fiel a la rúbrica de Caetano desliza una imperceptible dimensión fantástica en medio de la postal reconocible. Pasolini y Tarantino vibran en esta fábula de santidad social y justicia por mano propia, nunca más oportuna en los puñetazos diestros de quien se revela un boxeador retirado.
Entre batucadas de candombe y hostiles enfrentamientos, Caetano entrega un filme estilizado que encuentra en el cine una realidad más cruda y potente que la cotidiana, y en Togo, un héroe desheredado con una dignidad a prueba de balas.
Togo. Uruguay, 2022. Calificación: muy buena. Guion y dirección: Israel Adrián Caetano. Con Diego Alonso y Catalina Arrillaga. Duración: 92 minutos. En Netflix.
