Un emotivo reencuentro en Newcastle cerró una historia de solidaridad que había comenzado hace casi treinta años. Edward Kankaka, científico ugandés dedicado a la investigación del VIH, se reunió el viernes con la familia australiana Anschau, quienes lo habían apadrinado durante su niñez a través de un programa de patrocinio infantil. Fue la primera vez que se vieron frente a frente luego de tantos años de contacto por cartas y apoyo a distancia.
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La llegada de Kankaka al aeropuerto estuvo cargada de emoción. Bruce Anschau lo recibió junto a su esposa Margaret y sus hijos, con una carpeta repleta de fotografías y cartas que habían intercambiado desde 1995. “Es como conocer a una familia que nunca habías visto”, expresó el científico a ABC News, al describir la experiencia de abrazar finalmente a quienes consideró su padre, madre, hermana y hermanos australianos.
La historia había comenzado cuando el matrimonio decidió que, por cada uno de sus hijos, apadrinaría a un niño a través de Compassion Australia. Tim, el menor, eligió a Edward porque compartían cumpleaños y por la sonrisa que aparecía en la foto del pequeño ugandés. “Lo que nos atrajo de él fue su sonrisa. Tiene una sonrisa increíble y enorme, que aún conserva”, recordó Heather, una de las hijas.
En ese entonces, Edward había perdido a su padre y vivía con su abuela. “Yo era vulnerable”, reconoció. El patrocinio le permitió acceder a educación, controles médicos y alimentos en los centros de desarrollo infantil. Con los años, las cartas se convirtieron en un puente que reforzó el vínculo: “Un día [Heather] me escribió y se dirigió a mí como hermano. Desde ese día comencé a decirle a la gente que tengo una hermana, un hermano, una madre y un papá en Australia”, relató Kankaka.
Aunque el patrocinio concluyó cuando cumplió 18, la familia siguió apoyándolo en la universidad. Gracias a esa ayuda, pudo estudiar en la Universidad Johns Hopkins, en Estados Unidos, y desarrollar su carrera científica. “La compasión es el motor que me impulsó a despegar y me puso en el camino para alcanzar mi potencial. Sin compasión no estaría haciendo lo que hago”, reflexionó.
El reencuentro emocionó a las redes y se convirtió en un ejemplo del impacto duradero de la solidaridad. Bruce, por su parte, señaló que espera compartir momentos simples con Edward durante su estadía: “Queremos llevarlo a la playa, un entorno que para él no es habitual”.
La familia Anschau continúa hoy con otro patrocinio, aunque aseguran que la relación con Edward trasciende cualquier programa formal. Para ellos, el abrazo en Newcastle fue la confirmación de que la ayuda puede transformar vidas y crear lazos que no conoce de fronteras.