A sus cortos 10 años, Jack Dawson se convirtió en un referente de los primeros auxilios en Staffordshire, Inglaterra. Conocido como “Mini Medic”, el joven no solo enseña técnicas de reanimación cardiopulmonar (RCP) y el uso de desfibriladores a adultos y niños, sino que también supervisa el estado de los dispositivos públicos en su comunidad.
Su pasión por salvar vidas nació desde pequeño, influenciado por su abuelo, quien tenía una empresa de primeros auxilios. Desde los tres años, Jack practicaba RCP con sus peluches, y sus padres notaron que absorbía los conceptos con una facilidad asombrosa. “Lo increíble era cómo entendía cosas complejas, como las posiciones de recuperación y el uso de los desfibriladores”, contó su mamá, Danielle.
Cuando tenía siete años, Jack comenzó a dar sus propios talleres de primeros auxilios, supervisado por la organización benéfica Tamworth Have A Heart. Sus clases suelen reunir entre 20 y 40 personas, aunque ha llegado a presentar frente a 100 asistentes. Con muñecos de práctica, demuestra cómo realizar compresiones torácicas y manejar situaciones complicadas, como la obstrucción de vías respiratorias. Su lema, “Si yo puedo salvar una vida, tú también puedes”, se volvió su sello personal.

Además de sus talleres, Jack recorre regularmente su ciudad para asegurarse de que los desfibriladores públicos estén en condiciones óptimas. “Creo que la gente aprecia la información que viene de un niño, porque les hace pensar que si él puede hacerlo, ellos también”, expresó su madre.
El impacto de Jack también llegó a las redes sociales. En su canal de YouTube y página de TikTok, comparte tutoriales y organiza capacitaciones virtuales para quienes no pueden asistir a sus talleres presenciales.
Su esfuerzo y dedicación le valieron una nominación en los Children of Courage Birmingham, premios que reconocen a niños que demuestran valentía y compromiso social. Danielle reveló que Jack sueña con ser paramédico y seguir ayudando a los demás. “Es en lo único que piensa”, confesó.
La historia de Jack es una prueba de que la edad no es un límite cuando hay ganas de aprender y ayudar. Con solo 10 años, demostró que cualquiera puede hacer la diferencia y salvar una vida.