Una trabajadora decidió no tolerar más el destrato en su empleo y diseñó una estrategia para irse sin perder beneficios. Envió un correo electrónico con su renuncia y un mensaje informal que provocó la furia de su jefa.
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“¿De la nada y con un mail?”, le escribió Gabriela, la supervisora, a Ana, quien respondió con sinceridad: “Sí, me hartaron. No darme el puesto de supervisora a mí y tomar a una persona de afuera fue la última gota”.
El cruce subió de tono rápidamente. Gabriela le exigió que formalizara su renuncia a través de un telegrama, ya que —según ella— “con un mailsucho poco profesional no sirve”. Horas después, le pidió una foto del documento para comprobar que efectivamente lo había enviado.
En ese momento, Ana dio un giro inesperado y activó su plan. “Sabés que justo te iba a escribir por eso… te quería preguntar si había alguna chance de seguir trabajando con ustedes”, le dijo. Cuando su jefa quiso saber qué había pasado, ella explicó: “Estaba por firmar con otra empresa pero dicen que cubrieron el puesto con una búsqueda interna. Perdoname en serio, me dejé llevar por el impulso”.
Gabriela no aceptó la disculpa y anunció que Recursos Humanos se pondría en contacto para gestionar el despido.
Lejos de molestarse, Ana volvió a escribirle: “No quería dejar de agradecerte”. Ante la sorpresa, Gabriela quiso saber por qué. Y ahí llegó la confesión final: “Porque te mentí, en realidad sí había firmado con la otra empresa, nada más que hice ese acting para que me despidieras, poder irme con la indemnización y no irme con las manos vacías”.
El intercambio fue publicado en TikTok por el usuario @chacalboggian y generó miles de reacciones entre quienes aplaudieron la astucia de Ana y los que debatieron sobre la ética detrás del engaño.