En toda cocina, la heladera es el electrodoméstico que más trabaja y más se ensucia. Entre restos de comida, derrames y envases olvidados, puede convertirse rápidamente en un foco de malos olores y bacterias. Pero su limpieza no es solo una cuestión estética: mantenerla en condiciones óptimas es clave para la salud, la seguridad alimentaria y el ahorro energético.
Con el paso del tiempo, los residuos acumulados en bandejas y juntas pueden generar moho y contaminación cruzada, afectando la frescura de los alimentos. Además, una heladera sucia o con escarcha excesiva consume más energía para enfriar, elevando el gasto eléctrico.
Los especialistas en limpieza y mantenimiento coinciden en que una rutina regular y algunos trucos sencillos bastan para conservar este aparato esencial en su mejor estado.

Limpieza semanal y revisión constante de alimentos
Una vez por semana, pasá un paño humedecido en agua tibia con vinagre blanco por paredes, estantes y cajones. Esta mezcla natural elimina bacterias, desinfecta y neutraliza los olores sin dañar las superficies. Además, revisá frecuentemente las fechas de vencimiento y descartá cualquier alimento en mal estado: los productos deteriorados son los principales responsables del mal olor y del crecimiento de hongos.
Secretos de experto: cómo combatir derrames, humedad y olores persistentes
- Bicarbonato, el aliado silencioso: colocá un recipiente abierto con bicarbonato de sodio en una esquina de la heladera. Absorbe los olores sin dejar perfume ni residuos, y puede reemplazarse cada tres o cuatro semanas.
- Protegé las superficies: usá papel film o protectores plásticos sobre los estantes. Si ocurre un derrame, solo tenés que cambiarlos, evitando una limpieza completa.
- Recipientes herméticos: guardá las sobras o salsas en frascos o tuppers cerrados. Prevenir derrames y olores es más fácil que eliminarlos.
- Goma de la puerta: limpiá las juntas con un cepillo de dientes y una mezcla de agua y vinagre o jabón neutro. Esto evita acumulación de humedad, polvo y moho.
El orden interno también influye en el consumo. No sobrecargues los estantes: el aire frío necesita espacio para circular y mantener una temperatura uniforme. Si tu heladera no es no frost, descongelá el freezer regularmente para evitar que el hielo afecte el cierre de las puertas o el rendimiento del motor.
Por último, luego de cada limpieza, secá bien todas las superficies antes de volver a guardar los alimentos. La humedad residual puede favorecer la aparición de hongos y olores indeseados.

Con estos hábitos simples, tu heladera no solo se mantendrá limpia y libre de bacterias, sino que también funcionará mejor, conservará los alimentos por más tiempo y consumirá menos energía. Un poco de orden y mantenimiento semanal puede hacer una gran diferencia en la salud —y en la factura de luz— del hogar.






















