Natalia Oreiro eligió nuestro país para vivir y trabajar. Y al poco tiempo de haberse instalado en Buenos Aires, se compró su primera casa, allá por 1998, cuando tenía 21 años. Fue su hogar durante mucho tiempo y testigo del crecimiento de la familia que formó con Ricardo Mollo y su pequeño Merlín Atahualpa.
En 2014, decidieron poner en venta la propiedad que perteneció en el pasado a la familia Alvear. Es de 1887 y, según la inmobiliaria encargada de la transacción, tenía en ese momento el valor de U$S 1.800.000.
La artista uruguaya le aportó sus toques personales a la mansión que era reconocida como “la casa rosa del pasaje Santa Rosa”, porque estuvo pintada de un color rosa pálido. Hoy, su fachada es una obra de arte de mosaicos, en su mayoría blancos.
Hace siglos atrás, la zona de Palermo Soho era un campo con muy poquitas propiedades. En ese terreno gigante y desolado nació la casa que habitó durante casi dos décadas Natalia Oreiro.
La empresa Moreno Mosconi & Cia. habría comprado un predio gigante con el fin de constituir una “Ciudad de los obreros”, aunque apenas se limitaron a hacer la apertura de las calles que delimitaron sus cuatro costados.
Luego fue Torcuato de Alvear quien colocó la piedra fundamental del terreno que, finalmente, fue bautizado como Villa Alvear, y con el tiempo el Banco Inmobiliario (creado en 1888) fue el encargado de vender una fracción de ese terreno de 200 hectáreas.
El reconocido arquitecto Buschiazzo se encargó del fraccionamiento y el trazado urbano del barrio. Con el tiempo, la Villa Alvear pasó a llamarse Palermo Viejo, lo que es hoy Palermo Soho.
La propiedad en la que vivieron la familia Alvear y Natalia Oreiro tenía, en sus primeros años de existencia, una vista limpia y directa al arroyo Maldonado, todo un paisaje único que hoy ya no existe, debido al crecimiento de la ciudad y la proliferación de edificios.
