Un Ford Falcon Futura de color verde, modelo 1972, recientemente adquirido y considerado “inmaculado”, terminó completamente destrozado en un impactante accidente en la rotonda de acceso a Mar de Cobo, en la Ruta 11, generando un fuerte debate en las redes sociales.
Lucas Hormaechea (45), su propietario y reconocido coleccionista y “referente” de la marca Ford, sufrió múltiples lesiones pero se recupera con optimismo, mientras defiende su nombre de los “opinólogos” que lo tildan de “Colapinto”.

El siniestro, que pudo costarle la vida, ocurrió el lunes por la tarde, cuando Hormaechea regresaba a su casa en Mar del Plata.
Minutos después de recibir el alta en el hospital de Coronel Vidal, el mecánico habló sobre el incidente y la indignación que le provocan los comentarios en línea.
Una joya soñada: U$S 10.000 y 124 mil kilómetros “reales”
La pasión de Lucas Hormaechea por los Ford Falcon es innegable. Es un “referente” y parte de “La 4 de Ford”, la hinchada del óvalo.
Su colección ya incluía modelos como un Sprint, un parante finito y un Deluxe, pero le “faltaba” este Falcon Futura de 1972. Lo había comprado apenas un día antes en Mar del Tuyú por 10.000 dólares “billete”.

El auto, con caja de tercera al volante y un motor de seis cilindros en línea de 188 pulgadas cúbicas, se encontraba en un estado “inmaculado” y “original”, con “casi 124.000 kilómetros reales de fábrica”.
“Era un auto que quería, que soñaba, que no se consigue con esos kilómetros, en ese estado. Era como un cero kilómetro, no tenía un detalle, no tenía nada”, expresó con profunda tristeza. Hormaechea agradece que, afortunadamente, su familia no lo acompañó en este viaje fatídico.
¿Gasoil en la rotonda o maniobra peligrosa?
El choque ocurrió a unos 30 kilómetros de Mar del Plata, alrededor de las cuatro de la tarde, en la rotonda de acceso a Mar de Cobo.
El vehículo quedó “incrustado contra el poste de luz” y “hecho un acordeón”. Hormaechea asegura que el accidente no fue por su negligencia o exceso de velocidad.

“El vehículo estaba en perfecto estado”, afirma, señalando una posible causa externa: “La rotonda estaba llena de gasoil”.
Sobre la secuencia del impacto, explicó: “Es una rotonda a cuarenta y cinco grados, lamentablemente cuando quise enderezar el auto salió por cualquier lado, se talonó una goma y donde pisaste el pasto, es imposible pararlo”.
El impacto principal fue en el lateral derecho del Falcon, contra el poste.
La batalla contra los “opinólogos” en redes
Lucas fue dado de alta con múltiples heridas: “cortaduras en el brazo”, “todo cosido de arriba y de abajo”, un golpe en el parietal derecho con “cortaduras de vidrio en la cara”, “tres costillas fisuradas del lado izquierdo”, un hematoma grande en el pecho y las piernas “bastante lastimadas”.
El parante del auto le atravesó un brazo, necesitando al menos ocho puntos de sutura. A pesar de la gravedad, su estado es estable, y él rescata estar “con vida”.

En paralelo a su recuperación, Hormaechea se enfrenta a un aluvión de críticas y burlas en las redes sociales. “Hablan del famoso Falcon verde, del pelotudo que no sabe manejar, de que se hace el Colapinto.
Esas boludeces que te hacen hervir”, lamenta. “Los que dicen que me hago el Colapinto son señores opinólogos”, advierte. Se queja de que “hablan sin saber lo que pasó, ni preguntan si yo estoy bien o si iba con alguien de mi familia”. Sin embargo, también recibe mensajes de apoyo y ofertas para ayudarlo a reparar su auto.
“Los fierros se arreglan”
Lejos de amedrentarse por el accidente o las críticas, Lucas Hormaechea reafirma su identidad como “ícono de los Falcon” y “referente”. Padre de cuatro hijos, suele recorrer el país con su familia en sus vehículos, además de organizar eventos benéficos y solidarios.
Semanas antes del accidente, había asistido a una carrera de Turismo Carretera (TC) en el autódromo de Buenos Aires, donde se fotografió con Mariano Werner, ídolo de Ford. También estuvo en Termas de Río Hondo y tiene próximos viajes a La Pampa y Junín.
Con el optimismo que lo caracteriza y la mentalidad de un mecánico, Hormaechea sentencia una verdad para los amantes de los autos: “Los fierros se arreglan”.
Asegura que había realizado la transferencia del vehículo a su nombre y tenía seguro, lo que le da un respiro para comenzar a gestionar la situación. “Fue una desgracia con suerte”, concluye, agradecido de poder seguir conociendo gente