Las historias familiares suelen tener momentos tensos, pero pocas alcanzan el nivel de caos y sorpresa que vivió esta familia. Todo comenzó cuando una de las hijas del hombre escribió en el grupo familiar preocupada porque su padre no respondía los mensajes.
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“¿Alguno habló con el abuelo hoy? Desde temprano que le escribo y no me contesta”, publicó Beatriz, junto a capturas de llamadas y mensajes sin responder. De inmediato, el resto del grupo comenzó a especular sobre lo que podía haber pasado.
Ante la falta de respuesta, una de las hermanas decidió ir hasta la casa del abuelo para comprobar que estuviera bien. “Ya estoy acá, pero no atiende. Aunque no le guste que lo invadan, voy a entrar igual”, escribió. Minutos más tarde, envió un mensaje alarmante: “Ay chicos, no saben cómo está el abuelo”, sin dar más detalles.
La preocupación se apoderó del grupo. Algunos familiares propusieron llamar a la ambulancia y a la policía, pero la conversación tomó un giro inesperado cuando uno de ellos preguntó: “Che, yo sé que quizá no da preguntar esto ahora, pero… ¿el trámite de la herencia del abuelo ya se había cerrado, no?”.
Esa frase desató una batalla familiar. “Me prometió su depto y se me vence el contrato de alquiler”, respondió uno. Otro intervino enseguida: “De todas formas, te aviso que el departamento me lo había prometido a mí”. La discusión escaló rápidamente, incluso con menciones a una casa en Mar del Plata que supuestamente también estaba “asignada”.
Pero en medio de la pelea, apareció el protagonista. “¿No dejaron ni que me enfríe y ya se estaban repartiendo todo lo mío?”, escribió el abuelo, vivo y furioso.
El silencio en el grupo fue inmediato. Sin embargo, el hombre no se contuvo: “Me dan vergüenza. Olvídense de que les deje algo. Voy a donar todo a los más necesitados. No me hablen más”.
