“Candyman”, el “hombre de los dulces” en inglés, fue el apodo con el que se conoció al estadounidense Dean Corll porque atraía a sus víctimas regalándoles chocolates y dulces. Junto a dos cómplices, secuestró, abusó y asesinó a 28 niños durante las décadas del 60′ y del 70′.
Su historia comenzó a conocerse el 8 de agosto de 1973, cuando la policía de Pasadena acudió a su domicilio luego de que un adolescente llamara al 911.
En ese momento, los policías se encontraron con tres jóvenes – dos varones y una mujer – sentados en la vereda. A unos metros, sobre el asfalto de la calle, había un revólver.
Adentro de la casa los esperaba un escenario espeluznante: un hombre muerto, en medio de un charco de sangre, y detrás de él tablas contra la pared de las cuales pendían sogas y esposas y una cantidad impactante de juguetes sexuales.
Menos de una hora después, el lugar fue colmado por detectives, policías uniformados y técnicos forenses. Recién en ese momento, los primeros policías en llegar subieron a los jóvenes al patrullero para llevarlos a la comisaría e interrogarlos.
Eran Rhonda Williams, de 15 años, quien llamó a la línea de emergencia; Timothy Cordell Kerley, de 17; y Elmer Henley, de 17, quien admitió en ese momento haber matado al hombre que estaba en la casa.
“Tengo que sacarme esto de adentro”, dijo en ese momento Henley, y así se conoció el raid de asesinatos de Coril, el hombre que pasaría a la historia criminal estadounidense como “Candyman”, o el Willy Wonka asesino.
“Candyman”: la vida de Dean Corll, antes de los asesinatos
Dean Arnold Corll nació a finales de 1939 en Indiana, Estados Unidos. Vivió una infancia complicada a raíz de las continuas peleas de sus padres Mary Robinson y Arnold Corll. En 1945, la pareja se terminó divorciando.
Según se supo, Corll era un niño introvertido y con pocas amistades. En sus primeros años de vida le costó socializar y esto provocaba que fuese poco aceptado por sus compañeros de escuela.
Ya de adolescente, Corll se mudó con su madre a Memphis, donde ingresó a la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Sin embargo, duró poco tiempo: fue excluido luego de que se descubriera que era homosexual.
Durante esa época, su madre volvió a casarse y abrieron un negocio en el ramo de las golosinas y dulces, en el que Corll ayudaba.
Para 1963, cuando Corll tenía 24 años, su madre se divorció y abrió su propia cadena de golosinas llamada “Corll Candy Company”. Dos años más tarde, el local se mudó enfrente de la Elementary School, donde Dean regalaba dulces y tomaba a niños como empleados.
Los inicios de Candyman
Dean estaba obsesionado con los niños: en 1967 se hizo amigo de David Brooks, un estudiante de 12 años a quien le regalaba golosinas. Creó una relación de confianza entre ambos, que terminó en abusos sexuales.
Así fue como nació “Candyman”: un personaje famoso por regalarle sus productos a los chicos cuando salían de la escuela. Sin embargo, las golosinas obsequiadas no eran una estrategia para dar a conocer sus productos: eran parte de un plan siniestro que nadie imaginaba.
Dos años después de conocer a David, éste le presentó a Elmer Henley (14). Los dos niños iban a convertirse no solo en víctimas, sino en cómplices de Candyman. Con ambos hizo lo mismo: primero les dio trabajo y, cuando se ganó su confianza, les ofreció 200 dólares por cada víctima que pusiera en sus garras.
Tres asesinos
El trío, comandado por Candyman, tuvo su primera víctima en 1970, cuando los menores tenían 15 años. Dean conoció al joven Jeffrey Konen, de 18, mientras la futura víctima “hacía dedo en una ruta” en Texas. Años más tarde, su cuerpo fue hallado en ese lugar: atado, violado y enterrado en una zona descampada.
El modus operandi de Candyman para matar era el siguiente: captaba niños por medio de los dos vehículos que poseía, los llevaba a su casa con una promesa de fiesta, las víctimas eran obligadas a llamar por teléfono a sus padres para decir que estaban bien. Luego eran golpeados, torturados, violados y asesinados.
Una vez muertos, Corll los envolvía en láminas de plástico y los enterraba en distintos lugares. En total, fueron 28 los asesinatos que cometió. Algunos cuerpos presentaban varios disparos con una pistola.
El final de Candyman
Para 1973, la lista de muertos que había acumulado Corll era amplia. Sin embargo, esa terrible matanza de niños y adolescentes llegó a su fin.
El 7 de agosto de 1973, Elmer Henley invitó a una nueva víctima (Timothy Kerley, 19) a la casa de Corll, quien aceptó y fueron para beber unos tragos y fumar marihuana.
Sin embargo, no contaron con la presencia de una tercera integrante: Rhonda Williams (15), amiga de Timothy, quien también asistió porque se había peleado con su padre y no quiso pasar la noche en su casa.
Timothy estaba de camino a la casa de Corll cuando se encontró con Rhonda llorando en la calle. Ella le contó que su padre le había pegado y él la invitó a refugiarse con sus “amigos”.
En ese instante, Corll ya estaba en el departamento y al principio se enojó con la presencia de la niña. Su patrón de víctimas era claro, únicamente niños. El asesino se molestó tanto que en un ataque de ira decidió también matar a Elmer. Drogó a los tres adolescentes y tras dos horas todos se desmayaron.
Cuando los jóvenes se despertaron estaban atados y desnudos, y Corll prometió divertirse con ellos y luego matarlos. Ante esta situación, Elmer logró convencer al asesino de que lo ayudaría a realizar su cometido si lo liberaba: el criminal le creyó y lo liberó.
Mientras Elmer llevó a los otros dos chicos a la habitación, donde los ató boca abajo, Corll preparó los cuchillos para llevar a cabo su plan.
Sin embargo, el “Candyman” no se dio cuenta de que Elmer buscó el arma calibre 22. Tras una fuerte, discusión por haberlo intentado matar, le disparó cinco veces. Corll se arrastró por el pasillo de su habitación y murió desangrado.
Luego de que la policía interrogase a los menores, Elmer reveló los sitios donde estaban enterrados los cuerpos, su participación en los episodios y quién era el tercer cómplice.
Finalmente, Elmer Henley y David Brooks fueron juzgados por separado. El primero fue acusado de seis muertes, por lo cual fue sentenciado a 99 años de prisión: todavía sigue cumpliendo esa pena.
En tanto, Brooks recibió una sentencia de por vida por un solo cargo de asesinato, pero murió a los 65 años en 2021 a causa del coronavirus.
La terrible historia de “Candyman” llegó a al cine con “In a madman´s world”, un film que está basado en la vida de Elmer Henley antes, durante, e inmediatamente después de su complicidad con Dean Corll y David Brooks.
Además de estar en la pantalla grande, se narraron varios libros novelescos de sus crímenes, los más destacados son: “Mass Murder in Houston” (1974), Dean Corll: The True Story of The Houston Mass Murders” (2015) y “Horror in the Heights: The True Story of The Houston Mass Murders” (2015).
