Los resultados de un reciente estudio realizado por investigadores estadounidenses sugieren que la alimentación, o al menos ciertos alimentos, influyen en el comportamiento y en el estado de ánimo más de lo que se acostumbra pensar; o al menos, por razones diferentes a las relacionadas con la satisfacción derivada del placer de una buena comida.
Lo que han observado fue que un elevado consumo de grasas trans –las hidrogenadas y parcialmente hidrogenadas, tan utilizadas por la industria que las autoridades sanitarias en la Argentina convinieron con las industrias de alimentos ir bajando su contenido en los productos– se relaciona también con una mayor propensión a la irritabilidad y la agresividad. Un punto más en contra del uso de estas sustancias de las que la industria se vale para dar sabor y sustancia a sus alimentos, y que de ser cierto se sumaría a los efectos de largo plazo de las grasas trans sobre la obesidad, el colesterol, la presión sanguínea y otros factores de riesgo de enfermedades crónicas.
"Más que otros factores" "En nuestro estudio observamos que una gran cantidad de grasas trans se asociaron significativamente con una mayor agresividad, y predecían de forma más constante la agresividad y la irritabilidad que otros factores predictores de agresividad que examinamos", declaró la autora principal del estudio, la doctora Beatrice Golomb, de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Diego (UCSD), cuyas conclusiones fueron publicadas en la revista científica PLoS One.
Según la doctora Golomb, "si la asociación entre las grasas trans y la conducta agresiva resulta ser causal, esto añade más a las razones de las recomendaciones de evitar comer grasas trans, o incluirlas en los alimentos provistos en instituciones como escuelas y prisiones, dado que los efectos nocivos de las grasas trans podrían ir más allá de la persona que las consume y afectar a los demás".
El siguiente paso de Golomb deberá ser explicar por qué las grasas trans pueden causar irritabilidad y agresión, aunque quizás para cuando se encuentre una respuesta estas grasas ya hayan sido proscriptas definitivamente.
Guerra declarada. Lo que sí está debidamente comprobado es el impacto que las grasas trans están provocando en la salud pública en casi todo el mundo. Presentes en infinidad de productos (como las margarinas, las hamburguesas, las papas fritas, otros snacks, las galletitas, etc.), estas grasas se obtienen al inyectar hidrógeno a los ácidos grasos poliinsaturados de los aceites de semillas como el de girasol o el de soja. De esta forma, los ácidos grasos normalmente líquidos a temperatura ambiente se vuelven sólidos, lo que hace que muchos de estos alimentos puedan conservarse independientemente de la cadena de frío.
Pero como contrapartida, estos ácidos grasos se vuelven poco saludables, ya que su presencia en la dieta se asocia con un dañino perfil de lípidos, lo que aumenta el riesgo de sufrir numerosas afecciones cardiometabólicas, como la diabetes tipo II, la enfermedad coronaria o la obesidad. Es por eso que, primero las sociedades de cardiología y, más recientemente, muchos gobiernos –el de la ciudad de Nueva York fue el pionero– le han declarado la guerra a las grasas trans.
La Argentina, por ejemplo, propuso en su más reciente Código Alimentario (redactado en 2010) restringir el contenido de grasas trans de los alimentos, lo que dio el hincapié para que luego los ministerios de Salud y Agricultura lanzaran la campaña "Argentina 2014 Libre de Grasas Trans", mediante la cual se busca reducir gradualmente la presencia de las grasas trans en los alimentos que se elaboran en el país.
"Hoy el 70% de la industria alimenticia de la Argentina ha reemplazado las grasas trans de sus productos mediante la autorregulación, pero todavía queda un 30% que no lo ha hecho, ya que a veces no existe otra sustancia que las reemplace. Por lo tanto, esta iniciativa busca poner un límite de tiempo a ese pequeño porcentaje de empresas para que reemplacen las grasas trans o dejen de elaborar esos productos", declaró recientemente Sebastián Laspiur, director de Promoción de la Salud y Control de Enfermedades No Transmisibles del Ministerio de Salud de la Nación.
