La emoción es incontenible: la mamá, el papá y Lázaro (13) se abrazan a la puerta de la guardia del Hospital de Niños de la Santísima Trinidad, luego de que el adolescente recibió este viernes el alta médica tras haber quedado al borde de la muerte por un hecho de violencia urbana registrado en la ciudad de Córdoba.
Fueron 40 días de internación que comenzaron casi sin esperanzas. El 12 de noviembre, antes de la medianoche, una banda integrada por unos 20 integrantes persiguió a Lázaro y a sus dos amigos a lo largo del barrio Alto Alberdi hasta llegar a la plaza Jerónimo del Barco.
Los chicos se escaparon hacia ese punto de la zona oeste de la ciudad capital porque a metros del espacio verde vive la mamá de Lázaro. Nunca pudieron refugiarse en ese hogar.
Antes de llegar, alguien levantó un pedazo de concreto, un trozo del cordón de la vereda, y lo aventó contra la víctima. Lázaro cayó bañado en sangre. La piedra le había dado en la cabeza.
El ataque lo dejó convaleciente durante semanas. Pero luego comenzó a mostrar signos de mejoría.
Mientras tanto, la familia organizó marchas, misas, visitó al niño todos los días. Los enfermeros del hospital se emocionaron al decirles a los padres que había algo de esperanza, cuando todo parecía en vano.
“Fue un milagro”, cree ahora la familia.
Finalmente, este viernes Lázaro salió caminando del establecimiento hospitalario de la mano de su hermano más pequeño. Volvió a su casa, donde concluirá la etapa de recuperación.
“La familia de Lázaro convivió con el sufrimiento, con el dolor, con la angustia de tener al ser querido debatiéndose entre la tierra y el cielo, entre la vida y la muerte. Hubo un milagro: el excelente trabajo de los profesionales, que ha sido vital para acompañar a este angelito que no quería irse. Que quería seguir aferrándose a esos papás que lo esperaron con la fuerza de verdaderos leones”, expresó el abogado querellante Carlos Nayi.
Pero también dijo que el adolescente tiene que seguir un estricto esquema de terapias para rehabilitarse por completo.
“Desde el punto de vista jurídico, sabor a poco. Sabor a poco porque hay un valladar, un límite, que es el rango etario de quienes han violado la ley, quienes han asumido un comportamiento particularmente violento, quienes han demostrado desprecio por la vida”, lamentó Nayi.
Lo cierto es que Lázaro ya está en su casa, tal como lo confirmó su mamá.
“Como familia estamos supercontentos, felices por ya tenerlo en casa para el 24 de diciembre. Lo vamos a tener en nuestra mesa y eso es lo más hermoso que nos pudo haber regalado Papa Noel”, dijo el padre de Lázaro, sin ocultar la emoción que embarga a todos.
Dijo además que lo mejor fue ver que su hijo volvía a caminar. “Está muy contento, reencontrándose con sus hermanos, con su abuelo. Pero como familia, la familia laburante que somos y con buenos ejemplos para nuestros hijos, pedimos un cambio de leyes para que los menores de edad que hacen el daño respondan por ello”, dijo la mamá, Mariela de los Ángeles Cardozo.
Antes de volver a abrazar a Lázaro, señaló que su hijo va a tener que volver al quirófano. Y recordó que le queda por delante un largo camino de recuperación.
El hecho
El domingo 12 de noviembre, un amigo de Lázaro se dio cuenta de que algo raro estaba pasando. Alcanzó a decírselo a los dos amigos que lo acompañaban. Pero ya era tarde.
Un grupo de unos 20 chicos los habían encimado.
En la plaza Cisneros, de barrio Alberdi, comenzó una corrida a través de las calles. Lázaro y sus dos amigos casi lo lograron. Buscaban resguardarse en la casa de la mamá de la víctima.
Pero antes de llegar atraparon al amigo y comenzaron a pegarle. Lázaro se llevó la peor parte: un pedazo de concreto le produjo una herida casi mortal.
La Justicia actuó rápido, pero sólo pudo identificar a cuatro chicos. Tres de ellos atacaron al amigo del adolescente. Les atribuyeron lesiones leves y quedaron a resguardo de sus familias.
Un cuarto adolescente quedó bajo la tutela del Juzgado de Menores en el Complejo Esperanza de la localidad de Bouwer. Para la Justicia, fue él quien arrojó la piedra.
Todos tienen menos de 16 años y son inimputables ante la ley penal.
