Preso, imputado por homicidio agravado y con una situación penal más que compleja se encuentra el vecino que, en la mañana del domingo mató de al menos un balazo de revólver en la cabeza a otro hombre en el barrio Suárez de la ciudad de Córdoba.
El homicidio derivó en una venganza incendiaria por parte de allegados al hombre asesinado. La casa del acusado terminó incendiada por una turba y su familia debió mudarse, por ahora, mientras la Guardia de Infantería monta un control preventivo en la zona a fin de evitar nuevos desmanes.
El asesinato de Diego Irusta, de 40 años, se convirtió en el primero de 2023 en la provincia de Córdoba y, a la vez, viene a convertirse en una suerte de preocupante continuación de la seguidilla de violencia que se viene registrando.
En 2022 se cometió casi un centenar de asesinatos en toda la provincia. La mitad, por violencia urbana, es decir por peleas, venganzas, ajustes.
La Capital acumula casi la mitad de todos los asesinatos.
En todo ese marco, la portación y uso de armas de fuego por parte de ciudadanos es altamente preocupante.
El último crimen está muy avanzado a nivel investigativo. En ese marco, una de las principales hipótesis que se manejan es que todo habría ocurrido en medio o como derivación de una venta de drogas al menudeo. Una “transa” barrial, como se conoce popularmente. Así lo refirieron altas fuentes con acceso a la pesquisa, aunque no se descarta que pueda surgir otra conclusión.
Discusión, pelea y crimen
Todo ocurrió al filo del mediodía del pasado domingo de Año Nuevo en un domicilio ubicado en calle Naciones Unidas al 1378, a pocas cuadras de la Cañada, en el corazón del barrio Suárez.
Al lugar arribó Diego Irusta en una motocicleta.
El hombre, de acuerdo a la pesquisa, llegó a buscar a Vicente Julio Aroca Beninati (46), quien vivía en esa casa. El hombre estaba con su familia.
Años antes, ambos hombres habían sido amigos. Según algunos vecinos, incluso, se criaron juntos de chicos.
Sin embargo, las cosas habían cambiado en los últimos tiempos. De aquella amistad quedaba poco y nada.
“Había entre ellos problemas de vieja data irresueltos”, comentó un investigador.
Así las cosas, visitante y dueño de casa comenzaron a hablar frente al domicilio, según la sospecha. La discusión comenzó a aumentar en intensidad, hubo insultos y, en ese marco, terminó apareciendo un revólver calibre 22 cargado.
De acuerdo a los investigadores, el arma habría sido extraída y manipulada por el dueño de casa.
En plena calle, Irusta terminó recibiendo un disparo a quemarropa que le dio en la cabeza. Cayó muerto sobre el asfalto, en medio del estrépito vecinal.
Hubo gritos, corridas, insultos. Alguien se apiadó y atinó a tapar al hombre que yacía sin vida con una sábana.
Un llamado entró al 911 de la Policía, dando la novedad del violento episodio que acababa de suceder.
Cuando los primeros policías llegaron, todo era confusión. Un grupo importante de personas estaba en la calle, atacaba a pedradas la casa del acusado e intentaba entrar por la fuerza. Todo era griterío, confusión y un clima de violencia que aumentaba y se potenciaba con los alcoholes que algunos tenían encima por los festejos del Año Nuevo.
Por la radio policial se trazó el panorama de lo que estaba pasando y fue necesario que acudieran efectivos de la Guardia de Infantería, como así también del Departamento Eter y del grupo Seom (policías en motos).
Una ambulancia arribó al lugar pero no pudo pasar.
La turba atacó la casa del acusado y, en segundos, hubo llamas que provocaron graves daños. En la casa, junto a su familia, se había recluido el principal y único sospechoso. Para peor, el hombre se negaba a salir de la propiedad y entregarse a la Policía.
Acudieron dotaciones de bomberos para sofocar las llamas y evitar un drama mayúsculo.
En tanto, fue necesario que se produjera una rápida “negociación” para que el hombre finalmente depusiera su actitud y se terminara entregando.
En un operativo que incluyó varios uniformados de esos grupos especiales, finalmente Julio Vicente Aroca Beninati se terminó entregando y fue retirado de la casa.
Trascendió que el hombre entregó el arma homicida.
Ya trasladado a la Jefatura de Policía, fue fichado y se lo trasladó a Policía Judicial para los trámites forenses.
La causa quedó en manos de la fiscal de instrucción María Celeste Blasco, quien imputó al acusado por homicidio agravado por el uso de arma de fuego. Fue alojado en la alcaidía.
Sospecha de pelea por drogas
Por directivas judiciales, la causa es investigada por personal del Departamento Homicidios de la Policía.
La causa está más que avanzada. De todos modos, la pesquisa prosigue a fin de determinar si no se vieron involucradas más personas en este nuevo caso de violencia urbana que sacudió a Córdoba. En ese marco, se están tomando testimonios, entre otras medidas investigativas.
“Había problemas de vieja data entre ambos. Y la sospecha, en base a ciertos elementos y relatos que han surgido, es que habría existido una pelea o reclamo por una venta de drogas”, refirió una alta fuente con acceso a la causa.
