Todo comenzó con una discusión por un cigarrillo. Fue en medio de un after, ya bien de madrugada.
Un joven le pidió a otro un cigarrillo y algo ocurrió. No se sabe qué. Lo que sí está claro es que hubo una discusión. Del intercambio de palabras pasaron a los insultos y luego a los empujones. De pronto, las cosas entraron en una espiral de violencia sin freno. El muchacho fue perseguido, rodeado y atacado por varios jóvenes. Hubo trompadas y patadas. Cuando cayó al piso, sufrió más golpes y un puntazo en la parte baja de la espalda.
La golpiza y la herida fueron tan brutales que le causaron severas lesiones en la médula. Sucedió una madrugada de septiembre de 2022 en una disco no habilitada de barrio Villa Siburu, en la ciudad de Córdoba.
Alejandro Nicolás Frías quedó parapléjico.
Con 23 años, trabajaba y llevaba una vida común y corriente. Hoy, está en silla de ruedas. Quedó con secuelas físicas y psicológicas. Miembro de una familia de trabajadores de clase media, enfrenta costosos tratamientos para poder salir adelante. No tiene obra social.
Quince meses después, la Justicia de Córdoba dio su veredicto.
Cuatro jóvenes fueron hallados culpables de haber integrado la patota que atacó a Alejandro. El más chico tiene 17 años. Al ser menor, se lo declaró culpable, pero no se le impuso pena.
Los otros tres tienen 19 y 25 años, recibieron penas leves y se encuentran libres. Dos de ellos fueron sentenciados a dos años y medio de prisión; el restante recibió tres años. El juez Leandro Quijada, de la Cámara 3ª del Crimen de Córdoba, los sentenció por lesiones graves agravadas por la participación de un menor.
El máximo para ese delito es de ocho años.
Como la sentencia no está firme, así como llegaron en libertad, los condenados se fueron a casa. La mayoría reside en barrio Rosedal de Córdoba, donde viven la víctima y su familia.
El fallo dejó con un sabor amargo de injusticia a la familia de la víctima.
De hecho, tanto el fiscal de cámara, Marcelo Hidalgo, como el abogado Facundo Fiant, quien actuó como parte querellante al representar a la familia de la víctima, habían pedido que el caso fuera encuadrado como una tentativa de homicidio. Y habían pedido penas más elevadas.
El pedido no prosperó y todo se encuadró con una figura legal menor.
“Alejandro está muerto en vida. Lo mataron, aunque esté vivo. Porque tenía toda una vida por delante, trabajaba junto con su familia, tenía deseos de progresar y crecer y desarrollarse. Hoy, está en una silla de ruedas. Está destrozado, pero trata de salir adelante”, expresó Fiant.
Brutal paliza a traición
Todo sucedió entrada la mañana del 11 de septiembre de 2022 en un controvertido local nocturno que funcionaba en la avenida Ramón Mestre (Costanera) a metros del cruce con Zípoli, en el barrio Villa Siburu, de Córdoba capital.
Ese after ya había sido denunciado varias veces por vecinos. Sobre todo después de aquella denuncia de una joven por un ataque sexual grupal.
Volviendo al 11 de septiembre, Alejandro había concurrido con unos amigos a divertirse.
Ya entrada a la madrugada, fue a pedirles un cigarrillo a otros jóvenes cerca de la barra. Como se dijo, algo sucedió en el medio y el muchacho terminó perseguido y atacado con brutalidad por la patota en el mismo recinto.
Una cámara de seguridad alcanzaría a registrar el momento en el que uno de los jóvenes hace señas al resto para que ataque al joven.
Su hermano también fue agredido e incluso recibió un puntazo en el pecho, pero se salvó.
Alejandro fue golpeado con brutalidad. Ya en el suelo, sufrió la ira de los demás y un violento ataque que incluyó un puntazo por la espalda, según lo señalado por la fiscalía y por la querella. Incluso, le robaron un reloj en medio del ataque.
“Alejandro Frías sufrió lesiones físicas y psíquicas (…), afectándose el sistema nervioso central, afectación motora y sensitiva persistente por debajo del nivel neurológico donde se produjo el trauma con afectación de la marcha, función miccional y sexual”, surge en la elevación a juicio de la causa.
En el expediente se lee que la grave lesión en la columna le provocó “una presentificación emocional de tinte traumático, un cuadro de inestabilidad emocional recurrente, factores que interfieren en su rutina y vida cotidiana y causan malestar en el ámbito familiar, laboral y social”.
La familia de la víctima recibió amenazas anónimas (y no tan anónimas, según trascendió) antes del juicio, que se desarrolló en la Cámara 3ª del Crimen, en los Tribunales II de Córdoba.
Tres de los acusados fueron hallados culpables de lesiones graves agravadas por la participación de un menor de edad. Se trata de Santiago Nicolás Casquero, Benjamín Ceballos y Lucas Guzmán Verón.
Mientras los dos primeros recibieron la pena de dos años y seis meses de prisión, el tercero fue sentenciado a tres años de cárcel.
En paralelo, A.F., quien era menor de edad al momento de los hechos, fue declarado culpable y su expediente fue girado a un Juzgado Penal Juvenil para que resolviera.
Un quinto joven fue absuelto.
Según trascendió, los condenados alcanzaron a pedir perdón en la sala de audiencias, donde estaban los familiares de la víctima. Como se expuso, la sentencia les dejó un sabor amargo de justicia a medias.
Tras el fallo dispuesto por el juez Quijada, los condenados volvieron a sus hogares.
“Esto fue como el caso de los rugbiers contra Fernando Báez Sosa. Fue igual. Lo atacaron sin piedad”, se escuchó decir en la fiscalía.
Tras aquel ataque, Alejandro Frías estuvo internado por más de 20 días en un hospital privado. Luego, fue enviado a un instituto de rehabilitación integral en Córdoba. Hoy, prosigue con su tratamiento. “Lamentablemente, quedó parapléjico”, expuso el querellante.
La familia de la víctima ya inició una demanda civil contra los acusados.
