No sólo llamó la atención de la Caminera la fotocopia pegada en la luneta trasera del Chevrolet blanco. Más sugestivo fue el giro en “U” posterior. La maniobra le costó más que una multa: el hallazgo de casi 500 kilos de marihuana, en San Francisco.
El enorme cargamento descubierto en enero por la torpeza de los sospechosos terminó con tres detenidos: un adolescente (16), Alejandro Agustín Paniagua (23) y Marcelo Santiago Ducal (27). Fueron imputados como coautores de transporte de estupefacientes calificado por la pluralidad de intervinientes en forma organizada (agravado, en el caso de los mayores, por la utilización del menor).
La fiscal federal subrogante de la ciudad de San Francisco, María Schianni, los envió a juicio el pasado mes, pero la defensa apeló y solicitó la nulidad del requerimiento acusatorio. En las últimas horas, el Tribunal Oral Federal N° 1 de Córdoba decidió no hacer lugar al planteo.
Un giro, pero a la cárcel
La calurosa tarde del 3 de enero de este año, Ducal circulaba a bordo del Corsa cuando, alrededor de las 18, un sargento primero de la Caminera advirtió que el rodado no tenía la chapa patente trasera, sino sólo la fotocopia pegada en el extremo inferior derecho de la luneta.
Al realizarle las señales de balizas y luces para que detuviera la marcha, Ducal intentó, sin éxito, realizar una maniobra de evasión a la altura de los kilómetros 2 y 3. Giró en “U” y quiso entrar al Parque Industrial.
Durante el control, y a medida que pasaban los segundos, Ducal comenzó a ponerse cada vez más nervioso y dijo que se encontraba perdido. Eso permitió que registraran el auto de forma exhaustiva.
No sólo manejaba un auto robado, con pedido de secuestro solicitado por la comisaría 21 de la ciudad de Santa Fe, sino que a simple vista llevaba tres grandes bultos que “brillaban” en el asiento trasero, envueltos con papel film de color verde. En el baúl, almacenaba otros nueve paquetes. En total, los envoltorios contenían, a su vez, 307 paquetes con marihuana.
Mientras los policías realizaban el control, perspicazmente otro sargento advirtió que a poca distancia estaba estacionado un segundo auto, un Onix, frente a la YPF Agro, en la misma ruta 158, a la altura del kilómetro 3.
Al acercarse, los efectivos observaron que la puerta trasera del lado del acompañante se encontraba abierta y que en el habitáculo yacían otros bultos similares a los del Corsa. Grande fue la sorpresa cuando hallaron otros 279 paquetes distribuidos entre el asiento trasero, el asiento del acompañante y el baúl.
Entre ambos rodados, decomisaron 492 kilos de marihuana. La cantidad –inusitada en esa región de Córdoba– supera los 425 kilos que se arrojaron desde un avión en 1999 y que aparecieron en un campo lindero al Aero Club San Francisco, en lo que se recuerda como la “lluvia verde”.
A cierta distancia del operativo, el adolescente y Paniagua aguardaban atentos debajo de un árbol. Tras un operativo cerrojo, ambos fueron detenidos en el kilómetro 134 de la autovía 19, cuando intentaban escapar de la zona corriendo con dirección a Santa Fe.
De acuerdo con la investigación, ambos estaban domiciliados en barrio Yapeyú de esa ciudad, mientras que Ducal tenía residencia en barrio La Donosa, en Alta Gracia.
Las cámaras de la YPF arrojaron mayores precisiones sobre el movimiento de los sospechosos en los instantes previos al hallazgo de la droga. El video analizado por Gendarmería mostró cuando ambos autos ingresaron a la playa de estacionamiento frente a la YPF –ubicada a la vera de la ruta 158– en sentido sur/norte. El primero que entró fue el Corsa, del que descendió Ducal. Las cámaras también tomaron al menor y a Paniagua a bordo del Onix.
Luego de mantener una conversación frente al predio de la YPF, caminaron hasta la ruta 158 y observaron en ambas direcciones. Al cabo de unos minutos, Ducal regresó al Corsa. Los otros dos implicados caminaron por la ruta y dejaron el Onix en la playa.
Recorrido y mensajes
Las pistas acumuladas fueron conformando la pieza acusatoria en contra de los sospechosos. Los tickets de los peajes también dieron una pauta a la fiscal sobre la eventual procedencia de la droga, que tenía a la ciudad de Córdoba como destino final. Al parecer, iba a ser puesta a la venta para alimentar el circuito del narcomenudeo en los barrios capitalinos.
De acuerdo con los tickets secuestrados a Ducal, horas antes había circulado por la autopista a Santa Fe. Los ocupantes del Onix hicieron el mismo recorrido sólo con diferencia de segundos, lo que permitió develar que la droga había partido de la capital de la vecina provincia.
“Esto denota que los imputados realizaron un idéntico recorrido y que existió un accionar conjunto y organizado orientado a transportar el material estupefaciente secuestrado. Se evidencia, así, una clara y notoria convergencia intencional y una marcada combinación de esfuerzos que los posiciona –en clave de participación criminal– como codominadores de tal suceso ilícito y, por tanto, como coautores del delito” del transporte, indicó la fiscal.
La división del cargamento localizado en los vehículos, además, “revela que entre los dos vehículos se distribuyeron el total de la droga transportada en partes aproximadamente iguales, lo cual redunda en un claro indicador de que se trató de un único plan de transporte ilícito de estupefacientes, conjunto y abarcativo de aquel total, desplegado entre los tres imputados”.
Debido a la forma de distribución de los bultos y su ubicación en los vehículos, para la instructora resulta claro que no podían desconocer su existencia. Sin embargo, del contenido de los celulares de los imputados, se pudo determinar su presunta implicación en el traslado de la enorme cantidad de estupefacientes.
El menor guardaba en su celular diversas conversaciones que revelaron órdenes y recomendaciones que les habían efectuado para manejar los negocios y el dinero de la venta de las drogas. “Dichas comunicaciones se componen de claras alusiones referentes al comercio de estupefacientes y, a su vez, revelan un actuar conjunto y organizado en la comercialización de drogas”, indicó Schianni.
El adolescente, incluso, envió un video explicativo del posible itinerario de viaje sobre la ruta 158, en el que advertía sobre la presencia de un control policial. En los celulares secuestrados a Ducal, surgió que se dedicaba de forma usual a la venta de estupefacientes al menudeo.
Ducal mantuvo diferentes comunicaciones con otras personas que evidenciaban cierta preocupación respecto de las circunstancias del viaje. Incluso, los investigadores detectaron que un día antes del hallazgo de la droga, una persona le había indicado a Ducal que debían realizar el viaje y le había brindado hasta datos sobre quién lo debía pasar a buscar. También llegó a informarle que el viaje duraría unas cuatro horas, desde Santa Fe.
La causa fue elevada a juicio. La defensa de Ducal apeló y solicitó la nulidad del requerimiento de elevación y de los actos sucesivos. Consideró que existía una carencia de motivación suficiente, ya que en el requerimiento no exponía los motivos en que se fundaba la calificación legal.
Cuestionó que la fiscal no brindó detalles específicos del accionar de cada uno de los imputados ni había recolectado pruebas suficientes; tampoco precisaba cuál era el destino final de la droga transportada por Ducal ni a quién iba a vendérsela, entre otros planteos. Pidió la nulidad del requerimiento de elevación a juicio y la falta de mérito de Ducal.
La Fiscalía General rechazó el planteo y el Tribunal Oral N° 1 no hizo lugar a la nulidad. Los jueces indicaron que sí se habían descripto en la elevación “acabadamente las circunstancias de modo, tiempo y lugar en el que se habría producido el hallazgo del estupefaciente, su cantidad y calidad, como así también el rol que les habría cabido a cada uno de los hoy imputados”.
No consideraron que se hubiera producido una vulneración al derecho de defensa.
