La Justicia de Santa Cruz puso fin a un prolongado proceso judicial al confirmar la sentencia contra Justo José Romero, quien fue condenado a tres años de prisión en suspenso, es decir que no va a la cárcel pero debe cumplir con ciertas condiciones impuestas por el juez durante un período de prueba, y seis años de inhabilitación para conducir por el homicidio culposo de Lucas Lencina.
Según lo informado por Infobae, la sentencia, dictada el pasado 30 de junio de 2025, quedó firme luego de que la defensa del condenado decidiera no presentar apelación, culminando así un caso que se extendió por más de nueve años y que estuvo al borde de la impunidad debido a la amenaza de prescripción.
Para Sandra Gómez, la madre de Lucas, este fallo representa un cierre significativo. “Siento mucha paz, siento que nuestra lucha por que se respeten los derechos de Lucas está cumplida”, expresó Gómez, aunque admitió que “desde ese lugar no hay reparación que alcance, ni que pueda sentir justa”.
El siniestro en El Calafate en 2015
El fatal hecho ocurrió el 20 de diciembre de 2015, en El Calafate, Santa Cruz. Lucas Lencina, de 22 años y oriundo de la capital bonaerense pero residente en la provincia desde hacía dos años, circulaba en su motocicleta por la mano rápida de la Avenida del Libertador cerca de las 20.40 horas. En ese momento, Justo José Romero, al mando de un automóvil, salía de un estacionamiento y realizaba una maniobra de giro en “U”.
De acuerdo con los fundamentos a los que accedió Infobae, la conducta “imprudente y/o negligente” de Romero fue determinante. Se constató que incumplió la norma de señalizar y advertir con “suficiente antelación” cualquier giro, y no advirtió que Lencina lo estaba sobrepasando.
Lucas llegó a tocar bocina, pero fue embestido y salió despedido con fuerza, impactando contra un poste de alumbrado. Sufrió un duro golpe en el tórax y una hemorragia, falleciendo antes de llegar al centro de salud, a pesar de la rápida atención.
La lucha de la madre de Lucas Lencina
El camino hacia la Justicia para Lucas Lencina estuvo lleno de “cosas mal hechas” desde el día del accidente, según Sandra Gómez. Entre los impedimentos, se destacó la desaparición de la muestra de sangre del imputado, largas demoras para citar testigos importantes, y errores en la redacción de documentos legales que retrasaron significativamente la causa.
A estos problemas se sumaron otros obstáculos externos, como casi un año de paros judiciales por reclamos salariales y la posterior pandemia, situaciones que, según Gómez, siempre perjudican a la causa y benefician al imputado al generar inacción en la defensa.
A pesar de que en una ocasión un juez de instrucción le preguntó si abandonaría la lucha, Sandra reafirmó su compromiso: “Cada día que me despierto, que abro los ojos, me ocupo; que cada uno haga su trabajo como lo tiene que hacer. Viajo 3 mil kilómetros para recordarles eso”.
La prescripción evitada y el apoyo ciudadano
La batalla de Sandra Gómez tomó un giro crucial a finales de junio de 2024, cuando fue notificada de la prescripción de la causa, una decisión que había sido tomada en 2023 pero cuya notificación se demoró un año. Ante la posibilidad de abandonar, decidió continuar y publicó una conmovedora carta abierta denunciando una justicia “sin empatía, con extrema indolencia, con una atemporalidad fatal y una falta de seriedad incomprensible”. En su carta, Gómez apuntó directamente contra la fiscal y los jueces involucrados.
La difusión de este documento en medios nacionales y el acompañamiento de ONGs especializadas como la Asociación Madres del Dolor y Activvas fueron fundamentales. En noviembre del año previo, Sandra creó una petición de firmas en la plataforma Change.org para presionar al Tribunal Superior de Justicia de Santa Cruz, lo que, momentos después, detuvo el cierre de la causa por prescripción.
La perseverancia de Sandra Gómez, quien recordó a su hijo Lucas como una persona “superextrovertida” y que “siempre ganaba”, fue clave para lograr este desenlace. Su determinación se manifestó en su promesa de no quedarse en silencio, “susurrándoles al oído hasta que la causa se cierre”.