“Queremos rendir homenaje a quienes dejaron de lado violentas confrontaciones del pasado: a un grupo de hinchas. Las barras son un condimento indispensable para darle color y calor a este deporte”.
Las palabras de Carlos Alesandri, presidente provisional de la Legislatura de Córdoba en 2013 e impulsor del homenaje a la barra brava de Talleres, contrastaron poco después con la historia criminal de varios integrantes de La Fiel, entre ellos su jefe y un subordinado: Darío Ramón Cáceres y Segio Omar “Tomate” Busso.
Cáceres, “el Darío”, fue recientemente condenado a ocho años y medio de prisión en una causa de narcotráfico. No sólo lideró durante años la barra de la “T”, sino que, en paralelo, fue el jefe de una banda narco que traficó a Córdoba casi 1.300 kilos de marihuana, valuada en cifras multimillonarias.
Cáceres y Busso fueron distinguidos de forma mayoritaria por los legisladores de la Unicameral en 2013 por “su compromiso con la no violencia en el fútbol”. La Fiel fue, incluso, invitada a la Cámara de Diputados para participar de una reunión convocada para discutir sobre ese delicado tema.
Sin embargo, fuera de las canchas, en 2021, “el Darío” montó una operación de narcotráfico a gran escala con otros múltiples condenados. “La función de Cáceres era la de organizar y coordinar toda la actividad desarrollada por los coimputados, organización que se dedicaba al transporte y la comercialización de estupefacientes. Era el jefe”, aseguró en el fallo el juez federal José Fabián Asís.
La banda adquirió marihuana por 45 millones de pesos y esperaba obtener una ganancia de 100 millones (240 millones, a valores actuales), según la estimación que realizó el fiscal general Carlos Gonella.
En el juicio, Cáceres destacó, como elemento a su favor, que había sido homenajeado por la Legislatura por su aporte a la no violencia en la cancha. Pero lo que no mencionó fue la condena que le valió las amenazas al presidente de la “T”, Andrés Fassi, y a miembros de la Comisión Directiva.
La Fiel, compuesta por varios criminales
En los últimos años, múltiples integrantes de La Fiel fueron detenidos, acusados por graves delitos y hasta condenados: Manuel Santiago González recibió siete años de prisión por violar y amenazar a su exnovia; Marcos Darío Castillo fue condenado a 13 años por asesinar a un joven.
Por el escándalo que implicó que cuatro integrantes de La Fiel fueran detenidos como sospechosos, la Legislatura tuvo que dejar sin efecto el reconocimiento que le había dado, y el impulsor de la distinción, Alesandri, dijo haberse sentido “estafado en su buena fe” por los integrantes de la barra.
Sergio Rosendo “Verde” Álvarez, Emiliano Herrera y Carlos Martín Pacheco recibieron diferentes penas por asaltar a los mismos hinchas de Talleres a la salida de un partido en el Kempes.
Por debajo de Cáceres en la estructura delictiva vertical montada para mover el cargamento de marihuana de Corrientes a Córdoba, la Justicia federal ubicó a varios actores, todos subordinados al poder del jefe barra.
Uno de ellos fue Carlos Horacio “Gusy” o “Gusano” Páez, otro integrante de La Fiel. Fueron las escuchas telefónicas judiciales las que posaron las miradas sobre su rol y abrieron la puerta a la causa, una de las más importantes por drogas en los últimos años que evidenció los vínculos de barras con el narcotráfico.
Un “Tomate” narco
De esas intervenciones realizadas al celular de Páez, en octubre de 2021, surgieron comunicaciones con “Tomate” o “Tomatón” Busso, otro miembro de la barra albiazul, en torno de posibles conexiones con el narcotráfico y el abastecimiento de drogas.
Las sospechas no sólo se cernieron sobre Cáceres, Páez y Busso, sino sobre un cuarto sospechoso: Mauro Alejandro “Tuerto” Peralta, autodenominado “mano derecha” del “Darío” y socio de Belgrano (sentenciado por robo y otros delitos).
Durante el juicio, el fiscal Gonella dijo que era curioso que Peralta, hincha de la “B”, fuera chofer de Cáceres, justamente el jefe de la barra del albiazul, con la sabida rivalidad entre ambas hinchadas. “¿O es que eran socios en negocios ilícitos?”, preguntó, para enfatizar que los colores de los clubes habrían quedado atrás para dar lugar a algo más: los presuntos negocios ilegales de los que formaron parte.
Busso fue uno de los laderos criminales en la banda narco de Cáceres. Al igual que Páez y Peralta, “Tomate” seguía las instrucciones del mandamás. Páez, Busso y Peralta coordinaron maniobras de narcotráfico y, en particular, “Tomate” y “Gusy” mantenían líneas exclusivas con policías para acceder a informes de dominio de vehículos, al tiempo que los alertaban sobre eventuales investigaciones judiciales en su contra.
Busso, Páez, Cáceres y Peralta participaron de la compra de la droga por 45 millones de pesos que, en el verano de 2022, fue incautada en Córdoba. “Gusy”, “Tomate”, Peralta y otra condenada cayeron detenidos en un Volkswagen Vento cuando se dirigían a retirar 270 kilos de droga del búnker donde la escondían.
En las escuchas, Busso y Peralta mantuvieron una conversación sobre “fusiles”, “pistolas” y una ganancia que “Tomate” consiguió con la venta de un “fusil”: “Le gané 100 ‘lucas’ al fusil”. Para el fiscal Gonella, esos términos aluden a “servicios de sicariato” en los que habrían estado implicados varios de los hoy condenados.
Más condenas de Busso
El 6 de diciembre de este año, el Tribunal Oral Federal N° 2 de Córdoba capital, presidido por José Asís, Julián Falcucci y Noel Costa, condenó al narco a ocho años de prisión como coautor de organización para el comercio y transporte de estupefacientes y comercio de estupefacientes y tentativa de transporte de droga. Durante un juicio abreviado, Busso reconoció los hechos y acordó la pena con el fiscal.
El mundo criminal nunca le fue ajeno a Busso. En 2012, “Tomate” fue detenido por el asesinato de Cristian David Godoy (23), en barrio José Ignacio Díaz, de la Capital provincial. El joven ingresó a robar en su despensa, que funcionaba en su casa. Al advertirlo, Busso lo persiguió y lo mató de un balazo.
En 2022, la Cámara Tercera del Crimen lo condenó por homicidio agravado por el uso de armas de fuego y le impuso 11 años de prisión. Apeló, pero el Tribunal Superior de Justicia dejó firme la sentencia.
Algunos años antes, en 2016, la Cámara 11ª del Crimen le había imputado 10 años de cárcel por su rol en el asesinato de Juan Roberto Pinto en barrio Cooperativa Los Andes, también de la Capital.
Fue hallado responsable como partícipe secundario del homicidio agravado por el uso de armas de fuego y lesiones graves agravadas y lesiones leves agravadas. Cumplió la totalidad de la pena el 19 de este mes (en 2020, había recibido la condicional).
El 15 de febrero de 2013, Diego “Pintura” Pinto asesinó a Juan Manuel “Magún” Toranzo; lo acribilló a balazos en una disputa barrial.
En presunta venganza, al día siguiente varios sospechosos atacaron a tiros la casa de “Pintura” y uno de ellos, luego identificado como Rubén Emanuel “Chinito” Maldonado, asesinó a Juan Roberto Pinto (padre de “Magún”).
“Chinito” disparó, pero “Tomatón” estuvo en la escena aunque apartado. El tercer implicado, Marcelo Maximiliano “Gusano” Rivarola, disparó de forma indiscriminada. Además de la víctima fatal, fueron heridos su esposa y otro de los hijos de Pinto. “Tomate” ya arrastraba una anterior condena por violencia familiar en perjuicio de su pareja y también por desobediencia a la autoridad y amenazas. El violento barra, incluso, fue uno de los siete hinchas cordobeses deportados del Mundial de Sudáfrica, en 2010.
Ahora, el Tribunal Oral Federal N° 2 unificó en 19 años y medio de prisión la sanción anterior (17 años y seis meses de prisión) y la actual (ocho años). Pasará una parte importante de su vida en la cárcel.
En una de las escuchas del diálogo con Páez, Peralta habló de “negocios” y mencionó, ufanándose, su vinculación con “Gusy”, Busso y Cáceres: “Yo, con vos, el Omar y el Darío; nadie más. Somos una banda. Cuatro cabezas son mejor que 10”.
La “banda”, sin embargo, seguirá presa –unida o no– en Bouwer.
