Un alevoso asesinato de características mafiosas comenzó a ser develado en los Tribunales II de Córdoba. Seis hombres ya están siendo juzgados por el brutal crimen de Daniel Enrique Coria (38), quien fue engañado, emboscado, ultimado a balazos. Su cuerpo fue calcinado para borrar rastros en la zona de Bajada de Piedra, en la periferia este de la ciudad de Córdoba, en febrero de 2023.
El asesinato de Coria, según la pesquisa, fue diagramado, ordenado y seguido de cerca por un preso que se encontraba alojado en la Cárcel de Cruz del Eje.
De hecho, según la causa, uno de los sicarios llegó a filmar con su celular la acción realizada con el fuego y envió al menos un video al supuesto ideólogo del plan para demostrar que “el trabajo” se había hecho.
El principal acusado en el juicio que comenzó, bajo fuertes medidas de seguridad en la Cámara 6ª del Crimen de Córdoba, es Pablo Mario Silva, más conocido como “el Pistola”. Es un reo jefe de pabellón de aquel presidio o, como se dice, es un “pluma”.
“Pistola” Silva está acusado de haber sido el presunto ideólogo del crimen mafioso.
A su lado se ubican cinco presuntos cómplices que estaban en libertad cuando pasó todo y que habrían tenido rol central en el plan mafioso: su hermano Martín Ezequiel Silva, sindicado de haber sido el nexo a la hora de pagarle a la banda; y los hermanos Carlos Daniel Figueroa, Héctor Oscar María Figueroa y Michael Joel Figueroa; y Matías Gabriel Palacios.
Estos últimos cuatro están sospechados de haber sido “la mano de obra” que cometió todo.
Todos llegaron a juicio por la gravosa figura penal de homicidio calificado por precio y premeditación.
En caso de condena con esa figura, les corresponde la única pena de prisión perpetua.

El alevoso asesinato mafioso de Daniel Coria deja en evidencia otra vez hasta dónde pueden llegar bandas de delincuentes en Córdoba y lo que se puede tramar y llevar adelante desde un establecimiento penitenciario provincial con tanto celular que ingresa.
Emboscada, crimen mafioso y fuego
Todo sucedió el 15 de febrero de 2023 en la zona de Bajada de Piedra, en cercanías de la ruta nacional 19, periferia de la Capital cordobesa.
Aquella mañana, bomberos llegaron a un predio descampado porque había un incendio. Tras sofocar las llamas, los efectivos se dieron con lo que quedaba de un torso humano entre objetos quemados.
Al cabo de unos minutos, la zona quedó repleta de policías, funcionarios y funcionarias judiciales y peritos de la Policía Judicial.
Una amplia y efectiva tarea investigativa de pesquisas del Departamento Homicidios, bajo directivas de la fiscal Claudia Palacios, permitió identificar a la víctima al cabo de unos días: Daniel Coria, un hombre que se encontraba desaparecido y por quien su familia clamaba respuestas.
No fue una labor simple la de los investigadores. Un examen de ADN permitió identificar los restos.
Tras hablar con familiares y allegados a la víctima, se pudo establecer que Coria había sido engañado por un conocido suyo, Gabriel Palacios, quien lo habría embaucado presuntamente para realizar un “trabajito”: un asalto importante.

Sin embargo, ese supuesto plan de robo habría sido todo un engaño para que Dante Coria llegara solo en su moto hasta un domicilio, donde lo estaban esperando otras personas.
Estos individuos eran sicarios que, según la pesquisa basada ya en un complejo trabajo centrado en testimoniales y análisis de comunicaciones, habrían ultimado con disparos a Coria.
Una vez, cometido el crimen por encargo, habrían trasladado el cadáver hasta un descampado donde lo que quemaron.
Tamaña macabra y demencial acción habría sido ejecutada presuntamente a pedido desde la cárcel.
De acuerdo a la pesquisa, durante varias horas el cuerpo de Coria fue cremado en el descampado mientras los sicarios le iban agregando gomas en desuso y otros elementos para alimentar las llamas.
En medio de esa acción mafiosa, según la causa, uno de los delincuentes tomó su celular y comenzó a filmar la acción.
Le faltaba un brazo, o eso fue lo que quedó captado por el reflejo del cuerpo en la pantalla mientras las llamas eran filmadas. En el video casero, quedó captada la brutal faena, mientras varias personas miraban, se reían y hasta amenazaban.
Una versión da cuenta de que habrían existido más filmaciones realizadas con celular.
La pesquisa fiscal permitió determinar que al menos ese video fue enviado a un celular que se encontraba en una celda de un pabellón en la cárcel de varones de la ciudad de Cruz del Eje.
De acuerdo a la hipótesis de la fiscal Palacios, el video llegó a manos de Pablo Mario Silva, quien cumple condena en aquel penal y habría sido al momento de los hechos un “pluma” de pabellón. La sospecha es que él habría sido quien encargó todo y la filmación era una muestra del “trabajo” realizado.
La sospecha es que la emboscada y crimen fue realizada a cambio de una fuerte suma de dinero.
La presunción es que todo se habría tratado de una eventual venganza vinculada a negocios narcos.
El “pluma” y los demás negaron todo
El juicio arrancó en la Cámara 6ª del Crimen y con la participación de jurados populares.
En la primera audiencia, todos los acusados, quien enfrentan gravísimos cargos, negaron los hechos y se abstuvieron de responder las preguntas del fiscal de Cámara, Martín Berger.
“Pistola” Silva fue más allá. Ante la sala de audiencias, el preso reconoció ser el “pluma” del pabellón donde está alojado y hasta brindó una clase sobre lo que eso significa.
Sin embargo, el reo dijo desconocer por completo la acusación en su contra y el crimen por encargo.
En el juicio, que se desarrolla bajo fuertes medidas de seguridad, ya testificaron la hermana de la víctima, vecinos y comisionados policiales que trabajaron para el esclarecimiento de la causa.
El juicio demandará varias audiencias.