Rosa Sabena triunfa y llora. La madre de Nicolás Sabena (21) logró que la Justicia confirme su peor sospecha. Hubo policías que encubrieron la desaparición de hijo, hace 12 años. Este martes, la suboficial Nancy Salinas (48) fue condenada a tres años y 10 meses de prisión.
Es autora penalmente responsable de encubrimiento por favorecimiento personal, doblemente agravado (por la entidad del delito precedente y por su condición de funcionaria pública). La uniformada oyó impávida el veredicto. Permanecerá en libertad hasta que la sentencia esté firme.
Al escuchar el fallo de la Cámara Primera, Rosa se abrazó con su hijo menor, Federico, quien sigue sus pasos en Abogacía. La mujer, que estudió Derecho para buscar Justicia por Nicolás, logró en el 2014 que se condene a José Vargas Miserendino, a su esposa (ya fallecida) y sus dos hijos, Lucía (alias Cory) y José (alias Yaca), por el secuestro. La Justicia concluyó que los Vargas “cooptaron a Nicolás con la intención de iniciarlo en el consumo y tráfico de drogas y urdieron un plan para ocultarlo y que no vuelva a saberse nada de él”.
En el 2011, la madre del joven denunció por presunta connivencia con los Vargas al exjefe de Investigaciones de la Policía, Gustavo Oyarzábal. Se interpreta que los protegía y les avisaba antes de cada allanamiento.
Recién este año el caso fue elevado a juicio. Mientras, Oyarzábal fue detenido en febrero del 2019 por orden de la Justicia Federal como presunto partícipe en una organización dedicada al narcolavado.
En la causa, como supuesto cabecilla de la organización, está preso Gabriel Bossi, ex pareja de Cory Vargas y presunto socio del zar de la droga Claudio Torres, asesinado por sicarios en enero del 2019.
Rosa Sabena también tiene denunciado al superior de Salinas, el comisario Fernando Pereyra, jefe de la Departamental Roca. Sabena se opuso recientemente al archivo de las actuaciones en su contra y espera una definición judicial al respecto. Lo acusa por comunicaciones con los Vargas y una confusa actuación en diversos procedimientos que, a su juicio, le impidieron hallar a su hijo.
“Estoy tranquila, sabía que la sentencia iba a ser así porque las pruebas eran contundentes. Pedimos cuatro años, una pena lógica porque no queremos venganza sino Justicia, que es lo se logró. Mi familia tiene un poco más de paz. Lo que espero es que el ministro de Seguridad la aparte del cargo a Salinas, porque esta persona sigue moviendo los hilos”, comentó Sabena.
La denunciante cuenta que comenzó a desconfiar de Salinas apenas desapareció su hijo. En septiembre del 2008, tras una discusión familiar, Nicolás se hizo “amigo” de Cory y Yaca Vargas y vivía en su casa quinta (luego sindicada como “un aguantadero”). A días de perder contacto con él, a los Sabena les llegó un anónimo que decía que, para volverlo a ver, debían dejar dinero en una bolsa negra, en la plaza Mójica.
La entonces cabo Salinas se llevó el papel. Luego, el comisario Fernando Pereyra habría montado un operativo, supuestamente para atrapar a los extorsionadores. Pero la nota apareció adulterada. Según los dichos de la madre, Pereyra hizo el procedimiento dos cuadras antes del sitio consignado para la entrega. La acción policial fue totalmente infructuosa. Con los años, Rosa se convenció de que Salinas y Pereyra habrían desviado la investigación y los denunció. La causa contra Pereyra aún está abierta, un fiscal quiso mandarla a archivo pero Rosa se opuso y se espera un nuevo pronunciamiento judicial. Por el caso Sabena en la Justicia provincial también se aguarda la fecha del juicio contra el exjefe de Investigaciones, Oyarzábal.
En su alegato, la defensa de Salinas pidió la absolución y argumentó que cuando se produjo el hecho, la denuncia de la desaparición de Sabena no había sido formulada. A su turno, el fiscal Daniel Miralles pidió dos años de prisión en suspenso, mencionó que a Salinas le decían “Nikita”, y llegó a elogiarla por otras investigaciones.
Persecución y omisión
Rosa Sabena estudió abogacía para poder entender la causa de su hijo. Apenas comenzó revisar el expediente, entrecruzó llamadas y notó numerosas comunicaciones entre los presuntos captores de Nicolás y la Policía.
Pero la peor confirmación de la compleja relación entre los Vargas y algunos uniformados la tuvo durante el juicio por el secuestro de su hijo. Tres policías testimoniaron que a sólo cinco horas de la última llamada del joven (registrada en la quinta de Vargas a las 19.49 del 14 de septiembre del 2008) Vargas protagonizó un llamativo incidente.
Revelaron que, en un control de rutina, lo vieron conducir de manera peligrosa por la costa del río. Era poco más de la medianoche y cuando trataron de interceptarlo, José Vargas huyó y luego se bajó del auto y corrió a esconderse en un garaje. Finalmente lograron trasladarlo a la comisaría de Banda Norte pero “estaba en un estado de nerviosismo tal que se defecó encima”.
En el juicio realizado en el 2014, los policías aseguraron que les resultó imposible esposarlo por la fuerza que esgrimía y que Pereyra y Salinas arribaron a la comisaría “para interiorizarse de las circunstancias de la detención de Vargas”. Según Sabena, Pereyra habría ordenado la liberación del sospechoso. Luego, igual que Salinas, habría omitido informar del incidente a la Justicia.
Federico Sabena cumplió este martes 29 años. Tenía 16 cuando su hermano desapareció. A punto de recibirse de abogado, acompañó a su madre en las audiencias: "Fue difícil tener que soportar en el juicio la mentira de la gente que iba a declarar, cuando uno espera honestidad de los funcionarios que nos cuidan, imparcialidad. Pero no son todos los policías iguales. El actual jefe de la Departamental Della Mea, fue un hombre que siempre nos ayudó. Y después de tantos que nos patearon en la espalda, de tantos golpes duros, hoy siento que hubo Justicia. Los jueces no sólo nos dieron una mano a Nico, a mi mamá y a mí, sino un poco de esperanza para toda la sociedad", concluyó.
