“Pili, a un año de tu partida te recordamos con cariño”. Las letras negras de esta frase resaltaban en una bandera color blanco que un grupo de vecinos puso en frente de una vieja y humilde casa de San Francisco que había ardido entre las llamas un año antes.
Hermenegildo Breuza tenía 73 años y vivía en barrio La Milka, de San Francisco. Su muerte fue violenta y ocurrió en el mes de mayo de 2019 en su domicilio de calle Santa Fe al 1300.
Lo asesinaron tras robarle algo de lo poco que tenía y luego para esconder el homicidio su ejecutante incendió el lugar.
Breuza era un hombre solitario, muy humilde y querido en el barrio. Por eso, en el primer aniversario de su muerte, ya en 2020, sus vecinos lo recordaron colgando ese trapo.
La autopsia revelaría días después del crimen que el cuerpo de la víctima no tenía humo en los pulmones, aunque sí presentaba una hemorragia en la cabeza propia de un traumatismo de cráneo. Es decir, había muerto antes de ser calcinado.
Un detenido, un conocido
La investigación se orientó al incendio intencional. Al poco tiempo de lo ocurrido cayó Diego Olmos, un joven de 25 años a quien se lo responsabilizó de utilizar un fierro para golpear a Breuza en la cabeza y darle muerte. Fue detenido e imputado por homicidio.
Según las pesquisas, la víctima ya había denunciado alguna vez por robo a Olmos, quien a su vez contaba con antecedentes policiales. Además, el testimonio de un testigo indicó que habría visto al detenido en el lugar del hecho ese trágico día. Todo apuntaba a la misma persona.
Una condena que no quiso cumplir
Olmos fue condenado en febrero de 2021 en un juicio que debió haberse llevado adelante en 2020, aunque por la pandemia se atrasó. La Justicia le dio 16 años de cárcel y le sumó dos años más que debía cumplir de una condena anterior por robo en 2013, ya que gozaba del beneficio de la prisión condicional.
Llegó al juicio acusado de “homicidio simple, violación de domicilio e incendio doloso, en concurso real”. En total, se le aplicó una condena única de 18 años de prisión con declaración de reincidencia.
Tras las rejas su conducta “era regular, con algunas sanciones disciplinarias pero nada fuera de lo habitual en internos más o menos jóvenes”, aportó una fuente judicial a La Voz, quien destacó que no tenía problemas de convivencia con otro internos. Sí tenía indicado un tratamiento para la problemática de su adicción a las drogas y estuvo alojado unos meses en el último tiempo en el servicio médico por problemas en su estado de ánimo
A mediados de julio de este año, Olmos fue encontrado muerto en la Penitenciaría N° 7 de San Francisco. La Justicia ordenó la autopsia, que terminó indicando que se quitó la vida.
