En la novena semana del juicio a Marcelo Macarrón, acusado como instigador del asesinato de Nora Dalmasso, se sintió un cimbronazo por hechos que acontecieron dentro y fuera de la sala de audiencias.
El más resonante fue protagonizado por el fiscal de cámara Julio Rivero.
El funcionario se alejó intempestivamente de un grupo de WhatsApp que compartía, desde hacía más de un año, con un centenar de fiscales.
Rivero se quejó airadamente por no haber recibido ninguna muestra de sus pares, en apoyo a su accionar, en un caso que es emblemático para la Justicia de Córdoba.
Este miércoles aclaró que el reproche no fue para la Fiscalía General, que desde el primer momento se puso a su disposición (según dijo), sino que se trata de un grupo integrado por colegas fiscales activos y jubilados.
“Es un grupo, me enojé y me fui, quizá de manera no muy diplomática”, dijo Rivero a la prensa.
El mensaje decía lo siguiente: “¿Saben qué? Soy Julio Rivero. Fiscal de cámara en el caso... (pónganle el adjetivo que quieran). ‘Macarrón’ se llama la causa (por si algún distraído no lo tiene). El debate comenzó el 14/3/2022. Hace casi dos meses. Y... espera hasta hoy NI UNA SOLA MUESTRA DE APOYO (sic)”.
Y remataba: “¿Saben qué, estimados colegas del MPF? Váyanse a la puta madre que los parió. Y gracias, Dr. Carlos Ferrer, por invitarme al grupo”.
Fiscal “solo”
Rivero viene diciendo que se siente “solo” desde el inicio del juicio contra el viudo.
Al presentar el caso, reclamó que la madre de Nora, María Delia Grassi, renunciara a la querella. Según se reveló en el juicio, fue por una decisión familiar a raíz de su estado de salud.
“Me dejó solo Nené, pero no es un reproche (…). A este fiscal le hacen falta el tesón, la tenacidad y la fuerza de esa leona”, sostuvo en su momento.
Dio por sentado que la querellante contribuiría en la acusación, aunque en rigor, en su última declaración, Grassi afirmó que a su hija la habría matado el mismo empresario contra el que apuntan los hijos.
El fiscal admitió este miércoles que, tras el portazo, logró que, por mensaje privado, varios colegas le manifestaran el apoyo que admite necesitar, en un caso de esta envergadura.
“Fue un mimo”, valoró.
“Alianza de Moldes contra Independiente”
En el inicio del juicio, el fiscal Rivero había confiado a periodistas que, frente al experimentado defensor Marcelo Brito, se sentía como los integrantes de un club chico que habían logrado la oportunidad de jugar contra un equipo de Primera.
“Esto es como Alianza de Moldes contra Independiente”, mencionó.
En paralelo, reconoció que, antes de que se iniciara el proceso oral, tuvo la oportunidad de pedir que se sentara a su lado el fiscal Luis Pizarro, instructor de la causa. Dijo que no lo consideró necesario.
Rivero no eludió las preguntas de la prensa sobre el enojo y el exabrupto en la red social, pero no dio pistas acerca de si sostendrá la acusación o si podría plantear un hecho diverso, por ejemplo, basado en la prueba genética. ”Falta mucho, hay mucho que zarandear al final”, expresó.
Forenses y genetistas
Para el imputado Macarrón, acusado de contratar a un sicario para asesinar a su mujer y simular una escena sexual, la audiencia del lunes fue altamente favorable.
Tanto uno de los forenses que hicieron la autopsia, Martín Subirachs, como el presidente de la Asociación de Médicos Forenses de Argentina, Mario Vignolo, echaron por tierra la hipótesis de un crimen por encargo.
Aseguraron que Nora Dalmasso tuvo sexo consentido, “intenso”, y que el hecho “no fue premeditado”.
Vignolo interpretó que el autor no fue a matarla, sino a tener relaciones con ella, y que hubo una discusión por la que decidió terminar con la vida de la víctima. “La mató con lo que tenía a mano”, coincidieron en reafirmar Subirachs y Vignolo, en alusión al cinto de la bata que Nora tenía a los pies de la cama.
Vignolo, que también es criminólogo, deslizó que el autor sería una persona corpulenta, temperamental, “poderosa frente a la víctima”.
Deslizó que Dalmasso pudo haber estado desmaquillada para no comprometerlo con huellas y que la relación sexual pudo no haber concluido y por eso no se halló semen.
Este miércoles, el bioquímico policial Daniel Zabala estuvo casi cinco horas defendiendo la técnica que utilizó para procesar y estudiar las muestras del cuerpo de la víctima. Insistió en que detectó semen y defendió el método de fosfatasa ácida prostática.
Interpretó que el Ceprocor y la Policía Judicial de Córdoba (que no detectaron semen) “criticaron la prueba de fosfatasa ácida”. Insistio que él usó “fosfatasa ácida prostática” y en que, según estudios científicos expuestos en 2014 en Rosario, “es tan eficiente como el antígeno prostático específico” que utilizaba el cuerpo científico de Córdoba.
Zabala sostuvo que, aunque no fue comprendido, cumplió su objetivo.
Destacó que, con sus muestras (cuyo procesamiento fue cuestionado), finalmente se llegó a determinar que, en la escena del crimen, había ADN de Marcelo Macarrón.
Cabe aclarar que las muestras genéticas en las que el FBI confirmó rastros genéticos del viudo son células epiteliales “potencialmente espermáticas”, pero no son de semen.
El bioquímico policial, con una trayectoria de más de 40 años en Río Cuarto, fue el único que encontró semen en la evidencia.
Sin embargo, admitió que no pudo ver espermatozoides en el microscopio, lo que en su momento generó suspicacias en torno a que el asesino pudo ser alguien que tuviera hecha una vasectomía.
