El niño de dos años que cayó en una pileta en Traslasierra murió este viernes en el Hospital de Niños. El pequeño había sido trasladado al centro de salud de Córdoba capital, por la complejidad de su cuadro.
En estado crítico, y con asistencia respiratoria mecánica, el menor permanecía desde la tarde del jueves en el hospital Villa Dolores, luego de permanecer sumergido en la piscina de un vecino de la casa de su abuela, en Villa de las Rosas.
Cómo ocurrió la tragedia en la que murió el niño ahogado
El niño pertenecía a una familia bonaerense que veraneaba en esta localidad transerrana, en casa de familiares.
Hacia las 15,30 del jueves desapareció de la vivienda de su abuela. Lo encontraron en el domicilio contiguo, sumergido en la piscina y con claros signos de ahogamiento. Un miembro del Equipo Técnico de Acción ante Catástrofe (Etac), que pasaba por el lugar, le practicó reanimación cardiopulmonar. Luego lo trasladaron unos 20 kilómetros, hasta el hospital Villa Dolores.
Se ignora cuánto tiempo el niño estuvo sumergido. Después de las 23, se decidió su traslado hacia un centro de salud de mayor complejidad. Finalmente, este viernes se confirmó la peor noticia.
Causa frecuente
El ahogamiento y la sumersión es la segunda causa de muerte accidental en niños y niñas menores de 5 años. Las Estadísticas Vitales del Ministerio de Salud de la Nación indican que en 2020 fallecieron 49 pequeños por este tipo de lesiones.
Dentro de la categoría “causas externas de mortalidad”, el ahogamiento fue la segunda causa, solo antecedido por otros accidentes que obstruyen la respiración, con 53 fallecimientos. En tercer lugar se ubicaron los choques de transporte, con 40 casos. Le siguen: agresiones (13), exposición al fuego (12) y envenenamiento accidental con sustancias tóxicas (5).
Cómo prevenir
Marcelo Argüello, emergentólogo y director del hospital Materno Neonatal explicó que cualquier fuente de agua puede ser peligrosa para un niño pequeño. El pediatra indicó que se dan ahogamientos en baldes, palanganas y hasta tachos. Las piscinas domiciliarias, ya sea estructurales o de lona, representan un riesgo sumamente alto.
Para prevenir, lo más importante es la supervisión cercana y permanente de un adulto. Se deben identificar primer los posibles peligros, como la profundidad del agua o la fuerza de la corriente de un río. El caso de niños, niñas o adolescentes con epilepsia o convulsiones de cualquier origen, independientemente de su edad, el control debe maximizarse.
En el hogar, se recomienda evitar dejar baldes, palanganas y/o piletitas inflables con agua, que deben ser vaciados y guardados luego de su uso.
La Sociedad Argentina de Pediatría recomienda proteger siempre las piletas domiciliarias con un cerco que las rodee por completo -con una altura mínima de un metro- y mantenerlo cerrado a toda hora.
Además, no se deben dejar sillas próximas al cerco, ya que los niños o niñas podrían usarlas para treparse. Tampoco dejar objetos o juguetes en la pileta que les llamen la atención, ya que probablemente intenten buscarlos.
Hay que prestar atención a posibles resbalones en superficies mojadas alrededor de la pileta, que pueden provocar caídas, empujones o accidentes. Es importante transmitir a toda la familia que no se debe correr alrededor de las piscinas.
Los flotadores, colchonetas o juguetes inflables deben utilizarse con precaución y bajo la supervisión de una persona adulta. Aunque se crean seguros, son susceptibles a pincharse, tener pérdidas de aire, y no siempre son eficaces para sostener la cabeza del niño o niña fuera del agua.
Los dispositivos más apropiados son los chalecos, que deben tener broches seguros y correa en la zona inguinal. Adicionalmente, estos elementos de seguridad deben estar correctamente colocados si están a bordo de cualquier tipo de embarcación. No obstante, se insiste en que su uso no libera de la supervisión por parte de una persona responsable.
En masas de agua naturales como ríos, mares o lagos, se recomienda que niños y niñas menores de dos años solo permanezcan en la orilla y sujetos en todo momento por una persona adulta.
Otro aspecto importante a tener en cuenta con niños, niñas y adolescentes, es acordar algunas medidas protectoras como inculcar el respeto al agua o seguir las indicaciones de guardavidas en playas o piletas. También es necesario enseñarles que en el caso de que un niño/a esté en problemas en el agua, deben pedir ayuda urgente a una persona adulta y no intentar salvarlos por su cuenta.
“El conocimiento por parte de cuidadores, profesores o bañeros de las maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) efectiva es clave en la posibilidad de sobrevida de estos niñas y niños tan pequeños. Cuanto más precozmente se administre esta técnica, menos probabilidad de muerte o de secuelas en los niños que se ven afectados”, finalizó Argüello.
