El enigmático “Inge 890” o “Inge” agendado como contacto en diversos teléfonos celulares secuestrados en una causa de drogas se transformó más que en una pista judicial: fue el disparador de otra investigación, que puso nombre y rostro al presunto líder de una narcoorganización cordobesa que cayó con 66 kilos de cocaína y 150 mil dólares.
La Sala B de la Cámara Federal de Apelaciones de Córdoba capital confirmó el procesamiento con prisión preventiva dictado por el juez N° 2 del mismo distrito, Alejandro Sánchez Freytes, en contra del boliviano Hugo “Huguichi” Hermosa Vacaflor (55).
También avaló la preventiva de su presunto subordinado, el peruano Antony Amadeus “Tomás” Delki Antezana (34).
De las líneas “calientes”, a “Manitos blancas”
La investigación comandada por la Justicia provincial en un expediente por estupefacientes derivó en la incautación de varios celulares que contenían dos nombres similares agendados: “Inge 890” e “Inge”.
El dato, que en principio pudo ser menor, abrió camino a una nueva pesquisa, con la colaboración de un imputado “arrepentido”, excomprador de las sustancias.
El informante habló y nunca dejó de hablar… Con lujo de detalles, “salpicó” a Hermosa Vacaflor, dueño de una pinturería en Córdoba, a quien sindicó como el líder de la narcobanda: “El señor se llama Hugo; le dicen ‘Manitos blancas’ porque tiene una enfermedad degenerativa de la piel. Es de nacionalidad boliviana y tiene alrededor de 50 años. En esa casa tiene cosas de pinturería para su venta, pero esa es una fachada”.
“Se dedica a la venta de cocaína. No tiene ningún cartel de pinturería… Tiene algunos baldes con pintura de verdad; mientras que aquellos donde oculta la cocaína son baldes especiales de color blanco”, dijo.

Según el “arrepentido”, el presunto jefe narco habría negociado el ingreso de la droga a la Argentina desde su país natal: “La trae o se la traen personas desde Bolivia”. Una vez en suelo argentino, los “pasamanos” habrían ocultado la droga en una camioneta estacionada en cierto sector y con la llave escondida en una de las ruedas.
“Luego, Hugo saca la camioneta y retira la cocaína. Viene oculta en las ruedas, en el espacio que hay entre el neumático y la llanta. Para venderla, la oculta en baldes de pintura”, agregó.
Bajo las órdenes del fiscal federal N° 3 de Córdoba capital, Maximiliano Hairabedian, los investigadores corroboraron que Hermosa Vacaflor viajaba regularmente a Bolivia, donde habría cerrado las operaciones de narcotráfico para el posterior traslado de las sustancias a Córdoba. Otra de las pistas que se analizan es si la droga también ingresaba desde Perú.
Una vez que la cocaína arribaba a la Docta, “Manitos blancas” la habría ocultado en su casa, ubicada en Aaron Castellanos al 1800, barrio Ameghino Norte, en el oeste de la Capital, de acuerdo con lo revelado en las intervenciones telefónicas ordenadas por el juez Sánchez Freytes, secretaría Penal de Josefina González Núñez.
En ellas se mencionó el ingreso “rápido” de vehículos dentro de la cochera privada de “Hugo”, lo que para el fiscal indicaría claros movimientos relacionados con el retiro de la droga para su posterior traslado a otros lugares. Delki Antezana fue visto en el lugar, un indicador de su rol en la banda como presunto subordinado de “Manitos”.

Los efectivos también observaron vehículos en maniobras sospechosas en un dúplex alquilado por el boliviano en Miguel Rivera al 6200, barrio Argüello, en el norte de Córdoba capital. La mecánica era calcada: los rodados ingresaban “de culata” para, luego de varios minutos, retirarse.
Por ejemplo, constataron cuando desde una Traffic comenzaron a bajar, una a una, cubiertas de gran tamaño que apilaron al frente de la puerta de ingreso. Luego, una vez que finalizaron el trabajo, las redirigieron a la casa alquilada por el boliviano.
No dejó de ser dudosa la entrada de algunos sospechosos con mochilas vacías. Uno de ellos, el propio Delki, sin embargo, lo hizo con una mochila llena, probablemente de dinero o droga, de acuerdo con la causa.
Por otro lado, los investigadores vieron a Yohana Villarreal cuando arrastraba una valija grande desde el interior de la casa de su novio Delki, en Necuñan al 4.700, barrio Villa Martínez, en el oeste de la Capital, hacia el Ford Focus del peruano. La trasladaron (presumiblemente con droga) al departamento rentado por Villarreal en el edificio La Recova, en Figueroa Alcorta 285, pleno barrio Centro.
Allí, bajo las presuntas órdenes de Hermosa Vacaflor, almacenaban la cocaína que luego, según la investigación, fraccionaban y vendían a través de la modalidad de delivery o directamente al menudeo.
El lugar, día y hora de la entrega, como la moneda de pago, habrían sido pactados por la pareja a través de WhatsApp. Delki habría entregado la cocaína en el Focus, mientras que Sosa habría trasladado a Villarreal para consumar las “transas”.
Alternativamente, la droga habría sido fraccionada y comercializada por la pareja con la colaboración de Osvaldo Miguel “Chino” Cejas (30; despedido de su trabajo legal por presuntamente vender drogas a sus compañeros), Gustavo Fernando “el Pili” Cabello (35) y Brian Daniel Palacio (32). Estos sospechosos se habrían encargado de conservar la droga de la pareja en su “búnker” familiar, en Villa Martínez, en el que se habría vendido también las sustancias a toda hora.
Tras concretar las ventas, Villarreal y Delki habrían rendido las cuentas y la recaudación a “Manitos”. Las intervenciones telefónicas también permitieron al fiscal descubrir la dinámica de las operaciones entre Hermosa Vacaflor y Delki sobre “retirar ‘eso’ urgente” y “cobrar la plata”.
Siempre en un lenguaje de código, el peruano le reveló que le gustaba el “pescado”, a lo que el boliviano le respondió en igual sentido: “Me encanta el pescado; el problema es que no tengo dónde guardarlo o cómo cocinarlo. Viste que no tengo nada acá en mi casa”.
La conversación continuó en referencia a las “rabas” y “paredes”, lo que, para Hairabedian, apuntaría al negocio de la droga y las cantidades que Delki tenía que retirar y la recaudación que debía rendir.
En un “descuido” durante una conversación, el peruano pidió a Villarreal que le preparara “50 gramos de cocaína”. Luego de otras referencias elusivas al estupefaciente, catalogado encubiertamente como “medias”, “pan duro”, compradores pidieron a Villarreal un “tacho de pintura” de la misma calidad que la última que le había vendido. Las conversaciones continuaron relacionadas con pedidos de “2 de 50 litros” y “100 litros por separado”.

En un diálogo con Villarreal, “Gordo Walter” le avisó que iban a concretarse allanamientos en el barrio, lo que elevó las sospechas de presuntas filtraciones desde la Policía.
“De los elementos probatorios –sostuvo el juez al procesar a todos en mayo- se desprende que Hermosa Vacaflor habría asumido el rol de jefe, ya que siempre actuó como líder, y prueba de ello son las conversaciones en las cuales daba instrucciones sobre la entrega de la droga, el dinero que le debían rendir por la venta de la sustancia y pormenores respecto de su distribución, que eran acatadas por los demás miembros” de la organización.
“Manitos blancas”, reafirmó el magistrado, “habría sido quien habría asumido este rol, constituyendo y armando el grupo de personas para que desempeñara las funciones que consideraron necesarias, encargándose de recaudar dinero, realizando tareas de control para que el material se encuentre acondicionado y en condiciones para su posterior venta, incluso realizando él mismo esas tareas con los coimputados”.
Bajo sus designios, el resto de los sospechosos habrían actuado “con un sentido de pertenencia al grupo”, al mantener “una fluida comunicación telefónica entre ellos” para el traslado de las drogas, su venta y cobranza final.
Un botín suculento
Los investigadores secuestraron un multimillonario botín en drogas y dinero. En los procedimientos, hallaron 66,5 kilos de cocaína (valuada en unos 665 mil dólares), millones de pesos, miles de euros y 153 mil dólares.
La mayor parte de los miles de dólares y demás divisas la atesoraban Hermosa Vacaflor y Villarreal y Delki. El boliviano tenía en su casa U$S 48.900 y $ 340.000. En la propiedad de su expareja guardaba $ 9.130.500, U$S 33.850, 8.760 euros y $ 20 mil bolivianos.
A su vez, Delki y Villareal ocultaban en su vivienda $ 308.170, U$S 70.540 y una contadora de billetes, mientras que en el departamento céntrico acumulaban $ 6.554.200 y U$S 250.
Ante la falta de un trabajo lícito, los imputados no podrían justificar el exorbitante volumen de dinero que todos acumulaban sin más explicación, al menos por ahora, que el redituable negocio de la droga. Sólo “Manitos blancas” contaba con la pinturería que además habría funcionado, como se dijo, como fachada para la venta de cocaína.
Tras el procesamiento de todos, Delki y Hermosa Vacaflor apelaron, pero la Cámara declaró desistido tácitamente el recurso del primero, mientras que confirmó el procesamiento del presunto jefe narco por organización para el comercio y distribución de estupefacientes, asociación ilícita y tenencia de estupefacientes con fines de comercialización.

























