La falta de una certeza total en cuanto a la responsabilidad directa de Franco Sosa en haberle causado la muerte a su hijo, Lázaro Sosa, de 4 meses de edad, hizo que el jurado popular y técnico reunido en Villa María durante esta semana, lo absolviera por el beneficio de la duda del cargo de homicidio calificado por el vínculo con el que había llegado al juicio.
De esta manera, recuperó inmediatamente su libertad frente a una acusación que, en caso de haberlo hallado culpable, le hubiera correspondido la pena de prisión perpetua.
La muerte del pequeño Lázaro Sosa se produjo bajo un diagnóstico de severo traumatismo de cráneo, compatible con el síndrome del bebé sacudido, y encuadrado por la justicia en un supuesto caso de maltrato infantil. Pero no pudo ser atribuida fehacientemente ni a su padre, ahora absuelto, ni tampoco a su madre, quien estuvo nueve meses imputada y detenida por este caso, y luego fue sobreseída durante la instrucción de la causa.
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A lo largo de tres largas jornadas se tomaron más de 15 testimonios, tanto de familiares y amigos de ambos padres, como de profesionales y peritos que intervinieron en el caso.
Franco Sosa estuvo más de dos años preso en la cárcel de Bouwer desde que fue detenido el 3 de junio de 2022, un día antes que se produjera el deceso de su pequeño hijo.
Tanto él como su esposa, Estefanía Sánchez, fueron detenidos en el mismo Hospital Pasteur donde había sido trasladado de urgencia el pequeño, donde se determinó que había sufrido serios golpes y hemorragia, que lo llevaron al estado de muerte cerebral.
Cómo fueron las horas finales
Lázaro Sosa era un bebé de cuatro meses de edad, que se mostraba “sonriente” frente a su familia, según señalaron testigos en el juicio.
La tarde del 2 de junio de 2022, según relató la madre del niño, Lázaro había quedado en su casa de barrio San Nicolás bajo el cuidado de su padre, Franco, y en presencia de una de las hermanas del acusado y sus hijos. En esta casa vivían seis adultos y tres niños.
Cuando Estefanía dejó su casa, su hijo estaba en un coche, durmiendo. Ella se dirigió en moto hacia la casa de su abuelo en Villa Nueva. Poco antes de las 18 horas recibió un mensaje de Franco con una foto en la que ella notó algo extraño en los ojos del pequeño, lo que la preocupó. La situación se volvió más alarmante cuando, durante una videollamada, Franco le dijo que Lázaro se había ahogado.
Inmediatamente, la madre del bebé decidió cruzar la ciudad en su moto para llegar a su casa lo más rápido posible. En su relato, mencionó que dejó la moto tirada en la calle y corrió hacia la casa. Golpeó la puerta insistentemente hasta que Franco la abrió, sosteniendo a su hijo en brazos. Al ver a Lázaro, Estefanía notó que estaba morado y desesperadamente trató de reanimarlo, practicándole RCP, pero no obtuvo respuesta. Salió a la calle pidiendo ayuda y a los pocos minutos, en medio de gritos desesperados de vecinos, llegó un policía que vivía cerca, y encontró a Estefanía arrodillada en la habitación, en estado de shock.
Lázaro estaba inconsciente y fue llevado rápidamente al Hospital Pasteur, donde se confirmó que su estado era crítico.
Según informes forenses expuestos en el debate, las lesiones detectadas a nivel cerebral eran recientes y sufridas en vida. La causa eficiente de muerte fue atribuída a una “hemorragia cerebral con traumatismo craneoencefálico, con constatación de lesiones compatibles con síndrome de bebé sacudido”.
En un estado casi terminal, niño había sido trasladado a la ciudad de Córdoba, y en el Hospital de Niños La Santísima Trinidad se estableció que había sufrido “lesiones encefálicas agudas, productos de injuria no accidental”, compatible con “maltrato físico infantil”, correspondiente a la denominación de “síndrome del bebé sacudido”.
Lázaro había sufrido una violencia no accidental.
Tras dos años, absolución
Las horas que siguieron fueron de angustia y desesperación. Estefanía señaló que su entonces pareja se comportaba con cierta frialdad ante la grave situación.
Cuando el Hospital dio participación a la Justicia, debido al cuadro que presentaba el niño, la pareja fue detenida. El encargado de ponerle las esposas fue el mismo policía y vecino que había socorrido a Lázaro horas antes, y que en ese momento prestaba servicios adicionales en el centro médico.
Durante los primeros nueve meses de la investigación, padre y madre estuvieron imputados y detenidos como responsables del homicidio de Lázaro. En ese transcurso, la mujer fue sobreseída y quedó fuera de toda acusación. El hombre siguió preso e imputado por un cargo que le hubiera costado prisión perpetua si el jurado lo señalaba como culpable. Pero la decisión fue otra y, ante la ausencia de mayores certezas, ambos quedaron libres de todo, y nadie pagará por la muerte de Lázaro.
