En barrio Zumarán, de la ciudad de Córdoba, nadie quiere volver a hablar del macabro hallazgo ocurrido el pasado 12 de abril en el patio de la “casa del horror”, donde bomberos y policías desenterraron restos que, se cree, eran de una mujer.
Los habitantes de la vivienda, Daniel Emanuel Ledezma (30) y su novia, Elizabeth Natalia Miranda (43), fueron imputados inicialmente por homicidio simple. Ambos permanecen presos en la cárcel.
El fiscal Andrés Godoy, a cargo de la pesquisa, ordenó una serie de peritajes psiquiátricos que determinaron que los dos acusados fueron conscientes de sus actos en todo momento. Son imputables.
Con una serie de resultados en la mano, y tras diversas medidas probatorias, el fiscal resolvió agravar los cargos contra los acusados. Ambos fueron imputados por homicidio calificado por alevosía.
Los crímenes por alevosía implican un ensañamiento o la existencia de procedimientos insidiosos.
Por ahora, ambos imputados permanecen en silencio.
Las indagatorias fueron realizadas días atrás y los dos acusados se abstuvieron de declarar.
En la fiscalía se analiza resolver las prisiones preventivas de un momento a otro.
Mientras tanto, el fiscal aguarda el resultado del peritaje de ADN para determinar la identidad de la persona que fue enterrada. La sospecha apunta a una mujer absolutamente vulnerable que vivía en la zona y que desapareció.
Horror desenterrado
Todo se descubrió el pasado 12 de abril pasado, cuando policías llegaron a la vivienda de calle Gaboto al 2000, en barrio Zumarán, tras un llamado efectuado al 911 sobre una discusión de pareja. Fue la mujer la que llamó a la central policial.
Apenas arribaron los uniformados, la mujer denunció que su pareja había dado a muerte, tiempo atrás, a una vecina porque supuestamente había entrado a robar al hogar. El hombre, por su parte, cargó contra su pareja.
Como resultado, ambos quedaron demorados, se ordenó una serie de rastrillajes y, horas después, bomberos hallaron restos humanos enterrados en el patio de la casa a metros de una pileta de lona que, se cree, fue colocada allí para despistar.
El cuerpo se encontraba tapado con cal.
Desde ese día, ninguno de los dos recuperó su libertad.
Conmoción en la barriada
En la barriada, nadie más quiso recordar lo que había pasado y todo quedó tapado bajo un impenetrable manto de misterio. Un misterio, sin embargo, que todavía causa pavor.
Días atrás, en silencio, algunos vecinos vieron cuando un grupo de investigadores llegó a la casa, abrió las puertas y estuvo horas trabajando.
En la fiscalía de Godoy obra un hermetismo inquebrantable. Ante consultas sobre qué estuvieron haciendo los pesquisas, hubo cautela en la sede judicial.
“Se trabajó con luminol durante un allanamiento que se realizó en el sitio. Hay algo más. Hay algo que no cierra”, explicó una fuente de la causa.
El examen de luminol se utiliza para analizar posibles restos de materia orgánica, como semen, sangre, tejidos humanos. La Policía Judicial rastrilló todos los rincones. El fiscal de la causa vio todo con ojo agudo.
“Están buscando algo nuevo. Dijeron que tenían algunas dudas y que por eso habían vuelto. Nadie volvió a conversar sobre el caso, que se convirtió en tabú”, contó una comerciante de la zona que presta atención a los acontecimientos.
Indagatoria: el paso que aguardaba el fiscal para develar lo que pasó en la “casa del horror”
Frente al fiscal, los acusados se sentaron a explicar qué pasó en febrero y si la víctima sepultada en aquel patio es la misma persona que el Ministerio Público Fiscal (MPF) busca desde hace tres meses, cuando su familia de barrio Zumarán denunció la desaparición.
Sin embargo, Daniel Ledezma y Elizabeth Natalia Miranda, se abstuvieron y se aferraron al silencio por recomendación de sus abogados.
La mujer que busca Godoy no supera los 45 kilogramos de peso.
Se sospecha que es una madre que, absorbida por las drogas y sin un lugar fijo para vivir, deambulaba por las calles del barrio. El entorno asegura que había recalado en un automóvil que permanecía estacionado a la vuelta de la casa de calle Gaboto al 2000.
Sus vecinos dicen que era una buena persona y que, por cierto, estaba muy afectada por las adicciones.
Cuando desapareció, se especuló con una posible represalia de parte de un narcotraficante del barrio Marqués Anexo, lindante a la zona donde habría sido enterrada. Pero esta teoría fue perdiendo peso ante los sucesos acaecidos en la “casa del horror”.
Hubo quienes señalaron que robaba objetos en los patios o en los porches para cambiarlos por sustancias adictivas. Pero nadie se atrevió a decir que entraba a robar. “Vivía en un auto, como una pordiosera, pero no hacía daño”, así la definieron.
Ahora, los investigadores tratan de determinar si existió un vínculo amoroso entre la mujer asesinada y el hombre que vivía en la casa.
Lo concreto es que ambos detenidos ya no cuentan con un mismo asesor letrado.
Actualmente llevan estrategias en paralelo para responder por sus actos frente a la Justicia.
Frente al silencio de los dos, habrá que aguardar las etapas posteriores para saber quién está en condiciones de acusar primero.
Qué fue lo sucedió
Lo que no está claro y todavía genera expectativas es el móvil de los hechos.
¿Fue un robo del cual se quisieron defender? ¿Había una disputa de intereses entre ellos tres? ¿Todo se reduce a una reacción machista y misógina? ¿O fue producto de una pelea marital y, por la cual, una tercera persona perdió su vida?
Lo último que recuerdan en el barrio sobre la dueña de la casa y su novio es que paseaban a sus perros de madrugada, se peleaban a los gritos y “hacían bochinche”. Él casi no hablaba. En esa relación, dicen, estaba todo roto.
