Un pequeño pueblo tambero cercano a Rosario fue el escenario de la caída. En el epílogo del tórrido enero que pasó, el jujeño Miguel Ángel Mayo (52) no fue más que un espectador involuntario del secuestro de los más de 32 kilos de cocaína camuflada que la Gendarmería descubrió en su Fiat Cronos, en la localidad santafesina de Lagos.
El cargamento (valuado en unos 300 mil dólares o unos 58 millones de pesos al valor del dólar blue) “en tránsito” había partido de Salta, donde tiene residencia, con rumbo a Buenos Aires.
Mayo cayó detenido en la causa que investiga el fiscal federal N° 3 de Córdoba, Maximiliano Hairabedian, y en la que ahora sufrió un nuevo revés: este miércoles, el juez N° 1, Ricardo Bustos Fierro, lo procesó con prisión preventiva como presunto coautor del delito de transporte de estupefacientes.
Junto con él, fue procesada también su novia, la salteña María Margarita Chavarría (56) (seguirá con exención de prisión). El magistrado, además, les trabó un embargo por dos millones de pesos.
Un auto “blanco” cerca de Rosario
El pasado 27 de enero, cerca de las 7, los efectivos de los escuadrones Santa Fe 1 y Rosario Victoria, de Gendarmería Nacional, controlaron el vehículo en el que Mayo circulaba solo a la altura del kilómetro 271 de la ruta nacional 9 (ya que Chavarría se habría quedado hospedada en el hotel Regins, en Córdoba).
Al corroborar la documentación del vehículo, el registro de Gendarmería no arrojó impedimentos legales, pero sí sobre Mayo, sobre quien pesaba una prohibición vigente para salir del país desde 2018.
Las fértiles tierras de la zona tambera fueron una suerte de “espejo” de lo que minutos después se logró incautar en el operativo: al requisar el auto en el puesto de control instalado en la localidad de General Lagos, en Rosario, los oficiales se encontraron con un “fértil” cargamento de cocaína oculto en la zona trasera.
Al requisar el Cronos Drive 1.3 MT con la ayuda de un perro antinarcóticos, los efectivos detectaron la presencia de cuatro “ladrillos” de cocaína escondidos sobre el guardabarros trasero derecho y otros cuatro adosados al izquierdo.
Pero observaron que la tapa de la bomba del tanque de combustible ubicada detrás del asiento trasero se encontraba manipulada. Notaron entonces la existencia de una suerte de tanque interno de combustible de plástico (no original del auto) y otros 22 paquetes dentro de un tacho de plástico. En total, secuestraron prima facie 30 “panes” por más de 32 kilos de cocaína.
El análisis pericial final para establecer la calidad determinó la presencia de cocaína y cloruros por algo más de 30 kilos.
“De acuerdo con el informe pericial (…), la cantidad secuestrada (30,105 kilos) y en particular el modo en que se encontraba acondicionada la droga, y sobre todo el valor pecuniario que implica tal cantidad de cocaína, no puede sino sostenerse que dicha sustancia prohibida se encontraba destinada a ingresar en el circuito del tráfico de drogas”, indicó Bustos Fierro al dictarle el procesamiento a la pareja.
Una llamada clave
El sigilo del Juzgado N° 1, la Fiscalía N° 3 y la Gendarmería les permitió unir los fragmentos de la causa hasta llegar a Mayo. Poco antes de su arresto, los gendarmes lograron, entonces, detectar un llamado de Mayo (por la deficiencia del servicio de comunicación nacional), lo que abrió una “ventana” para la realización de una escucha directa a través de su teléfono Hyundai y localizarlo en el control de General Lagos.
Durante el operativo, le secuestraron el celular, que mantenía sin contraseña, lo que permitió practicar un peritaje para poder procesar el caudal de información contenida en él y tratar de llegar a otros posibles involucrados.
Por el momento, los investigadores buscan “tejer” probables vínculos con cómplices. En la indagatoria, Mayo se abstuvo de declarar. La que sí habló fue su pareja. Señaló que mantienen una relación de 20 años con desavenencias.
Sospechosamente, adujo que el viaje que habían emprendido a Córdoba desde Salta había sido para “mejorar la relación”. Pero que Mayo le había comunicado que iba a volver por ella a Córdoba, algo que finalmente no ocurrió, por lo que decidió regresar sola a su Salta natal.
Un viejo conocido del “rubro”
La figura de transporte de estupefacientes es muy conocida por Mayo. En otra causa, radicada en Salta, el tráfico de drogas lo llevó a la cárcel hace algunos años. Fue condenado a seis años de prisión cuando en mayo de 2016, la Gendarmería lo descubrió in fraganti cuando transportaba más de 28 kilos de cocaína en la ruta nacional 34.
Ya arrastraba un amplísimo prontuario delictivo: una condena anterior (de seis años), de 2008, en Rosario, por traficar drogas; y otra (de cinco años), en esa ciudad, por portación ilegal de arma de guerra. También acumuló en su tiempo otras causas por presuntas amenazas y resistencia a la autoridad, tentativa de homicidio, lesiones graves, hurto y robo.
Le otorgaron libertad condicional y, con la detención en enero, su situación se complicó, ya que deberá volver a la prisión para cumplir lo que le resta de la última pena.
¿Viajero “frecuente” por Córdoba?
Las infracciones registradas por la Policía Caminera también vinieron a aportar algunos datos sobre los viajes de Mayo, según una revisión de La Voz.
Curiosamente, la última multa que le labraron en Córdoba (tiene cuatro adeudadas) fue el 23 de diciembre de 2021, un mes antes de su detención (27 de enero de 2022). Fue en la misma ruta 9 (donde fue capturado en enero) por no llevar el cinturón puesto.
Por el momento, no surgieron datos sobre los motivos reales de sus viajes o sus pasos por Córdoba, pero esa multa y otra de noviembre podrían despertar sospechas.
