El 20 de diciembre de 2020, a gran velocidad y borracho, Gonzalo Soria (29) arrolló con su vehículo y mató a Luciano Gassmann, de 16 años. Además, hirió a otro joven. La tragedia ocurrió sobre la ruta nacional 9, a la altura de la ciudad de Río Segundo. El caso movilizó a los vecinos de Pilar, de donde era oriunda la víctima.
Este jueves, la Cámara 11° del Crimen de Córdoba condenó a Soria a cinco años y medio de prisión por homicidio culposo agravado. La pena máxima para este delito es de seis años. Pese a estar cerca del máximo, la familia de Luciano quedó disgustada con el fallo.
La sentencia incluyó también una inhabilitación por 10 años para conducir vehículos.
Además, el tribunal hizo lugar parcialmente a la demanda civil iniciada por la familia de Luciano e instó a repararlos por un monto superior a 10 millones de pesos.
El abogado Alejandro Pérez Moreno, representante de la familia de Gassmann, dijo que apelará ante el Tribunal Superior de Justicia ya que se opone al veredicto.
“No nos dejó conforme. Esperábamos otra cosa de la justicia”, señaló.
El querellante pretendía que Soria fuera condenado a nueve años de prisión por homicidio por dolo eventual, un delito que contempla una pena mucho más severa: oscila entre los ocho y los 25 años.
Aquí radica el descontento de la familia de Luciano. Para ellos se trató de un crimen vial, y no de un siniestro, tal como parecieran haber entendido los jueces Horacio Carranza, Susana Frascaroli y Gabriela Rojas Moresi. Los fundamentos del fallo estarán en dos semanas.
Dado que Soria ya estuvo detenido un año y medio, le aguardan cuatro años más alojado en la cárcel de Bouwer. No obstante, en dos años podría obtener libertad condicional.
La sentencia tampoco dejó conforme al abogado del acusado, Jorge Sánchez del Bianco, quien había pedido tres años de prisión para su cliente. “Acá ha habido cuatro instancias que ratificaron que se trató de un homicidio culposo”, dijo el letrado.
Pedido de perdón
En uso de su última palabra, y mirando al tribunal técnico, el acusado volvió a pedirle disculpas a la familia de la víctima.
“Cometí un error irreparable. Siento una tristeza muy grande por eso. Siempre le voy a pedir perdón a la familia de Luciano. Le arruiné la vida a todos”, sostuvo Soria.
El debate por la culpa y el dolo
En esta causa, la querella pretendía que Soria fuera condenado por dolo eventual, tal como pasó con Alan Amoedo, el autor de “la tragedia de la Circunvalación”.
En la sala estuvieron algunos familiares de las víctimas de aquel crimen vial.
Amoedo llegó a juicio por homicidio culposo (negligencia o imprudencia) y, tras el pedido del fiscal Gustavo Arocena, terminó condenado por la Cámara 9° del Crimen a nueve años de cárcel efectiva por homicidio por dolo eventual.
Se trató de un falló inédito en Córdoba para este tipo de hechos.
Todo esto ocurrió sobre el tramo final de la causa Gassmann.
Ese antecedente había generado la expectativa de que este caso pudiera resolverse de la misma manera. Sin embargo, eso no sucedió.
Para el fiscal subrogante, Fernando López Villagra, no se pudo probar que el acusado “se haya podido representar mentalmente lo que finalmente ocurrió”. Esto es clave en cualquier siniestro vial para inscribir el caso dentro de la figura dolosa.
Con su fallo, el tribunal técnico ratificó el pedido del fiscal.
Durante la penúltima audiencia del juicio, el fiscal aseguró que Soria “no salió a matar”, aunque reconoció que se trató de un hecho “muy grave” e insistió en que el acusado actuó de “manera temeraria”.
Además, negó que el caso fuera similar al de “la tragedia de la Circunvalación”. “A Amoedo le dijeron instantes antes que, si seguía conduciendo en ese estado, iba a matar a alguien. Eso no ocurrió en esta causa”, le dijo Villagra a La Voz en su despacho.
Pérez Moreno criticó la actitud del fiscal y dijo que “por momentos pensó que estaba hablando el abogado defensor de Soria”.
Seña de luces
Uno de los puntos clave en el juicio fue el debate en torno al accionar de Soria que, según el expediente, antes de impactar a Luciano hizo seña de luces con su vehículo.
Este hecho fue entendido por el acusador como una prueba de desprecio de Soria hacia la víctima.
En cambio, para la defensa del conductor, fue una señal de que su cliente intentó evitar el choque.
Esta lógica se aplicó también en otros tramos del juicio, en los que se puso en debate el accionar de Soria. Mientras para unos no había dudas de que se trató de dolo, para otros el caso encuadraba perfectamente en la culpa.
Luciano, según la causa, iba caminando por la banquina de la ruta 9 junto a un grupo de amigos, luego de salir de un boliche.
Esa madrugada pretendía llegar caminando a la ciudad de Pilar, a unos seis kilómetros de distancia. En ese tramo hay un camino alternativo, conocido como “el Camino de la vida”. Nadie fue por ahí.
Por la ruta 9 pasó Soria, a 116,9 km/hora, casi el doble de la velocidad permitida. Además, y siempre según el expediente, manejaba con 2,46 de alcohol en sangre. La máxima permitida es 0.
Tras el hecho, el acusado huyó y ocultó el vehículo. Se entregó al día siguiente.
