Escenas de profunda emoción se vivieron este miércoles en la octava audiencia del juicio por jurados por el homicidio de Valentino Blas Correas (17) en la Cámara 8ª del Crimen de Córdoba.
Familiares del adolescente asesinado por balas policiales recordaron su figura y pusieron al descubierto la acción homicida de quienes dispararon como así también la falta de interés por salvarlo cuando aún agonizaba.
Tras la audiencia anterior cuando se apreció un video en el que se exhibía un sinnúmero de maniobras y acciones de policías alrededor del Fiat Argo sin auxiliar a Blas, que aún estaba con vida, este miércoles resultaron contundentes las expresiones del abuelo del joven, Miguel Laciar.
El hombre se quejó por el accionar “inhumano” de los uniformados.
El capitán del equipo de Belgrano ‘68 relató ante el jurado popular que “un expresidente del club” (Armando Pérez) le reveló que a su nieto “lo mataron tres veces”: cuando le dispararon, cuando no le dieron asistencia en la clínica y cuando los policías no hicieron nada una vez que detuvieron el auto, en la esquina de Corrientes y Chacabuco.
Luego, al referirse a los minutos que lo dejaron tendido en el asiento trasero sin darle ayuda, el ídolo celeste se quejó porque “dejaron que (Blas) se muera como un perro”.
En una enumeración, relató “el Pato” Laciar que a su nieto le dispararon por la espalda, sin ninguna necesidad, luego, en lugar de seguirlo, no se preocuparon y cuando lo hallaron no le salvaron la vida, “no les importó” que se muera.
Como otros familiares, el exfutbolista recordó la figura singular de Blas. Ese día, antes de salir, había estado en su casa e iba a volver a dormir con él y su mujer.
En uno de los tramos más emotivos de la audiencia, Laciar leyó una carta que había escrito Blas a su profesor de orientación vocacional.
Todos lloraron cuando manifestó algunos de los anhelos que se trazaba el adolescente de 17 años: lo que quería para su futuro, que era consciente que iba a cambiar su vida y que quería ayudar a los otros.
Por su parte, la abuela de Blas, Ana María “Nani” Chanaquir, tuvo un testimonio muy dificultoso.
No pudo dejar de emocionarse en varias ocasiones, hasta que irrumpió en llanto incontenible.
Su hija, Soledad Laciar, trató de acompañarla pero la sola mención de Blas desataba el llanto desconsolado.
No obstante, la abuela de Blas alcanzó en un momento a darse vuelta para mirar a los acusados y preguntarles: “¿Por qué lo mataron así?” y “¿ustedes no son seres humanos?”.
Después de esto, le fue imposible continuar con su declaración.
También habló el marido de Soledad Laciar, Ramiro Saravia, quien recordó el contacto y la reunión que tuvieron con el comisario mayor Gonzalo Cumplido y coincidió con su pareja que el policía les dijo que “Mosquera no lo dejaba contactarlos porque hacían política con los radicales”.
Un ser extraordinario
Al comienzo de la audiencia declaró Juan Pavez Laciar, hermano mayor de Blas, quien manifestó una y otra vez su impotencia por las cosas que ya no puede compartir con él.
El dolor de su ausencia y la culpa por todo lo que él hace y no puede su hermano terminaron por configurar un desgarrador testimonio.
Juan, quien dice “papá” a Blas Fernando Correas, se quejó por la acción de los trolls que hacen comentarios en contra de la familia y atacan permanentemente en los medios y redes sociales.
Varias veces repitió que Blas era un ser extraordinario que entendía mucho de fútbol y que hablaba de igual a igual con su abuelo. Con gesto risueño, Juan recordó a su hermano cuando lograba que “el presidente del club de sus amores se le sentara al lado y, en serio, le decía ‘¿Y vos qué decís, qué refuerzos traemos?’”.
Finalmente, el mayor de los hermanos pidió que se haga justicia y reclamó eso “como víctimas”.
“No tengo nada personal contra (Alfonso) Mosquera, contra el gobernador (Juan Schiaretti), contra las personas que están acá atrás (los acusados). Quiero justicia porque somos víctimas. No es nada personal, pero sí (esto) tiene que cambiar. Mi hermano estaba muerto ahí atrás (en el auto) y ellos estaban preocupados en abrir el baúl”, se quejó.
“Me fui de este país (tres meses) porque desconfiaba de este proceso”, comentó. Pero luego, por pedido de su madre regresó a Argentina. Entonces, completó: “Acá estoy sentado, confiando en la Justicia”. Auguró que no suceda lo mismo como cuando un día se levantó, vio el crimen de Joaquín Paredes y sintió que “no había cambiado nada”.
