El momento exacto no parece un dato menor. El ataque a balazos a la casa del jefe de la Fiel Darío Cáceres abrió un abanico de suspicacias en medio de la efervescencia por Talleres en el Kempes. ¿Fue una demostración de poder en la interna en la barra, con la consabida limitación de Cáceres por su detención en una megacausa de drogas? ¿O fue una advertencia por ese caso federal?
El violento episodio contra la vivienda de la familia del barra en Miguel de Unamuno al 2000, en Industrial Este, aparenta ser una reyerta irresuelta en el seno de la barra, en disidencia con Cáceres.
Dos sospechosos en moto, a la hora exacta en que la “T” se jugaba el pase en la Libertadores (quedó afuera) y con la barra en el estadio, pareció ser el momento idóneo para enviar un mensaje. Un ataque al estilo mafioso, cada vez más usual en Rosario, con vehículos en movimiento, fuga y un resultado potencialmente mortífero hacia la familia o transeúntes ocasionales.
Una de las versiones que circulan es que uno de los hinchas de la “T” que habría participado en el banderazo de recepción al plantel, en la llegada al estadio, habría robado el arma a los policías atacados (terminaron internados) y luego atentado contra la vivienda.
Una ráfaga de 10 disparos
Alrededor de las 22, los atacantes se aproximaron a la casa, ubicada en la esquina de Unamuno y Luis Braile, y descerrajaron 10 disparos. Al momento del hecho, estaban la esposa de Cáceres y un hijo, pero ninguno resultó lesionado, comentaron a La Voz fuentes allegadas a la familia.
Cinco proyectiles terminaron perforando la carrocería del Volkswagen Golf de color gris estacionado en la puerta de la amplia morada. La casa cuenta con un macizo enrejado que cubre el zaguán que da acceso a la puerta de ingreso y a las ventanas espejadas.
El cuarto disparo dio en la fachada. En total, los efectivos localizaron 10 vainas servidas sobre el pavimento.
Llamó la atención el virulento suceso en el barrio, sin que se hubiera producido un intercambio de disparos ni un robo instantes previos. Fue un indubitable ataque directo en la franja horaria en que se disputaba el cierre del primer tiempo en el estadio, a poco más de 20 kilómetros de allí.
Los atacantes rápidamente escaparon, y hasta el momento no fueron detenidos ni individualizados. Se investiga si las cámaras de seguridad de la casa y otras del sector lograron captar la fisonomía de los sospechosos o el trayecto por dónde lograron escabullirse pocos segundos después de la ráfaga de detonaciones.
Tras el hecho, el fiscal del Distrito 2, Tomás Casas, a cargo de la investigación, indicó a La Voz que no había novedades que pudiera informar. El mismo hermetismo reinó en la Policía. No hubo voceros que se pronunciaran sobre el caso.
“No hay nadie autorizado para hablar”, indicó una fuente. “Hay una causa federal en el medio y no queremos meter la pata”, señaló otra fuente en referencia al caso que instruye el fiscal federal N° 1, Enrique Senestrari, por el tráfico de 1.400 kilos de marihuana.
Este ataque evocó otro, ocurrido en marzo de este año, contra otro barra, el exjefe de la barrabrava de Belgrano, Roberto “el Loco Tito” Ponce (64). El conocido hincha señaló que se encontraba en su casa cuando vio que una persona se acercó y comenzó a disparar contra la propiedad, en Armengol Tecera al 200.
La causa narco
Hace exactamente una semana, Cáceres sufrió un revés ante la Cámara Federal de Apelaciones de Córdoba. En un fallo unipersonal de la vocal, la camarista de la Sala B Liliana Navarro confirmó el fallo del juez N° 2, Alejandro Sánchez Freytes, quien había rechazado la recusación defensiva del barra en contra de Senestrari. De esta forma, la causa seguirá bajo su órbita.
Al menos desde octubre de 2021, el líder de La Fiel, Sergio “Tomatón” Busso (integrantes de la barra), Carlos “Gusy” Páez y Mauro “Tuerto” Peralta habrían coordinado el traslado, la venta y la distribución de cocaína y de marihuana, según surgió de la acusación.
Cáceres ya arrastra una condena por postear en Facebook expresiones públicas de “amenazas” y de “incitación a cometer delitos” en perjuicio del presidente de la “T”, Andrés Fassi, y de otros miembros de la Comisión Directiva.
“Si no ascienden a fin de año, seguramente habrá 100 mil hinchas de Talleres que los van a buscar y los van a encontrar, y no creo que sea para sacarse una foto”, escribió Cáceres en Facebook en 2015 en referencia a los dirigentes del club, que por entonces disputaba la B.
También fue recordada su detención en 2019, cuando no notificó a la Justicia de su salida del país y cayó con bermudas y ojotas en el aeropuerto de Córdoba a su regreso de unas vacaciones en Brasil.
En la causa actual, y como parte de la logística, el fiscal apuntó a cómo habría sido la mecánica que habrían empleado Cáceres, Busso, Páez y Peralta para coordinar el traslado, la venta y la distribución de las drogas. Habrían planificado la adquisición de un gran volumen de droga a distintos proveedores y su posterior distribución mediante revendedores.
Para hacerse de la droga, otra de las imputadas, Rita Andrea “Pato” Cabral, habría actuado como “puente” entre la banda presuntamente liderada por Cáceres y otra célula delictiva dedicada al narcotráfico: la de Juan Ignacio “Rengo” o “Rambo” La Costa, Claudio Ezequiel Gómez, Alfredo Renzo Ruiz y Claribel Georgina Alexandra Espíndola.
Estos últimos habrían mantenido reuniones con Ramón Horacio Núñez, Gustavo Daniel Medina Ramírez, Leandro Vallejos y Maximiliano Romero, todos presuntos proveedores de marihuana de Corrientes, para establecer el precio de la droga, la cantidad y la calidad, y la forma de transporte y posterior entrega.
Los barras de La Fiel habrían comprado droga a los correntinos por 45 millones de pesos a través de las gestiones de “Pato”, “Rambo”, Gómez, Ruiz y Espíndola. La “bajada” de la droga proveniente de Paraguay y de Corrientes, según fuentes judiciales, encontró en Córdoba su “epicentro”.
