Una planilla de cálculos que se actualiza a diario en el Ministerio de Educación de la Provincia da cuenta de una seguidilla de robos y hechos de vandalismo en las escuelas, que agrava el fenómeno de la inseguridad en la ciudad de Córdoba.
Desde que comenzó el año, ya se cuentan al menos 37 ataques a colegios que alimentan un nuevo relato sobre el entorno educativo: son los familiares de los alumnos, cuando no ellos mismos, los que entran a robar, según temen las autoridades.
En 2023, de acuerdo a datos oficiales, hubo al menos 432 escuelas afectadas por vandalismo y robos, según registros que van del 4 de enero al 27 de diciembre de ese año.
Frente a esto, las directoras, las maestras y también algunas mujeres referentes de distintos barrios se posicionan casi como escudos humanos, ubicándose entre los ladrones y lo que queda por defender dentro de los edificios escolares.
En el barrio le dicen “poner el pecho”. Son “las chicas”, que con el guardapolvo todavía puesto le suplican a los ladrones que no se lleven esto o aquello. La estela de la droga y del multi consumo aparece, también, en cada uno de los episodios.
“Son nuestros alumnos. Y a veces son sus mamás las que gritan: ‘En la escuela no, vayan para otro lado’”, dice una directora que accedió a dialogar con La Voz. Y agrega: “Están tan drogados que no nos reconocen”.
Un video que trascendió recientemente muestra a un grupo de niños, de los cuales ninguno supera los 8 años, en puntas de pie, dando pequeños saltos para arrancar el tubo refrigerante que cuelga de un equipo acondicionador de aire.
“No se llevan los aparatos porque son muy grandes, pero nos quitan los complementos que tienen adentro para venderlos en un compra-venta. Buscan cobre”, dice una docente.
Invariablemente, las fuentes piden reserva de su identidad. Temen ser víctimas de agresiones al volver a las escuelas.
Por su parte, el ministro de Educación de la Provincia, Horacio Ferreyra, aseguró que todos los elementos robados o dañados están siendo repuestos a las escuelas. “La prioridad es que los estudiantes tengan los implementos necesarios para seguir educándose”, dijo en diálogo con este medio.
Sobre los robos registrados, el funcionario reconoció que entre los elementos sustraídos hay computadoras, aires acondicionados, ventiladores, cableado, rejas, sanitarios, griferías, mobiliario y heladeras. Estimó que el daño económico asciende a más de $ 630 millones.
“En Capital, 40 escuelas tienen adicionales y 577 cuentan con alarmas, de las cuales el 20% se está refuncionalizando a raíz de robos y destrucción de cable. La Policía efectúa patrullajes y recorridos tanto en la ciudad capital y el interior, con presencia en los sectores donde se reiteran los hechos delictivos. La comunidad cercana a la escuela colabora llamando a la Policía cuando sospecha que puede haber un robo”, comentó.
El ministro dijo que junto a la cartera de Seguridad se trabaja en un plan de atención de la problemática en las escuelas: “Vamos a contar con cinco equipos interdisciplinarios que van a realizar un relevamiento, entrevistas y atención directa en los colegios en materia de inseguridad”, aseguró.
Sin embargo, desde la delegación capital de UEPC advirtieron que la situación de inseguridad en las escuelas ha generado un escenario “catastrófico”. El secretario general, Franco Boczkowski, apuntó contra la “inacción” de las autoridades. Dijo que las docentes padecen una “desprotección” peligrosa.
“Los robos en las escuelas muestran la descomposición social que crece al ritmo de la crisis económica que vivimos. Pero lo más grave de todo es la falta de medidas claras, que impacta en la desatención de las advertencias que a diario provienen de los colegios”, planteó.
En ese mismo sentido, el gremialista denunció que hay colegios que “quedan abiertos”, y salones “desprovistos de herramientas” para la tarea educativa. “Esto a pesar de que todo se informa y que el Gobierno cuenta con la información precisa sobre los focos donde se repiten los robos”, dijo.
Además señaló que las maestras están expuestas a la violencia y a los robos. “Las docentes sufren agresiones y ataques constantes. Esto tampoco es atendido por las autoridades, que las dejan solas ante el incremento del delito”, manifestó.
Consultados sobre una vía de solución, desde la delegación capital de UEPC plantearon que se debe crear una comisión conformada con docentes, directivos y padres. “En las comunidades saben cómo se produce el delito. Saben dónde se vende droga, dónde están los desarmaderos, quiénes venden los celulares y las computadoras que faltan en los salones de clase: es con ellos que se tiene que armar un plan efectivo para atender este drama”, opinó Boczkowski.
A su tiempo, Ferreyra se mostró confiado en su propia estrategia: “Donde haya un problema lo vamos a estar atendiendo. Por supuesto que ninguna solución es simple, pero vamos a reponer lo robado y vamos a acompañar a las escuelas en este momento por el que están atravesando”, declaró.
Inseguridad en Córdoba: robos a docentes
Detrás de las puertas de los colegios, en la intimidad de las Direcciones, las directoras se muestran muy escépticas cuando se habla de “soluciones” para el problema de la vandalización de los edificios escolares.
“Las fuerzas de seguridad ni siquiera nos atienden cuando les señalamos dónde están los bunkers que le venden paco a los niños y a sus hermanos”, dice una referente escolar al borde del llanto.
En el último periodo de tiempo, la institución que comanda esta directora, en la zona suroeste de la ciudad de Córdoba, anotó en su registro 27 robos (en la planilla a la que tuvo acceso este medio aparece como un único caso).
El ataque número 27 se produjo luego de que la docente señaló una casilla. “Ahí tienen que buscar las cosas robadas y los pacos que venden en el barrio”, le dijo a la Policía.
“Tengo miedo y le dije a mi superior que no iba a volver a la escuela. Quedó abierto y que sea lo que Dios quiera, porque nosotras hacemos de todo, incluidos los padres, y nos exponemos a las represalias. Es el turno de que los responsables hagan algo”, comenta.
En otra esquina concurrida por niños de jardín, con remeras rojas y shorts azules, días atrás hubo un fuerte operativo policial. Los uniformados controlaron la entrada y la salida de los chicos.
“En los jardines de infantes se está comenzando a dar un fenómeno que nos preocupa: se instalan puntos de venta de drogas y se generan situaciones de violencia, al frente de los chicos de 4 y 5 años. Los chicos lloran agarrados de nuestras manos”, comenta la directora de la escuela, en zona sureste de la ciudad, que sufrió cuatro robos en dos días consecutivos. Su caso también aparece anotado como un solo hecho en la planilla.
Pero estas situaciones no son exclusivas en los jardines ni tampoco se registran sólo en la periferia de la ciudad. En una institución icónica de la zona céntrica de la Capital, que cuenta con jardín, primaria y secundaria, los robos también se cuentan a montones.
“Nos roban los automóviles, las motocicletas, los celulares y cuando la escuela está cerrada también ingresan al edificio”, cuenta una profesora. Ante la repregunta afirma: “Se llevan los autos. Los levantan de la playa y se van manejando por la avenida”, asegura.
El drama, coinciden las fuentes consultadas, se traslada a las oportunidades educativas: “Cuando vacían las escuelas, que suele ser muy frecuente en las zonas de la periferia, los alumnos pasan semanas sin clases, ya sea porque no hay luz (se roban los cables), o por falta de baños (se llevan hasta los inodoros), o porque no hay agua (cuando les quitan canillas, tanques, o accesorios del medidor del agua)”, advierten en las escuelas.
