Alexander Sebastián Isla, un hombre con un pasado violento y dedicado a la usura, fue detenido en un barrio de Virrey del Pino, Buenos Aires por la División Homicidios de la Policía Federal (PFA), tras ser rastreado durante semanas. Su captura, que se concretó casi cinco años después de un crimen, tuvo una pista clave: su novia, una joven de 26 años, cuya señal telefónica condujo a los investigadores hasta su paradero.
Isla, quien curiosamente figuraba como kiosquero en Arca y exempleado de empresas de servicios de limpieza, era buscado por un asesinato cometido el 13 de octubre de 2021. La UFI de Homicidios de La Matanza había emitido un pedido de captura en su contra.
La codicia como motivo del crimen
El crimen que llevó a Isla a una celda esta semana fue motivado por la codicia. Alexander, reconocido ante la Justicia de Caba como vendedor ambulante, operaba como usurero en la zona oeste. Los hechos ocurrieron cuando Isla y dos cómplices, armados con pistolas y escopetas, se presentaron en la casa de dos hermanos en la calle Fonseca de Virrey del Pino. La visita era una “cobranza” a supuestos deudores incobrables que, al parecer, no habían devuelto un préstamo.
Según las investigaciones, Isla y sus compañeros dispararon contra los hermanos. Gustavo, una de las víctimas, recibió una ráfaga de perdigones en el pecho y falleció en el Hospital Simplemente Evita. Su hermano, aunque herido de un tiro en la pierna derecha, logró sobrevivir.
Un pasado de violencia y fugas
Alexander Isla no era ajeno a los conflictos con la ley. Tenía, al parecer, una “vieja pasión por la violencia”. En 2017, había sido condenado en territorio porteño por el delito de disparo de arma de fuego. Ese mismo año, el Tribunal N°30 lo sentenció a dos años y seis meses de cárcel en suspenso, una pena que se consideró leve dado que le disparó a un policía y a un gendarme con una pistola calibre .45 en el Bajo Flores, en medio de una confusa pelea.
En esa ocasión, Isla negó haber disparado, pero admitió andar armado “porque era un barrio difícil, peligroso”, y el Tribunal le creyó debido a su falta de antecedentes en ese momento.
La pista clave: el amor
Tras el crimen de Gustavo, pasaron los años. Los otros dos sospechosos fueron detenidos, pero Isla permanecía prófugo. La UFI de Homicidios de La Matanza, a cargo de esclarecer el caso, encomendó el expediente a la División de la PFA, que depende de la DFI.
Fue entonces cuando los detectives descubrieron la existencia de la novia de Alexander, una joven de 26 años oriunda de Virrey del Pino. A pesar del pedido de captura vigente, Isla la visitaba regularmente. Los investigadores obtuvieron el número de teléfono de la mujer y comenzaron a geolocalizar su señal. El cruce de antenas los llevó al barrio Esperanza de La Matanza.
Allí, la brigada montó una serie de vigilancias encubiertas. Finalmente, los detectives encontraron a Isla saliendo junto a su novia en una camioneta Renault Duster. Iniciaron una persecución, y aunque Alexander intentó huir a pie, no llegó lejos y fue capturado.
Poco después de su detención, Isla declaró ante el fiscal Adrián Arribas. Fuentes del caso aseguraron a Infobae que Alexander reconoció haber estado presente en el hecho, pero negó haber disparado. Sin embargo, las mismas fuentes indicaron que la condena del caso “dice lo contrario”. La justicia avanza ahora en el proceso contra el “usurero de la codicia” que fue alcanzado por su “amor fatal”.