Mientras en la Cámara 8ª del Crimen de Córdoba comenzaron los preparativos para juzgar a 13 policías de la Provincia por el “gatillo fácil” contra Blas Correas, en los Tribunales Federales de la Capital avanza un juicio por un grave episodio que vuelve a poner la lupa sobre el mal personal policial.
La lupa sobre lo que se hace, lo que no se hace y lo que se intenta desviar ante la Justicia.
Tres uniformados están siendo juzgados por haber baleado a un hombre por la espalda en el marco de un operativo policial y luego haberle “plantado” supuestamente un arma de fuego, con la clara intención de desviar la pesquisa.
La víctima del ataque sobrevivió, aunque quedó con ciertas secuelas.
El violento operativo sucedió hace más de 10 años en la localidad de Morteros, en el departamento San Justo de la provincia.
“Me pegaron un tiro por la espalda. Parecía como si me hubieran tirado una bolsa de 50 kilos de cemento por la espalda. Caí boca abajo sobre el piso.... Entonces, me pusieron una rodilla en la espalda. Les dije: ‘¿Por qué me mataron? ‘Callate, hijo de p...’, me respondieron”.
Sin titubeos, así se expresó Omar Marcelo Gauna (45) al recordar ante el Tribunal Oral Federal (TOF) 1 de Córdoba cómo había sido el violento episodio que lo tuvo por víctima hace más de una década.
Gauna no se anduvo con vueltas cuando el fiscal Maximiliano Hairabedian lo interrogó. “No sé por qué me pegaron el tiro por la espalda. Para mí, fueron a matarme. Ni a un perro se le pega un tiro así. Nunca dijeron ‘alto, policía’”, resaltó el testigo, mientras el fiscal no paraba de tomar nota en la sala de audiencias.
Los policías Ingrid Noelia Casas, Nicolás Andrés Colombo y Cristian Nelson Ariel Taborda tragaron en silencio. Sentados en el banquillo de los acusados, no emitieron sonido.
Luego de una década de idas y de vueltas en despachos judiciales, los tres llegaron finalmente a juicio oral.
Mientras la mujer policía responde como supuesta autora de lesiones calificadas, los dos varones están acusados por presunto encubrimiento agravado. A su vez, Colombo llega imputado como supuesto autor de abuso de armas agravado.
A todo esto, a Colombo se lo acusa también por una presunta golpiza a una pareja de motociclistas.
Todos están en libertad.
Allanamiento y balazos
Cuenta el expediente que todo sucedió en la noche del 30 de marzo de 2012 en calle Sucre al 800, en la periferia de Morteros.
Aquel viernes, la Policía local desplegó una serie de allanamientos simultáneos por venta de drogas.
En esa época, antes del famoso “narcoescándalo” que hundió a la Dirección Drogas Peligrosas en toda la Policía, la fuerza de seguridad aún perseguía el narcomenudeo.
En ese marco, al menos tres policías llegaron corriendo a la casa de Omar Gauna para allanarlo.
En shorts, remera y ojotas, Gauna lavaba su auto. No bien vio a los policías, quiso correr.
“Esos policías aparecieron corriendo, en tropel, a los tiros...”, recordó ahora un vecino en la sala de audiencias, ya como testigo.
El primer balazo policial dio cerca de la puerta de entrada a la casa.
El segundo ya se incrustó en una pared. No eran al aire.
El tercero impactó de lleno en la espalda de Gauna. El plomo fue disparado por la policía Casas.
Gauna cayó malherido al piso.
-¿Por qué quiso emprender la huida?- preguntó en el juicio uno de los defensores de los policías.
-Cuando se va a matar a alguien, el instinto humano es correr. Eso hice...- respondió el hombre.
El testimonio de Gauna se hace por videollamada.
El hombre está preso en la cárcel de San Francisco. Cumple una condena de 10 años por facilitación a la prostitución contra dos mujeres.
Pero eso no se juzga en este caso.
“Me tiraron a matar”, insistió ante el tribunal presidido por la jueza Carolina Prado.
Recordó cómo aquel proyectil de la Bersa policial lo atravesó y se incrustó en una silla de la casa.
Arma “plantada”
Muchos vecinos de Morteros recuerdan cómo esa calurosa noche la zona se llenó de policías tras el violento episodio.
Un vecino declaró en el juicio que los jefes hicieron que “todo el mundo se metiera adentro”. “No nos dejaban salir de las casas”, contó el testigo.
Hasta la por entonces secretaría de la fiscalía local tuvo problemas de superar el cerco policial.
No la dejaban pasar.
La excusa de algunos uniformados era que todo había sucedido en el marco de una causa federal por drogas. Una verdad a medias.
Esa noche, los policías hallaron, como en el caso Blas Correas, un “arma tirada”.
Estaba dentro de una alcantarilla. Se trataba de un viejo revólver 22 cargado y oxidado.
No tardaron en decir que era de Omar Gauna.
Una fiscal como testigo
Se llama Betina Croppi.
Hoy es fiscal de Violencia Familiar en Córdoba. Fue postulada por el gobernador para ser fiscal adjunta.
Croppi declaró días atrás como testigo en Tribunales Federales en el juicio a los policías acusados del “gatillo fácil” en Morteros.
¿Por qué? ¿Para qué?
Sucede que ella era fiscal de aquella población cuando pasó todo.
Ella y su secretaria fueron quienes descubrieron la supuesta maniobra del “arma plantada”. Tanto así que, a las horas, detuvo a los policías.
Croppi declaró como testigo, a pedido del fiscal Hairabedian.
“Cuando llegué al lugar todo era raro. La casa tenía impactos de bala. Los vecinos hablaban de que los policías habían llegado como ‘cowboys’, a los tiros... Encima, otros policías hallaron un arma, supuestamente de Gauna, pero a 10 metros de donde pasó todo. A 10 metros... Muy raro todo”, sentenció la fiscal en la sala.
Largo, largo debate
El caso de los policías de Morteros llegó hasta la Corte Suprema de Justicia años atrás. La máxima instancia tuvo que definir si el caso era competencia federal o provincial.
De un lado, estaba la fiscal Croppi. Del otro, el fiscal federal Luis Viaut (hoy, acusado por pedir coimas), quien entendía que, como todo pasó en un operativo por drogas, era competencia suya. Le dieron la razón.
Viaut llegó a postular que los policías Colombo y Taborda “con el objeto de cubrir las irregularizados (…) actuaron en connivencia y entorpecieron la investigación. Para ello arrojaron un revólver en una alcantarilla para justificar el uso de las armas”.
¿El fiscal Hairabedian mantendrá la acusación?
El juicio continúa.
