A 10 meses del asesinato de Blas Correas (17), la parte central del expediente ya fue enviada a juicio. Este tramo tiene como acusados a 13 efectivos de la Policía de Córdoba, entre cabos y comisarios inspectores.
Por un lado, están los dos principales imputados (los cabos Lucas Damián Gómez y Javier Catriel Alarcón), quienes dispararon en el retén contra el auto en el que iba Blas con sus amigos, mientras que otros uniformados están acusados de haber “plantado” un viejo revólver 22 para desviar la causa, al tiempo que un tercer grupo de altos oficiales, sabiendo todo lo anterior, está sospechado de haber mentido, ocultado información y tramado una situación inexistente para desviar la pesquisa, en las primeras horas de aquel 6 de agosto de 2020 en Córdoba.
Ahora, se abrió una instancia relevante: los defensores de las y los policías tienen un puñado de días para oponerse al fallo del fiscal José Mana.
Mientras algunos abogados ya comenzaron a preparar sus apelaciones, lo que constituirá una “batalla” judicial en Tribunales II, varios ya desistieron de esa acción y quieren ir rápido a juicio.
Entre quienes no apelarán está el policía que mató a Blas: el cabo Gómez. El suboficial, acusado por homicidio agravado y tentativa de homicidio, ya le dijo desde la cárcel a su abogado, Gastón Schönfeld, que no quiere apelar. El uniformado quiere ser juzgado sin dilaciones.
Si es condenado por esos delitos, le cabe la prisión perpetua. Eso sí, Gómez quiere defenderse ante el jurado popular y busca una condena atenuada con su relato de los hechos.
Quien sí va a apelar, por su parte, es el otro principal acusado y que también disparó aquella madrugada: el suboficial Alarcón. Su abogado, Hugo Luna, está analizando a fondo la acusación para plantear la oposición ante el juez de Control.
¿Hay roces entre los dos principales policías? ¿Se quebró una suerte de defensa conjunta? ¿Qué busca uno? ¿Qué busca el otro?
Alarcón, cuando fue indagado, negó los hechos y guardó silencio.
Gómez, por su parte, sí declaró y dio su versión. En la requisitoria del fiscal Mana, consta que relató que aquella madrugada disparó contra el Fiat luego de escuchar “disparos”.
Está confirmado que ni Blas ni sus amigos iban armados.
¿Acaso Gómez apuntará contra su par Alarcón? ¿El acusado se defenderá diciendo que su compañero tiró primero contra el auto y que él abrió fuego después? ¿O intentará en vano volver a culpar a los jóvenes?
Para el fiscal, de todos modos, si bien Gómez fue quien mató a Blas (uno de los cuatro balazos que tiró con su pistola Taurus dio en el cuerpo del joven), el acusador equipara a los dos cabos en ese tramo criminal del retén en avenida Vélez Sársfield.
A los dos policías los responsabiliza por el asesinato de Blas y, a su vez, por tentativa de homicidio. Es que esos balazos podrían haber matado a los demás chicos. “Pudo ser una masacre”, remarcan en la fiscalía.
En su resolución, Mana señala que existió previamente un “acuerdo tácito” entre los dos policías y que hubo “un plan común para dar muerte a los ocupantes del vehículo”.
En ese punto, la defensa de Alarcón quiere dar pelea.
¿Qué relató Gómez?
Cuando fue indagado por videollamada, este cabo (que vivía en La Calera y que tiene una causa pendiente por haber supuestamente encubierto a un violador serial de esa ciudad), declaró que esa madrugada estaba patrullando en su móvil América 11, del CAP 3. Lo hacía con su compañera, Yamila Martínez.
Relató que, por frecuencia radial, le avisaron que seis jóvenes “armados” habían “evadido” un control tras un supuesto “intento de robo a un motociclista” y que iban en un Argo blanco. Luego se sabría que lo del robo era falso. Lo de las armas también.
Añadió Gómez que, tras recibir órdenes por frecuencia, ubicó el patrullero frente al Complejo Pizzurno, a modo de retén. El otro móvil, a cargo de Alarcón (quien iba con otra policía), también se cruzó.
Gómez indicó que el Fiat Argo apareció y que le hicieron señas al conductor para que frenara.
Añadió que, cuando parecía que iba a detenerse, el coche aceleró y pasó a su lado. El cabo declaró que, cuando el auto avanzó, escuchó “disparos”, por lo que él también tiró.
La única persona que disparó esa noche, además de él, fue su compañero. Lo dirían sus compañeras y lo demostrarían los peritajes.
“Debatiremos las cuestiones de hecho y de derecho cuando se realice el juicio”, señaló su defensor, quien insistió en que no apelará. No se descarta que Gómez busque situaciones “extraordinarias” de atenuación.
Los acusados no irán en bloque
Quien tampoco apelará es una de las dos mujeres policías acusadas en la causa: se trata de Wanda Esquivel, la compañera de Alarcón.
La mujer aceptó haber sido quien “plantó” el viejo revólver 22 limado para desviar la pesquisa judicial.
Al ser indagada, dijo que lo hizo por “orden de Alarcón” y llegó a decir que este le había dado el revólver tras sacarlo del baúl del patrullero. Añadió que Alarcón fingió encontrar el arma un rato después en las inmediaciones de la Plaza de las Américas.
Añadió que Gómez y la policía que lo acompañaba sabían de esta situación. “Fue un momento de debilidad”, se justificó ante el fiscal.
Indicó que había contado esta historia en la Jefatura ante algunos jefes y que uno de ellos le había dicho que no se preocupara.
“No apelaremos. Wanda dijo su verdad y queremos ir a juicio. Ella no puede figurar como arrepentida por su condición de funcionaria pública… Pero va a ratificar todo”, dijo el abogado Leandro Morán, su defensor.
La suboficial está acusada por encubrimiento. Está con prisión domiciliaria, al igual que la otra policía.
Otro que no apelará la elevación a juicio es el subcomisario Sergio González, uno de los primeros jefes que aparecieron en escena esa madrugada.
A González, como a otros jefes, se le adjudica haber tenido conocimiento de la situación delictiva con el revólver y haberlo ocultado.
Su abogado, Carlos Hairabedian, ya dijo que no quiere “dilaciones”, que su cliente “es inocente” y que quiere contar “la verdad” en el juicio.
De todos modos, son varios los policías que sí planean apelar.
“Estamos evaluando la decisión... Estoy leyendo la acusación. ¡Es una causa con ribetes políticos!”, bramó el abogado Julio Páez, quien defiende al comisario inspector Walter Soria, uno de los máximos altos oficiales presos por el caso Blas.
El otro acusado es el comisario inspector Jorge Galleguillo.
El defensor de Soria analiza apelar en un par de días y pedir (otra vez) la excarcelación de su defendido.
Los policías y sus defensores no actúan en bloque. De hecho, quienes están presos no comparten pabellón.
La defensa de Soledad
La mamá de Blas, Soledad Laciar, sabe lo que le espera. Sabe que, en el juicio, muchos policías atacarán al joven que manejaba el auto.
“Voy a defenderlo como una leona. Ese chico era amigo de Blas. Los policías no tenían por qué tirar”, le dijo días atrás a La Voz.
