No poca sorpresa causó la novedad judicial sobre la entrada en licencia de la fiscal Silvana Quaglia, quien hasta este jueves tenía en sus manos una desafiante investigación por la muerte de Marcelo Adrián Druetta (42), que se produjo esa misma mañana, a las 6.30, tras una explosión en una fábrica de fulminantes de la localidad de Miramar de Ansenuza, al nordeste de la provincia de Córdoba.
El caso ahora recaló en las oficinas del fiscal Oscar Gieco, de San Francisco, quien aclaró que a partir de este viernes se había convertido en subrogante (interino) por el término de 15 días en la causa que dirigía Quaglia.
También aclaró que su colega, ya de licencia, estaba reemplazando al fiscal de la ciudad de Morteros. Este cargo, dijo, está vacante hasta diciembre.
Con una explosión de por medio, que le provocó el fallecimiento a Druetta y heridas de baja magnitud a un trabajador de quien todavía se desconoce la identidad, Gieco se limitó a recordar que el jueves se constituyó la Policía Judicial para “relevar el lugar del hecho, junto al personal de la Sección Explosivos de la Policía”. Agregó que “se constituyeron miembros de Sección Química Legal, específicamente un ingeniero químico”.
Una vez que se envíen las conclusiones de los peritajes, dijo Gieco, la doctora Quaglia (o, en su caso, un nuevo fiscal) será quien tome una decisión.
Al menos durante los próximos 15 días, en el ámbito de la Justicia no habrá nuevas actuaciones ni imputaciones.
La investigación busca develar las causas de la explosión que causó la muerte de Druetta, quien realizaba sus tareas habituales como operario de hornos para fulminantes, según indicaron fuentes de su entorno.
Versiones surgidas desde el interior de la fábrica aseguraron que tanto la víctima como el trabajador herido se encontraban manipulando esos artefactos industriales. No se pudo confirmar si los hornos se encontraban habilitados para funcionar.
Antecedentes de explosiones en la fábrica de fulminantes
Otro aspecto que tampoco pudo confirmarse de fuentes oficiales es la propiedad del establecimiento, cuya denominación es fábrica de fulminantes José Imaz, ubicada en calle General Paz 791.
El el intendente de Miramar de Ansenuza, Adrián Walker, es el apoderado de la empresa Sucesión de José Imaz, fábrica de fulminantes. Este viernes emitió un comunicado en el expresa las condolencias por la muerte de Druetta, y asegura que en “Imaz cumple desde 1958 con las normas y regulaciones establecidas por las autoridades competentes” y que la “seguridad del personal y la comunidad es de suma importancia”.
En cuanto a la fábrica, el edificio fue inaugurado a fines de la década de 1950, en un terreno ubicado en el ingreso de la localidad. A diario, allí se desempeñan unos 20 empleados, según vecinos de la planta.
En las últimas horas, trascendió también que no sería la primera vez que se ha registrado un incidente grave. “Hace 35 años, en la fábrica de fulminantes murió, producto de una detonación muy similar a la que ocurrió el jueves, ‘el Pacha’ Gonella, que es tío segundo de Marcelo Druetta: era primo hermano de su madre”, reveló una fuente ligada al funcionamiento de la planta.
Tras solicitar reserva de su identidad, informó que habría habido al menos otro fallecimiento producto de una tercera explosión, y que uno de los fundadores de la planta industrial, Mario Ryser, también habría sufrido un incidente en los hornos.
Una mirada hacia dentro de la fábrica de fulminantes donde se produjo la explosión
Este medio tuvo acceso a fuentes altamente informadas sobre el funcionamiento de la instalación fabril que se volvió noticia tras el fallecimiento de uno de sus operarios. Así, pudo reconstruir el interior del lugar.
Allí se producen tres tipos de fulminantes: “209, small pistol y large pistol”, según sus denominaciones técnicas.
El fulminante es una cápsula metálica a la que se le agrega una pastilla de explosivo y un “yunque activador” para una posterior explosión. Se utilizan en cartuchos de escopeta (fulminante 209), balas calibre 9 milímetros (fulminante small pistol) y otras municiones de mayor envergadura (large pistol).
Según la información aportada por especialistas, la cápsula, la pastilla de explosivo y el yunque se ensamblan en una pieza. Cuando esa tarea fue terminada, el bloque se lleva a secar.
Este es un paso importante para que funcione la explosión requerida, según explicó la fuente, porque la pastilla de explosivo se coloca húmeda en la cápsula que la encierra y la reserva para su posterior activación.
De acuerdo a la reconstrucción de los hechos, el lugar donde se produjo la detonación es “un horno donde se seca el fulminante”. El proceso de secado se realiza en unas bandejas de chapa agujereadas, siempre según esta misma descripción, para que pase el aire caliente proveniente de unos sopladores.
“Los fulminantes que se llevaron hacia el horno fueron los que se ensamblaron el pasado jueves, más los que se pintaron el día miércoles”, detalló en su reconstrucción.
Por lo general, el operario saca los fulminantes que ya están pintados y listos para envasar, junto con los que se ensamblaron el día anterior, que se deben llevar a pintar para que queden listos.
“El jueves había cerca de 500 mil fulminantes small pistol, en total. Es un número excesivo para un solo horno. Para secar esta cantidad se debería haber incrementado la temperatura de secado, aunque esto no quiere decir que aquí se deba buscar la posible causa de una explosión”, continuó reconstruyendo.
En relación a los motivos de la explosión, la fuente mencionada dijo que podrían ser varios: “Una chispa por estática, o el roce de una de las bandejas en la estantería, sumado a algo del polvillo del explosivo que sale cuando el producto se seca… Cualquiera de estos podría haber sido causal. Va a ser difícil, a mi criterio, determinar la causa cierta”, manifestó.
Expresó, además, que el establecimiento debería ser considerado “de riesgo”. Sumado al hecho de que dentro de las instalaciones se maneja material explosivo, hay una exigua distancia (150 metros) hacia una estación de servicio y a viviendas a su alrededor.
