A Carlos Silvestre Dángelo (41) se la tenían bien, bien jurada. Alguien, tan o más “pesado” que él en el mundo del hampa cordobés, ese que tiene vínculos con el narco, había prometido vengarse. O “ajustarlo”, lo que es prácticamente lo mismo.
Algunos dicen que todo era una cuestión personal por una mujer. Otros hablan de deudas. Lo concreto es que Carlos Silvestre Dángelo había caído preso otra vez. Y fue condenado otra vez como reincidente.
Y allá fue a parar a una cárcel de Córdoba. Dos años estuvo “guardado” tras rejas por portación de arma de guerra y una serie de delitos.
Finalmente, a mediados de octubre pasado, el hombre volvió a ver la luz del sol y regresó a las calles de Córdoba Capital. Quizá ya lo había olvidado. Quizá no. Pero alguien se la tenía jurada.
Ese alguien esperó su momento para tramar y tejer esa emboscada para saldar cuentas finalmente. Son las leyes no escritas de la delincuencia.
La idea, el plan, el objetivo inicial era “asustar”. Dar una suerte de “apriete” en medio de una emboscada callejera durante la noche.
Sin embargo, las cosas fueron demasiado lejos y lo que debería haber sido un susto, se fue de las manos y todo terminó de la peor manera: en un crimen.
A sus 41 años, Carlos Silvestre Dángelo terminó asesinado en barrio Los Boulevares, zona norte de Córdoba Capital. Fue el lunes a la noche.
El caso sobresale en el amplio listado de 12 asesinatos ocurridos en poco menos de 30 días en la Capital.
A Carlos Silvestre Dángelo la libertad le duró menos de un mes. Alguien le pegó un tiro en una pierna y el hombre se fue en sangre. Alguien, lo golpeó en la cabeza con un hierro. Alguien lo odiaba, Y quería asustarlo, pero todo se fue de manos.
En esa desesperación homicida, alguien lo dejó tirado en un camino. En esa desesperación homicida alguien también dispuso que “lo mejor” era quemar su Citroën C4.
Todos estos elementos están en manos de los investigadores policiales y judiciales que conduce el fiscal Juan Pablo Klinger.
¿Y cómo se sabe todo?
Porque alguien se entregó a la Policía cordobesa y confesó cosas. Demasiadas cosas. Tanto así que se habría terminado autoinvolucrando.
Esta persona habría sido quien terminó orientando la pesquisa, sobre todo en torno a la hipótesis de un “ajuste con forma de susto” pero que se fue de las manos. Este sospechoso se llama Sergio Alberto Guevara. Tiene 30 años.
Los nombres no dicen mucho en algunos ambientes. Quizá por eso a Guevara lo conocen mejor como “el Chancho”. Tiene antecedentes y algunos tatuajes, sobre todo de Talleres. Alguien deslizó que es barra del club de barrio Jardín. No está confirmado.
Alguien sopló también que tendría vínculos con una red supuestamente dedicada a la venta de drogas. Tampoco está confirmado. Lo que sí se sabe es que “el Chancho” se presentó ante la Policía, habló, dio detalles y quedó preso.
Tanto así que el fiscal Klinger lo imputó, por ahora, como supuesto autor de homicidio agravado por el uso de arma de fuego. ¿Por qué se entregó ante la ley?
¿Acaso teme algo?
¿Acaso teme que “el susto que se volvió ejecución” ingrese en una espiral mucho más seria? No hay respuestas por ahora o que por lo mens hayan emergido de la causa. Por lo pronto, “el Chancho” Guevara fue enviado al Establecimiento Penitenciario N° 9. Luego, su destino será un pabellón de la Carcel de Bouwer.
Los pesquisas del Departamento Homicidios de la Policía y el fiscal saben que resta desandar un buen trecho para terminar de esclarecer lo que pasó. Hay que tomar testimonios, analizar cámaras, ajustar a fondo la pesquisa.
En ese camino investigativo, caerán más sospechosos.
¿Cómo fue la emboscada final?
Al parecer, tras salir de la cárcel, Carlos Dángelo andaba necesitado de efectivo urgente. Así las cosas, el lunes se habría reunido con algunas personas, todos varones, en el Parque Sarmiento. Se comió, se bebió y se habría tramado algo. Un plan del que no hay detalles.
Del Parque, se fueron en auto a un conocido mall en barrio Alto Verde. Una versión que circuló inicialmente daba cuenta sobre una supuesta venta de un auto. Raro. Esa versión pierde sustento.
Lo que no pierde sustento entre los investigadores es: por qué, si había un “plan para darle un susto”, la banda cruzó buena parte de la Capital y se dejó registrar por cámaras.
Lo concreto es que, bajo engaño, Carlos Silvestre Dángelo fue llevado hasta barrio Los Boulevares. Fue dicho: el plan era “asustarlo”, Alguien se la tenia jurada.
Sin embargo, la violencia del grupo se fue de manos y el hombre terminó asesinado. Luego, quemaron su auto. Después, desaparecieron el arma. “Se desesperaron. Empezaron a hacer cosas para tratar de desviar...”, comenta una fuente de la causa.
Luego, el supuesto cabecilla, “el Chancho”, decidió hablar y entregarse. Las próximas detenciones están al caer.
